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¿Qué saben los que enseñan?

23 de marzo de 2009, 17:18.

Cómo se preparan los docentes para estar al frente de las aulas, cuáles son sus principales dificultades y de qué manera las resuelven. Y cómo será la implementación del nuevo Plan Nacional de Formación Docente.

Cuando sus amigas debatían sobre si iban a ser amas de casa, médicas o arquitectas, Leila Soria Romero ya tenía bien en claro que quería ser docente. De esas que marcan la vida de los alumnos, que les abren los ojos hacia un futuro mejor. Nacida en el seno de una familia de docentes - quizás eso le haya marcado el camino-, terminó el secundario y se inscribió en el Instituto Superior N° 117 de Formación Docente de San Fernando para concretar su sueño. Mientras estudiaba empezó a hacer suplencias en algunas escuelas secundarias y a conocer una realidad que hoy no está preparada aún para afrontar: alumnos que trabajan en la calle o son cartoneros; que no tienen lapicera, hojas, mochila, y que perdieron todo el interés en estudiar porque saben que su único futuro es el delito.

"Yo trabajo en un colegio de chicos muy necesitados, con problemas de violencia y abuso. Y cuando estuve frente al aula, me pasaron cosas insólitas como que se insultaran y pelearan entre ellos, que llevaran cuchillos a la escuela o me amenazaran. En cuanto a lo pedagógico y educativo, los chicos no saben ni escribir su nombre", dice Leila, quien confiesa que en algunas escuelas la presionan para que apruebe a los alumnos para asegurarse la matrícula del año siguiente.

Esta joven, que trabaja como docente de geografía y ciencias sociales en seis escuelas secundarias de San Fernando y San Isidro, se recibió en 2007 y pensaba que iba a poder establecer un buen vínculo con los alumnos por la poca diferencia de edad que tenían, pero se equivocó. "Nadie quiere tomar los cargos de las escuelas más vulnerables y ésos son los primeros que conseguís cuando recién te recibís. El problema es que en la formación nos faltó la conexión con la realidad. En el profesorado, todo lo que bajan para que los docentes hagamos está fuera del contexto que se vive día a día en las aulas. Porque yo no puedo enseñarle a un chico historia antigua, si no sabe siquiera leer ni escribir", reclama Leila, que también asegura que las personas que la formaron estaban muy preparadas, pero no supieron transmitirle lo que sabían. "Nos decían que teníamos que basarnos en el enfoque constructivista de enseñanza, pero ellos seguían utilizando el modelo tradicional", agrega.

Su caso refleja la realidad de más de 1.206.688 docentes que, en numerosas situaciones, carecen de las herramientas necesarias para enseñar a alumnos cada vez más diversos. Eso es justamente lo que intenta subsanar el nuevo Plan Nacional de Formación Docente (ver recuadro), que se empezará a aplicar este año. Entre sus innovaciones, incluye un mínimo de cuatro años de cursada, y se hará hincapié en reponer la autoridad del docente frente al aula, reforzar su responsabilidad de cara a los resultados de los alumnos y una planificación de la oferta docente en función de la demanda en las provincias.

Mayores dificultades

¿Cuáles son las mayores dificultades que tienen los docentes en las aulas? Según un análisis de los docentes novatos (recién recibidos) insertos en el Programa Desarrollo Profesional de Formadores para el Acompañamiento a los Docentes Noveles en el Sistema de Formación Docente, de 2008, realizado por el Instituto Nacional de Fornación Docente (Infod), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el 65% de los docentes noveles se siente capacitado en los distintos contenidos que tiene que transmitir en la gran mayoría de las situaciones y el 33% se reconoce de esta manera en sólo algunos casos.

Esta encuesta se realizó a 157 docentes que iniciaban su carrera profesional en las provincias de Tucumán, Misiones, Córdoba, Neuquén, Salta, San Luis, Santa Fe y La Pampa.

