El origen de la idea fue el financiamiento que la secretaría de Extensión Universitaria destinó a los proyectos sociales “Profesor Mauricio López”. Así, desde la facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria, se puso en marcha el programa “Capacitación para la prevención de las enfermedades transmitidas por los alimentos a productores artesanales temporarios”. La propuesta alcanzará a unos 100 productores artesanales y manipuladores de alimentos del departamento de San Rafael. Un equipo de extensionistas formado por estudiantes, profesores, graduados y personal de apoyo académico de la sureña casa de estudios concretará el trabajo. Son 16 los miembros de la comunidad universitaria de la Facultad los que se propusieron atender el problema de la seguridad alimentaria de la población de menores recursos.
La producción artesanal de alimentos ha tenido en los últimos años un importante crecimiento en el sur de la Provincia, gracias al auge turístico. Hoy, San Rafael tiene más de 1.500 manipuladores de alimentos. Con este programa la UNCuyo busca acercar el conocimiento de sus docentes e investigadores a la comunidad para ayudar a proteger la salud de todos.
Augusto Roggero es el coordinador del trabajo y relata que cuando se abrió la convocatoria que financiaría proyectos que beneficien a la sociedad, se les ocurrió actuar directamente sobre una necesidad concreta que estaba claramente presente en la zona sur. Eran las enfermedades de transmisión alimentaria que se detectaron concretamente en San Rafael el año pasado. Así fue que “desde una de las cátedras de Ingeniería en Alimentos, donde participo como responsable, pensamos tomar esto también como un desafío profesional de ir hacia la sociedad, y junto con ellos encontrar respuestas y soluciones a esta problemática de elaboración de alimentos no seguros” explicita el docente.
Decidieron conformar un equipo multidisciplinario con otras especialidades, desde la creatividad educativa, y la bromatología, sumaron gente que ayudara a abordar el problema lo más integralmente posible.
Por otro lado, buscaron lugares y espacios donde se podía comenzar el trabajo de concientización, dónde estaban los que más ayuda necesitaban. Así descubrieron junto con la Cámara de Comercio de San Rafael, que existe un grupo de artesanos que tiene asiento en la periferia del Museo de Historia Natural, y en el barrio “El Molino”. Descubrieron que en ese sector se produce una gran cantidad de alimentos en conserva para consumo propio que se elaboraban en condiciones no seguras. A partir de ahí nació la idea de ayudar.
El modo de medir el resultado del proyecto va a ser que desaparezcan las intoxicaciones ni casos de enfermedades de transmisión alimentaria. Así lo explica Liliana Nieto, otra de las integrantes del equipo que puso manos a la obra. “Al trabajar en el laboratorio de análisis bromatológico de la facultad vemos los problemas que hay en la alimentación de la comunidad. Sabemos que, sin mala intención, hay un mal manejo de los alimentos” apunta la profesional. “Se desconocen cosas muy comunes, como manipular correctamente un utensilio en la cocina”, señala.
Algunos entusiastas como Viviana Bru, quien es miembro activo equipo de trabajo, entienden que este trabajo puede servir para que la sociedad se acerque a la Facultad a solicitar nuevos servicios para resolver diversas necesidades. Uno de los objetivos de la Universidad pública es atender a la sociedad. “Con este proyecto vamos a empezar a mover los engranajes para que la sociedad se acerque y plantee sus problemas. Contamos con muchas disciplinas para ayudarlos a solucionar sus necesidades”, se entusiasma Bru.