Soledad Vercellino, Daniel Korinfeld y Daniel Levy son referentes en educación con una amplia trayectoria docente, académica y de investigación en ese campo. Juntos tendrán a su cargo el análisis de los nuevos escenarios y desafíos educativos en ocasión del VI Encuentro Nacional de Orientadores Educativos de las Universidades Nacionales que se desarrollará en la Universidad Nacional de Cuyo.
La apertura está prevista para el viernes 17 de noviembre en el aula magna de la Facultad de Derecho.La actividad se extenderá hasta el sábado 18, con talleres y mesas de trabajo que se desarrollarán en las aulas A, B, C y D, ubicadas en la planta baja.
Fundamentos del Encuentro
La complejidad del escenario educativo actual presenta nuevos desafíos para la orientación educativa que debe acompañar y fortalecer las trayectorias académicas de estudiantes, la labor docente y el desarrollo curricular e institucional.
Para encontrar nuevos caminos y soluciones, a las problemáticas que atraviesan las instituciones educativas, es necesario reflexionar, actualizar conocimientos y elaborar propuestas que respondan a las nuevas configuraciones y subjetividades. El espacio de reflexión y búsqueda será el nuevo Encuentro Nacional de Orientadores Educativos de las Universidades Nacionales denominado Orientación educativa en contextos complejos. Interrogantes y abordajes posibles, donde profesionales de todo el país podrán compartir sus experiencias, enfoques e intervenciones.
Expositores, ideas y miradas
Este 2023 el encuentro contará con la presencia de Soledad Vercellino, Daniel Korinfeld y Daniel Levy, tres personas destacadas en el ámbito educativo, quienes comparten en esta nota sus ideas y opiniones acerca de tres preguntas centrales de la educación actual.
–¿Cómo describirían el escenario educativo actual y cuáles son las nuevas demandas?
–Soledad Vercellino: El escenario educativo actual está caracterizado por problemáticas típicas de la educación pero que se han reconfigurado a partir de características de esta época. Lo típico del problema educativo es que educar siempre supone un desencuentro entre quienes estamos en posición de adultos educadores que representamos lo que ya está aquí, lo viejo; y entre las nuevas generaciones, con lo que ellos y ellas traen de novedad, una novedad que puede cambiar el mundo. Ese desafío, que es consustancial al acto de educar, en estos tiempos tiene otras complicaciones. Por un lado, estamos en una época histórica en donde los cambios tecnológicos y la configuración de la vida cotidiana son profundos y veloces y eso impacta en el acto de educar y en nuestro rol como adultos educadores. Las mismas instituciones clásicas encargadas de la educación están perdiendo aceleradamente el monopolio de la autoridad en temas educativos en mano de otros agentes, que empiezan a tener legitimidad, como los medios de comunicación y las redes sociales. Estos agentes educadores tienen una lógica de lo inmediato y son afines a las demandas del mercado y por la tanto a la subjetividad de la época, una subjetividad individualista que profundiza los procesos de exclusión aunque aparezcan como democratizadores.Otra característica que le imprime extrema complejidad a la educación, a las instituciones y a quienes ocupamos lugares en ella, es que estamos en una época histórica en donde el ser humano, inmerso en el desarrollo profundo de la tecnología y el conocimiento, ha potenciado su capacidad para producir y para recrear el mundo, pero también una capacidad que puede destruir, que significa la destrucción de la naturaleza, de sus congéneres y de sí mismo.
“Este escenario actual nos ubica frente al desafío de asumir la responsabilidad generacional de definir qué lugar queremos ocupar y decidir a favor de qué proyecto de humanidad queremos trabajar. Si queremos trabajar al servicio de una humanidad que apunte a la humanización, a la generosidad, a la solidaridad, a la inclusión, al reconocimiento del otro; o si renunciamos a ello, que de alguna manera significa trabajar a favor del proyecto imperante y hegemónico que tiene que ver con la deshumanización”, aseguró Vercellino.
–Daniel Korinfeld: El escenario educativo actual es un escenario complejo y fragmentado que presenta distintas características según la Región y los niveles. Si hablamos del escenario educativo de escuelas medias y de universidades podemos encontrar ofertas muy diversas y situaciones muy variadas. Entendemos que el sistema educativo actual es un sistema desigual, no todas las ofertas educativas están a la misma altura y esos condicionantes dan a lugar a preparaciones y formulaciones distintas según cada institución y cada población que asiste. Respecto a las nuevas demandas, en el plano general, tienen que ver con la modificación de los formatos educativos más tradicionales y la incorporación en las instituciones de una mayor participación en los diseños curriculares y de gestión. Hay demandas en las universidades de conocimientos que vinculen directamente con la práctica, hay una extensión en tiempo de la formación y un alejamiento notorio de los escenarios laborales, profesionales y de interés de los estudiantes. Hay poca práctica en las instituciones, poco trabajo y producción en líneas generales. Otra demanda puede estar relacionada a la formación de habilidades blandas y en la incorporación de nuevas tecnologías en los procesos de formación. Es decir, una necesidad de aggiornamiento de las instituciones según las subjetividades de las poblaciones actuales.