A la hora de reconocer sus fallas, los novatos manifestaron en su mayoría (33%) que se sentían más débiles en la utilización de estrategias de enseñanza, incluida la selección de materiales didácticos, la planificación y la evaluación. El aspecto que sigue en orden de importancia es el relativo al trabajo con los alumnos que presentan dificultades y su entorno (un 22%, incluyendo aquí cuestiones vinculadas con la disciplina). Un 10% considera como falla, específicamente, lograr el dominio del grupo.

Al recrudecimiento de los niveles de pobreza y la incorporación de alumnos a la escuela media, hay que sumar los cambios en los modelos familiares, el adelanto tecnológico y la degradación de la figura del docente. El perfil del alumnado ha ido mutando vertiginosamente, y el universo de los docentes también ha incorporado más matices. "Antes los chicos salían del secundario y se anotaban para ser docentes. Ahora, además de esos alumnos, tenés otros de 30 años que probaron varias carreras y eligen la docencia como descarte, o mujeres de 40 años, con hijos, que deciden retomar o iniciar sus estudios. Se estima que son cerca de 330.000 las personas que están cursando en todos los niveles para ser docentes", explica Graciela Lombardi, directora del Infod.

¿Es posible profesionalizar la docencia? Los especialistas coinciden en que son múltiples las dificultades que encierra el sistema actual: debilidad de la formación inicial de los docentes, sobredimensionamiento de la oferta de formación docente, mercantilización del sistema de capacitación y falta de contacto con la realidad que se vive en las aulas, por ejemplo.

Según datos del Relevamiento Anual de Establecimientos realizado por la Diniece en 2004, existen en el país 1099 instituciones de nivel superior no universitario que ofrecen carreras docentes, y de acuerdo con las últimas mediciones, el número estaría cerca de 1200. La cantidad resulta llamativa si se considera en relación con la de México, que cuenta con sólo 75, Francia con 30 y Chile con 34. Esta gran multiplicidad de institutos de formación docente (IFD) dificulta el control de la calidad de la formación, por lo que los conocimientos y las competencias de los egresados son dispares en todo el país.

"La mayoría de los institutos son privados, pequeños, están muy concentrados en algunas provincias y muy mal distribuidos. Se forman docentes no en función de la necesidad, sino de lo que la gente tiene ganas de estudiar", explica Claudia Romero, directora del Area de Educación de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella. Un estudio del IIPE-Unesco confirma esta apreciación: más del 57% de los IFD son pequeños, con una matrícula de hasta 200 alumnos, la tercera parte son instituciones medianas (entre 200 y 700 alumnos) y apenas el 10% de ellas pueden ser consideradas grandes establecimientos, con más de 700 estudiantes. Se recibe uno de cada siete inscriptos.

"Hay que contemplar los contenidos, pero también el ambiente de aprendizaje. En general, los IFD son contextos académicos pobres, donde no hay lugar para la investigación y el nivel de los profesores es muy bajo porque suelen ser personas mayores que no han seguido formándose y no tienen título universitario. Yo no dudaría con respecto a que los maestros tienen que formarse en las universidades, como sucede en Finlandia, Chile o Uruguay", afirma Romero.

Hijo de la desocupación

Martín Randazzo se define como un hijo de la desocupación, porque llegó a la docencia como una posible salida laboral. "Cuando terminé el secundario, en 1996, estaba en una época difícil de mi vida y no quise seguir una carrera universitaria. Después de unos años de no encontrar trabajo, vi en la docencia una futura inserción laboral", dice este profesor suplente de Sociología y Diseño y Proyecto, que da clase en seis colegios de San Isidro, Tigre y Escobar y cobra cerca de 3500 pesos por mes.

En 2000 se recibió como maestro de grado en el Instituto Superior de Formación Docente N° 52 de San Isidro y en 2006 de profesor de Ciencias Políticas. A lo largo de siete años de trayectoria docente, trabajó como maestro de grado, en una escuela especial y ahora en escuelas para adultos.

