“Ninguna empresa multinacional te va a decir: yo quiero un espectáculo de títeres porque de hecho es para pequeños, y al niño hoy se lo ve desde el lado del consumo. Aparece la película de La Cenicienta y atrás te estoy vendiendo la cajita feliz. Toda una cuestión de consumo que pega muy fuerte, y claro de última el titiritero queda al margen de esto”. Esta frase representa a nuestro entrevistado: Carlos Capurro, un juglar de la alegría. Las primeras herramientas en su camino de artista las obtuvo de manos del docente y actor mendocino Miguel Ángel Calderón, en el comienzo de la década del 80’. “Yo estudie una profesión, y evidentemente elegí ser artista. No estudie para ser artista, estudie para ser otra cosa, la vocación nace después” comenta Carlos.
- ¿Cómo surge la elección de ser titiritero?
- “El compromiso se fue dando. Yo en un principio, fui bailarín de folklore, después hice unas que otras interpretaciones teatrales, en lo que se refiere al teatro folklórico. Luego de alguna forma me fui enamorando de esto, de hacer teatro para chicos y fundamentalmente de los títeres. Uno elige hacer teatro y desarrollar la actividad artística”
Capurro agrega haciendo referencia al ámbito donde desarrolla esta profesión milenaria: “Nosotros como grupo (Zulma Godoy es su compañera en el elenco “La guarapa”, estudia teatro en la Universidad Nacional de Cuyo) decidimos elegir los espacios abiertos, y no sabíamos bien donde nos estábamos metiendo, pero si sabíamos que era lo que nos gustaba: el contacto con la gente. Ponele el título de Teatro Popular o Teatro Callejero, pero bueno en realidad era un tipo de teatro distinto donde el espectador no viene hacia vos sino que vos vas hacia el espectador (risas), que es un código que tiene que ver con el teatro callejero. Se fue dando un proceso en el cual nosotros nos fuimos valorizando.”
Después de la última dictadura militar en nuestro país, que devastó gran parte del tejido social, mediante la persecución ideológica y haciendo abuso de la represión física, los espacios destinados al desarrollo de la actividad artística desaparecieron casi por completo. Con el arribo de la “Democracia” en 1983 comenzó un proceso de recuperación de los lugares destinados al arte. Al respecto el artista itinerante nos dice:
“Recuperar las plazas como un espacio alternativo para poder expresar un poco de felicidad. No, no te estoy hablando de los grandes contenidos ideológicos y políticos. Eso se fue dando lentamente y costó mucho, más para aquellos que hacíamos teatro callejero que la modalidad era la elección no solamente artística sino económica. Los primeros grupos que venían de Buenos Aires, y que intentaban pasar la gorra, era algo catastrófico, por que pasaban la gorra y nadie les ponía un mango. No había cultura de la gorra.”
- ¿Tiene otro valor una obra hecha en una sala?
- Yo creo que no existe la antinomia de hacer teatro en la sala o teatro en las calle. Lo que me parece que tenés que manejar los códigos; que son distintos. Hay obras que por ahí tienen el mismo contenido pero bueno; utilizar un espacio público significa que hay que utilizar los árboles de la plaza.
Cuando terminas de actuar si estas en teatro, te vas a los camarines, perdés el contacto, a no ser que después decidas ir al “hall” (risas) a saludar a la gente. Al aire libre, el “hall” es tu propia escenografía, es decir que terminas de hacer la función y el público te saluda inmediatamente, no tenés tiempo ni de sacarte el personaje. Estos son los códigos del compromiso con la gente, que trabajas más afectivamente, es más directo...
-¿Qué esta haciendo el gobierno en Mendoza para revalorizar el arte local, especialmente el teatro?
“Laburar en algunos espacios alternativos hace que empeces a hablar ya específicamente de política cultural, que pareciera que esta prohibido para los artistas; pero estás hablando de tu trabajo. Yo quiero la plaza, pero también quiero que me subvencionen, por que de una o de otra forma estas haciendo cultura. Y aquí hay una gran pelea por que lo ideal es que hubieran salas en todos los departamentos, en todos los barrios, recuperar eso; pero bueno ésta es toda una política que se la tiene que plantear el gobierno, y si en algún momento se lo pensó, se hizo como una cuestión menor, no con seriedad.”
- ¿Cómo ves a la nueva generación de artistas que se esta gestando en nuestra provincia?
-“El problema es que acá hay un par de escuelas teatrales que vienen desde los talleres de los elencos, de la Universidad Nacional de Cuyo, y donde con el tiempo los chicos terminan recibiéndose en la facultad, o saliendo de los elencos y no hay una verdadera discusión de que se trata el teatro, para que es, patrimonio de que, adonde lo voy a hacer; si realmente lo que quiero es que la gente se entretenga, se divierta o que verdaderamente se sienta representada por la expresión de lo que yo estoy haciendo. Siento la impresión de que los chicos nuevos que se están largando a hacer teatro, les falta involucrarse con la gente, y esto tiene que ver con el compromiso ideológico.” “...Cuando mucha gente pequeña hace cosas pequeñas, cambia el mundo..., bueno, nosotros consideramos que lo vamos a cambiar pero tiene que ver con el compromiso”nos comenta Carlos, el titiritero itinerante que va por el mundo dándonos mucho más que sonrisas.
Moisés Ricardo Ortiz
Departamento de Cultura.