–Daniel Levy: Enfocaría los tres interrogantes a partir de un punto central que es ubicar todo en un contexto y este contexto es el de pos-pandemia. Una situación excepcional, que de alguna manera pareciera que la dejamos aceleradamente atrás pero es un pasado reciente que todavía no está suficientemente tratado en las instituciones. Me parece que la situación de pandemia, la cuarentena, el aislamiento, la situación de incertidumbre, desasosiego y las pérdidas activaron un escenario educativo que todavía tenemos que comprender. Situaciones que ya venían ocurriendo pero que de alguna manera se intensificaron. En ese sentido, uno de los puntos que hay que tratar tiene que ver con esas memorias colectivas e individuales de la incertidumbre y de la complejidad, una complejidad que es socioeconómica, ecológica, sociopolítica y eso no puede estar por fuera del escenario educativo actual y por tanto de las demandas que tienen los distintos actores, no solo los y las estudiantes sino los propios educadores y la comunidad en general. Indudablemente afecta el presente y todo lo que hace a la educación y a la transmisión de la cultura y a los planes de futuros individuales y colectivos. Es decir, es una especie de cimbronazo en el cual me parece que aún nos encontramos y demanda a las instituciones universitarias una flexibilidad, un modo de volver a pensarse y de abrir una especie de debate interno con todos actores, incluyendo a los adolescentes -en los casos de las escuelas medias- y a los jóvenes que ingresan en las universidades para procesar esto, para elaborar e inventar, lo que haya que inventar y conservar lo que tenemos que seguir conservando y mejorando.
Puntualmente, respecto a las demandas, hay una demanda muy intensa de la problemática de salud mental que se multiplicó e intensificó en la pandemia y nuevamente hace que las escuelas medias y las universidades tengan que pensar esta escala actual de demanda y situaciones que antes que no se mostraban o no escenificaban con la misma magnitud y frecuencia con que hoy las vemos.
Es un punto que trataré en las próximas jornadas, para compartir algunas reflexiones, abiertas a la elaboración, a la circulación de las experiencias actuales de todo el país, que son muchas y muy ricas, y en ese sentido no es que hay un saber ya elaborado sobre eso, sino debemos articular lo que se viene haciendo y seguir realizando estas tentativas de un modo consistente y fundamentado. Es decir, no hay un modelo sobre el cual trabajar, en el sentido que los rasgos de este momento social, cultural e institucional no se han vivido antes. Sobre todas estas cuestiones avanzaremos en las próximas jornadas.
–¿Cuáles son las problemáticas que afrontan los jóvenes con relación a sus planes de futuro?
–DK: Son varias, cuando un estudiante tiene que elegir una carrera tiene condicionantes económicos o de formación y no siempre hay en las instituciones universitarias una receptividad a estas nuevas poblaciones porque las carreras son largas, la dedicación es importante y sostener una carrera implica un costo económico individual con los aportes que cada familia pueda brindar en términos simbólicos y materiales. Los planes a futuro, en líneas generales, proponen formaciones a largo plazo cuando las características de la época están centradas en la inmediatez, en la inmediatez de la satisfacción y en la inmediatez del hacer. Por eso hay una distancia entre estos planes y las expectativas de los estudiantes. Hay que trabajar la pertenencia educativa en las universidades porque eso es lo que posibilita la continuación de una carrera.
La singularidad, la diferenciación de la masificación universitaria son problemáticas que enfrentan los jóvenes. La autonomía que implica cierta independencia en los procesos de aprendizaje no siempre está lograda como un capital, en relación con el aprendizaje logrado en la escuela media, y eso aparece como un fantasma del futuro, saber si van a poder confrontar sus saberes y sus capacidades con las exigencias.
Aparece un horizonte con muchas exigencias para muchos jóvenes con relación a lo que tienen que realizar y estas categorías inhiben y no favorecen procesos de aprendizaje ni permiten despegar ciertas potencialidades.
–¿Qué aportes hace la orientación educativa a los desafíos actuales de la educación, trabajo, salud mental?