Es un entusiasta, que cree que lo mejor que le puede transmitir a sus alumnos es su experiencia y su verdad. "Los grupos donde uno da clase son muy distintos. En algunos siento que no estoy preparado para enseñarles y hay otros que responden perfecto a la misma modalidad y material. La tecnología avanza más rápido de lo que la pueden insertar en los programas, y eso hace que todo llegue tarde o no se utilizan bien los instrumentos", explica Martín, de 32 años, que mantiene intacta su pasión por enseñar.

Sostiene que lo más importante que tiene la educación es que amplió las posibilidades y que si uno se sigue formando, encuentra puertas abiertas. "Yo nunca hice un curso de perfeccionamiento porque preferí sumar otra carrera", concluye.

Según el Censo Docente 2004, ocho de cada 10 docentes son mujeres; la edad promedio es de 41 años, y la mayoría ha completado estudios superiores.

Las escuelas con mayor porcentaje de alumnos en condición de vulnerabilidad social tienen menor porcentaje de docentes graduados en universidades. Los profesores del sector estatal, en promedio, provienen de familias con menos años de escolaridad que los del sector privado.

"En la Argentina, un docente no se ve como intelectual y se debería prestar atención a los consumos culturales, si lee libros y el diario, si va al cine y al teatro. Es un proceso muy difícil educar a chicos de contextos socioeconómicos distintos de los que uno pertenece. Esto se consigue con el desarrollo de una sensibilidad especial y con conocimientos no formales, como tener acceso a bibliotecas, eventos culturales, que puedan viajar dentro del país y conocer los matices de las distintas realidades sociales", explica Romero.

El documento Políticas para la docencia. Opciones y debates para los gobiernos provinciales, realizado por Florencia Mezzadra y Claudia Composta, de Cippec, presenta un preocupante panorama sobre la formación docente en la Argentina: no se forman maestros para el nivel medio, faltan en la formación inicial competencias básicas como alfabetización inicial de niños y niñas, lectocomprensión de textos académicos; se carece de instancias específicas de formación para el acceso a cargos directivos, y también en formación y capacitación continua.

A su vez, también presenta algunas sugerencias para mejorar esta situación, como la construcción de edificios propios para los IFD, que muchas veces los comparten en contraturno con otras escuelas; la creación de un programa de profesionalización para formadores de docentes; la incorporación de nuevos requisitos para el ingreso a la docencia en los IFD; la articulación de la formación docente con nivel superior universitario, y la eliminación de cursos cortos y desarticulados en la capacitación continua.

Problemas de aprendizaje

"Veo que hay un montón de maestras en la escuela que siguen con las formas viejas de enseñanza, porque no se actualizaron. Lo más grave me parece lo relativo a las necesidades educativas especiales. Uno llega al aula y se encuentra con chicos que tienen algún tipo de problema o dificultad en el aprendizaje, pero no sabe qué. Si uno no tiene un apoyo, no sabe cómo ayudarlos. Uno es docente, pero no psicopedagogo", sostiene Bárbara Loza, maestra de Ciencias Naturales de 3er grado en el Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, de Mataderos.

Con sólo 22 años, cuenta que su mayor desafío en los primeros tiempos de docente fue la relación con las familias. "Uno no está preparado para hablar frente a un montón de personas adultas, que en algunos casos te doblan en edad. Uno tiene seguridad para estar frente a los alumnos, pero no frente a los padres", aclara.

Bárbara hizo todo su trayecto educativo en el Instituto Nuestra Señora de Las Nieves, en Liniers, incluso el terciario. Su formación docente duró dos años y medio, y de su camada sólo se recibieron cuatro personas. "Los maestros que tuve en el profesorado eran todos universitarios. Algunos eran excelentes e incluso trabajan en los diseños curriculares de nuestra formación", agrega. De la enseñanza actual rescata que se escucha más a los chicos, se les explican los porqués y se busca que los alumnos pregunten y tengan una opinión crítica. "Antes el método era muy repetitivo y el maestro era el dueño de la verdad. Ahora tenés que justificar todo lo que hacés", dice.

