por Roberto Urbay
Vladimir Horowitz (1903-1989) fue el más grande pianista del siglo XX. Su carrera artística se extendió por más de sesenta años, en los que reinó de manera brillante, tocando un repertorio que sorprende tanto por su dificultad, así como por su amplitud y versatilidad. Las grandes obras de Chopin, Liszt, Schumann, Brahms, Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Tchaikovski, Rachmaninov, Prokofiev o Mussorgski, las interpretaba habitualmente en sus programas de concierto, pero, además, prestó atención a un repertorio poco tocado o desconocido en su época, en el cual resaltan obras de Clementi, Poulenc, Medtner, Haydn, Czerny, Fauré, Debussy, Ravel, Franck, Scriabin, Kabalevski, Barber y sobre todo Scarlatti.
Gran parte de todo este inmenso repertorio lo podemos encontrar en sus grabaciones RCA Victor, Columbia (actualmente SONY classical) y Deutsche Grammophon, que afortunadamente nos legó. En ellas, nos atrapa, sorprende, entusiasma y enamora, y nos provoca las más disímiles sensaciones a través de su magnífico sonido, rico y colorido, que abarca desde el pianissimo más sutil, hasta un fortissimo compacto y de proporciones sinfónicas. Su sorprendente riqueza técnica, la peculiaridad de su fraseo y la originalidad en su forma de pedalizar, junto a una personalidad artística de gran aura y magnetismo, hicieron de él, el pianista preferido de su generación.
En este concierto quiero ofrecerles tres obras que integraron parte del repertorio del Gran Maestro: la última Sonata de Joseph Haydn, en Mi bemol Mayor, que Horowitz tocó mucho al inicio de su carrera y dejó dos grabaciones, una de 1932 (primera grabación mundial) y otra en directo desde el Carnegie Hall en 1951, la bellísima Sonata en La Mayor, Op. 120 de Franz Schubert, que integrara parte de sus programas en la década de 1940, así como la colosal Sonata Op. 57 en fa menor “Appassionata” de Beethoven, que Horowitz interpretaba ya desde sus tempranos 16 años y que grabó en estudio en dos oportunidades, en 1959 y 1972. Todas estas obras son joyas del repertorio pianístico y Vladimir Horowitz las transmitía con su inmensa personalidad artística inimitable. Su Haydn fluye entre la inocencia, la aristocracia y la alegría, a Schubert lo tocaba con refinado lirismo y gran distinción y con Beethoven encontramos una interpretación intensa, cautivadora y de profunda fuerza emotiva.
En el día de hoy, 5 de noviembre de 2009, se cumplen 20 años de su muerte. Permítanme, humildemente, recordar al Gran Maestro Vladimir Horowitz con este recital.