–SV: La orientación educativa realiza múltiples aportes pero dos son fundamentales y están dirigidos hacia la intersección de dos frentes: por un lado las condiciones estructurales, es decir, entre las condiciones concretas, institucionales, simbólicas y materiales en las que desarrolla hoy la educación y el mundo del trabajo; y por el otro la singularidad, cada uno de nuestras y nuestros jóvenes con su forma de ser. En esta intersección, el objetivo de la orientación es evitar que las condiciones detalladas anteriormente arrasen con la subjetividad y la singularidad de nuestros jóvenes y los arrastren a la angustia de no tener lugar en donde alojarse en el mundo educativo y laboral, y no alojarse es no encontrar un sentido; porque se puede estar escolarizado o tener un trabajo sin estar anclado, sin encontrar el sentido de estar ahí. Para evitar esto, la orientación educativa implica generar una pausa, un lugar, un tiempo para la escucha de la singularidad. Un escucha atenta, un lugar “contra epocal”, es un lugar de salud, de beneficio. Y a su vez esa escucha devuelva al mundo del trabajo y a las instituciones educativas información sobre lo que no estamos haciendo bien, sobre las condiciones estructurales que solo dañan y enferman. Por eso, la orientación educativa nos interroga y debería hacernos revisarnos para ser lugares de mayor alojamiento de las nuevas generaciones. La cuestión es que el mundo del trabajo y las instituciones educativas sepamos escuchar a orientadores y orientadoras.
–DK: El trabajo de la orientación educativa es acompañar las trayectorias de los jóvenes, poder instalar ciertas políticas de recibimiento, acompañamiento y de realización de la vida universitaria, ya que para muchos es difícil entrar en la universidad, para otros es difícil permanecer y hay muchos estudiantes que les cuesta completar o finalizar sus carreras. Por eso, los acompañamientos deben estar vinculados no solo a los procesos de aprendizaje, que son importantes y que no siempre las universidades se nutren de didácticas más actuales de trabajo, sino también con procesos socio afectivos para que los estudiantes encuentren una comunidad que los acoja y que les permite su realización. Me parece que el trabajo que hacen los equipos de orientación educativa tiene relación con encontrar dispositivos y formas de intervención dentro del marco universitario con las singularidades que empiezan a poblar las universidades. Aquí se presenta un tramado interesante entre lo que es la parte educativa y la parte de salud, más específica salud mental. Entre lo socio afectivo y lo emocional que cada uno de los estudiantes va transitando en su vida universitaria. Muchos de esos temas son temas de despliegue, de debate, de trabajo y reflexión que seguramente veremos con más detalle en las próximas jornadas.
Su trayectoria
- Soledad Vercellino. Licenciada en Psicopedagogía (Universidad Nacional del Comahue). Doctora en Ciencias de la Educación (Universidad Nacional de Córdoba). Magíster en Sociedad e Instituciones (Universidad Nacional de San Luis). Investigadora Categoría III en el programa de incentivos, ha dirigido seis proyectos de investigación, actualmente dos vinculados a las condiciones institucionales del primer año de la universidad y sus aprendizajes. Integra el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Derechos, Inclusión y Sociedad (Universidad Nacional de Río Negro). Directora de tesis de grado, posgrado y becas de iniciación en la investigación, CIN, y doctorales de CONICET. Autora de: La escuela y los (des)encuentros con el saber (2018) y Transiciones (2023).
- Daniel Korinfeld. Licenciado en Psicología (Universidad Complutense de Madrid). Magíster en Salud Mental Comunitaria (Universidad Nacional de Lanús-UNLa). Psicoanalista. Profesor de la Maestría y del Doctorado en Salud Mental Comunitaria (UNLa). Integrante del equipo de supervisores del Hospital Nacional en Red Laura Bonaparte. Supervisor del equipo de infancia en la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC). Miembro fundador y director de Punto Seguido-Espacio de intercambio y formación en salud y educación. Entre sus últimas publicaciones se pueden citar: Cosas dichas y desdichas. A propósito de los oficios del lazo (2021) y Palabraciones. Oficios del lazo (2023).
- Daniel Levy. Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires-UBA). Magíster en Psicología Cognitiva y Aprendizaje (Universidad Autónoma de Madrid). Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías (FLACSO). Coordinador pedagógico de la Dirección de ORT Argentina y director del Departamento de Orientación Colegio Southern Cross. Fue docente universitario en la facultad de Psicología de la UBA. Miembro fundador y director de Punto Seguido. Integró equipos de trabajo en los ministerios de educación nacional y provincial. Fue convocado por Unicef para capacitar a equipos de salud y educación sobre el suicidio en adolescentes. Coautor junto a D. Korinfeld y S. Rascovan del libro Entre adolescentes y adultos en la Escuela (2014).