Son muchos los desafíos pendientes para conseguir mejorar la formación docente. Sin embargo, los maestros y profesores siguen día a día escribiendo en el pizarrón con la esperanza de tocar a sus alumnos.

Contactos

* IIPE-Unesco: www.iipe-buenosaires.org.ar  
* Universidad Torcuato Di Tella: www.utdt.edu  
* Cippec: www.cippec.org  
* Infod: www.me.gov.ar/infod  
* OEI: www.oei.org.ar  

Un nuevo plan, con muchos desafíos

Desde su creación, el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) implementa diversos proyectos para revertir las condiciones actuales del sistema de formación docente: la fragmentación y debilidad del sistema formador y de las instituciones y la ausencia de planificación estratégica, entre otros.

Una de sus funciones, es la formulación de lineamientos básicos curriculares para la formación inicial y continua de docentes. Mediante una concertación que incluyó la consulta a los directores y responsables de la Educación Superior de cada jurisdicción y el análisis del Consejo Consultivo del Infod, se creo el nuevo Plan Nacional de Formación Docente, que empezará a aplicarse este año.

El mismo fue aprobado por el Consejo Federal de Educación (por lo cual se implementará en todos los institutos docentes públicos y privados del país) y buscará el desarrollo de proyectos provinciales de articulación entre los IFD y las universidades, el impulso de proyectos de mejora institucional, y la continuación de las líneas vigentes que han resultado favorables en términos de impacto en la calidad de las instituciones.

El cambio más sustancial del plan consiste en que las carreras de formación docente para inicial y primaria, que antes tenían entre 1800 y 2000 horas promedio, a partir de este año se van a elevar a un mínimo de 2600, repartidas en cuatro años lectivos.

"Estamos haciendo estudios sobre las características de los docentes y los alumnos, para averiguar los déficit formativos que existen y hacer los cambios necesarios en los nuevos planes. Por ejemplo, no podemos tener todas las materias anuales cuando contamos prioritariamente con mujeres en edad de casarse y tener hijos", sostiene Graciela Lombardi, directora del Infod.

"Se les va a exigir un mínimo de formación general, específica y práctica, más la residencia. Van a contar con un tronco común de orientaciones, pero el 20% de la carga horaria la podrán manejar las provincias en función del tipo de orientación que quieran tener", expresó Lombardi.

Otra modificación será que no toda la formación docente se va a cursar como materia, sino también como talleres, seminarios y prácticas.

Distintos contextos

Uno de los focos principales del nuevo plan será crear en los maestros, desde el principio, una comprensión de los contextos en los cuales pueden llegar a desarrollar su práctica docente, por ejemplo comunidades aborígenes, de bajos recursos, comedores infantiles o merenderos.

"El año pasado, el Infod ofreció una plataforma virtual para aquellos que estudiaban para ser docentes, en todos los institutos con conectividad. Esto los habilita para participar en foros, chats, acceder a información, capacitarse y comunicarse con otros. Nuestra idea es que las Tecnologías de la Información y de la Comunicación sean un espacio de aprendizaje para los docentes y también una herramienta pedagógica en el aula", agregó Lombardi.

Para darles más herramientas a los docentes y que ellos puedan manejarse en cualquier ambiente, están pensando en incluir en las currículas un segundo idioma y herramientas sobre cómo integrar en el aula a personas con discapacidad.

Con relación a la oferta de la formación docente, se está haciendo un análisis de la cantidad de alumnos en el país, el porcentaje estimado de crecimiento de esta población, y la cantidad de personas que están ejerciendo y formándose para ser docentes. "En función de eso, vamos a calcular si en la provincia van a faltar o sobrar docentes y planificar", dice Lombardi.

Por otra parte, buscan hacer el sistema lo más eficiente posible. "Cuando un grado tiene más repetidores, necesita más docentes y recursos humanos. Si todos aprueban, les alcanza con uno solo. Por eso estamos mirando ambos procesos en forma paralela", concluye Lombardi.

Maestros, una clave crucial

Por B. Kliksberg Para LA NACION. El autor es coautor con el Nobel Amartya Sen de Primero la gente.

Las armas estratégicas contra la pobreza son la educación y los maestros. Un estudio reciente en Los Angeles muestra que cuatro años consecutivos de tener un buen maestro borraría las diferencias en los tests entre chicos blancos y negros.

En América latina, el 50% no termina la secundaria. Además, los índices de comprensión lectora y conocimiento de ciencias la dejan muy atrás en las mediciones internacionales. Sin embargo, a pesar de su rol clave, las condiciones de trabajo de los maestros son muy difíciles. Las políticas de formación inicial son débiles, los salarios magros, los estímulos mínimos y el estrés laboral muy alto. En México, uno de los países de la región donde más ganan, reciben en primaria 10.000 dólares anuales y en secundaria, 13.200. En los países ricos, no menos de 20.000 y 30.000, y posibilidades de perfeccionamiento y desarrollo múltiples.

Todo eso está ligado a la baja prioridad que se le da a la inversión en educación. En diversos países latinoamericanos con discursos rimbombantes no llega al 3% del producto bruto, frente a más del 8% en Corea, los nórdicos e Israel. En la Argentina hubo, en los últimos años, pasos significativos en la recomposición de la inversión educativa, devaluada en los años 90. Eso debería ser una causa común de toda la sociedad.

El perfil de formación necesario deberá renovarse. Se debe capacitar en la calidad, dar plenas posibilidades de manejarse en Internet (sólo el 28% de los maestros de la región la usan) y prepararlos para superar en el aula las discriminaciones de condición socioeconómica, género, etnia y color, en una región tan desigual.

Ya en el texto bíblico se plantea la educación como la primera obligación de la sociedad y se exalta a los educadores. Es hora de revalorizarlos en los hechos.

Sumar las vivencias escolares

Por Andrea Alliaud Para LA NACION. La autora es docente, investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras UBA. Coordinadora de Programas de Formación Docente IDIE/OEI

Frecuentemente, los docentes se reconocen influidos y modelados por sus experiencias escolares, y en particular por lo que hacían o les hacían sus maestros y profesores cuando eran alumnos. Estas experiencias no sólo influyen en la elección profesional, sino que constituyen un saber de referencia constante para la práctica.

Como en la escuela de hoy se generan situaciones pedagógicas del todo diferentes a las que acontecían hasta no hace muchos años atrás, ya no alcanzan esos saberes per se ni tampoco los que aporta una preparación profesional que no incorpore las necesidades que hoy presenta el sistema de enseñanza. Y aquí la formación docente es crucial.

Porque si bien es cierto que todos los docentes conservan parte del repertorio escolar aprendido, no todos tuvieron las mismas posibilidades de cuestionarlo en instancias de formación, seguimiento y desarrollo profesional.

Los docentes son sujetos con distintas trayectorias sociales, educativas y culturales, y esos recorridos se corresponden con oportunidades diferenciadas, en términos de formación y colocación laboral. Así, quienes han tenido la oportunidad de elegir sus instituciones de formación escolar y profesional son, a su vez, los elegidos por las escuelas que pueden hacerlo. De este modo, la fractura social se manifiesta en una oferta educativa cada vez más polarizada donde quienes pueden optar (alumnos, padres, docentes) cuentan con mayores oportunidades de acceso a una educación de calidad.

Para romper este círculo, la formación docente tendría que asegurar un básico (que no es mínimo) para todos los maestros y profesores. Pensando en un colectivo docente heterogéneo, eso implica diseñar ofertas diferenciadas que contemplen la trayectoria de los sujetos. En este sentido resulta ineludible considerar los aprendizajes ligados a las experiencias escolares y trabajarlos desde lo que puede aportar el conocimiento especializado. Siempre, claro está, teniendo como foco la escuela de hoy, con los desafíos viejos y nuevos que presenta. Sólo en este diálogo entre experiencia, saber y hacer se van transmitiendo y recreando los gajes, secretos o trucos del milagro que implica enseñar.

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