Para seguir repensando los desafíos que implica la Internacionalización de la Educación Superior en tiempos de pandemia, se desarrolló un nuevo encuentro de “FIESA Webinarios”, un ciclo virtual pensado como un espacio de debate hacia el interior de las universidades e instituciones educativas. Es organizado por la UNCUYO, la Universidad Nacional de Mar del Plata, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Ministerio de Educación de la Nación.
Esta vez el tema que convocó a más de 800 participantes de 15 países fue las competencias globales y las competencias internacionales en contextos de cambio. Y para ello fueron invitados a disertar Susana Carrillo, de la George Mason University (Estados Unidos), y Pablo Beneitone, de la Universidad Nacional de Lanús (Argentina).
El responsable de detallar en qué consisten estos webinarios -concebidos como un emergente de la Feria Internacional de la Educación Superior Argentina- fue el vicerrector de la Universidad Nacional de Mar del Plata, e integrante del Comité de FIESA, Daniel Antenucci.
A su vez, ofició de moderadora Marina Larrea, de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), quien subrayó que a partir de estos encuentros es posible "el diálogo y el encuentro para resignificar lo que hacemos quienes nos dedicamos a la internacionalización universitaria, tan interpelada por la contingencia actual, junto con el financiamiento universitario y las modalidades de formación virtual”.
La visión de la especialista de la George Mason University
Con más de 20 años de experiencia internacional como directora de diferentes operaciones y programas de Naciones Unidas y del Banco Mundial, Susana Carrillo analizó el contexto de cambio y la gran complejidad en la cual se dan las competencias internacionales y globales. Para ello se refirió al tema de las disrupciones. Su visión sobre el origen de éstas, se encuentra alineada con lo expuesto en el último informe del Instituto para el Futuro y el Centro de Investigación de la Universidad de Fénix, Arizona.
Entre estas causas, mencionó, en primer lugar, la longevidad extrema, que marca que las personas van a trabajar más años, y que las universidades deben prepararse para enseñar a los adultos. En segundo lugar, el creciente uso de la robótica y sistemas inteligentes que indica una relación de complementariedad entre las personas y las máquinas, teniendo las primeras que desarrollar competencias específicas más a fondo. En tercer lugar, el aumento del uso de la Tecnología de la Información (TI) y la captura de datos, que hará que existan modelos de sistemas sociales, a nivel micro y macro, con impacto en nuevos los patrones de relaciones.
Otra disrupción que señaló Carrillo es el nuevo ecosistema de los medios de comunicación, que cambiará aún más la manera de comunicarse, hasta el punto de llegar a integrar estas tecnologías a la vida diaria. A su vez, explicó que la facilidad para crear relaciones y conectarse globalmente ha modificado de una manera significativa la dinámica de trabajo y la creación de valor agregado en las estructuras organizaciones. Por último, dijo que estar en un mundo global e interconectado, coloca a la diversidad y el nivel de adaptación en el centro de las prioridades y operaciones de las organizaciones.
Luego, la académica repasó qué competencias están directamente relacionadas con esas disrupciones. Ante la longevidad extrema dijo que será de utilidad el aspecto multidisciplinario, así como frente a la robótica, se necesitará pensamiento crítico, inteligencia social y empatía, adaptación e improvisación. A su vez, el uso de la TI demandará análisis de datos y razonamiento basado en evidencias. El ecosistema de medios requerirá la capacidad de usar nuevos medios de comunicación y desarrollar contenidos. Asimismo, las nuevas estructuras organizacionales exigirán mentalidad para el diseño y gerenciamiento de la carga cognitiva. Y por último, de cara a un mundo globalizado e interconectado, las personas deben ser capaces de desenvolverse en diferentes culturas, y con capacidad de trabajar con un alto nivel de productividad, motivar la participación/trabajo en equipo y demostrar presencia en el trabajo virtual.
Finalmente la especialista se refirió a las prioridades que deben marcar el rol de las universidades en este contexto. Entre ellas, darle prioridad al desarrollo de pensamiento crítico, perspectiva y capacidad de análisis; incluir experiencias de aprendizaje experimental, con oportunidades para fortalecer la capacidad de colaboración y el trabajo en equipo; integrar en la educación la capacidad de usar de manera eficiente los nuevos medios de comunicación; extender el nivel de la audiencia más allá de los jóvenes e incluir a los adultos; e integrar en el currículum estudios interdisciplinarios, creando oportunidades para obtener nuevas competencias y conocimientos en diferentes temáticas.
Y, en ese punto, también agregó algunas preguntas que deben hacerse los estudiantes: qué hay que saber del mundo, sus cambios y complejidades actuales; cómo contribuir a un mundo mejor; cómo mejorar el nivel de empatía con otras personas, qué hacer para tener vidas plenas y con sentido; y cómo tener un entendimiento profundo de los cambios actuales comparados con los anteriores, entre otras.
La mirada del especialista de la Universidad de Lanús
Con una trayectoria de más de 25 años como responsable de gestionar programas y proyectos internacionales en materia de movilidad académica, integración regional y cooperación internacional universitaria, en su presentación Pablo Beneitone se ocupó de exponer ciertas categorías de las competencias.
En este sentido, afirmó que desde hace tiempo, y más allá de la excepcionalidad de la pandemia, “se está pasando de un modelo más tradicional, donde el plan de estudios estaba muy anclado en los contenidos, el conocimiento, a uno modelo más centrado en el estudiante y basado en competencias”. Como a su vez, esos planes están descriptos en términos de competencias, compartió una definición operativa de éstas: “la combinación dinámica de conocimientos, capacidades y habilidades; y actitudes y valores”.
Luego, señaló diferentes clasificaciones de las competencias. Unas vinculadas con lo específico, lo temático, lo disciplinar y se relacionan con un campo de estudio; y otras que aluden a lo genérico, lo transversal, lo blando y son comunes a cualquier carrera universitaria. Dentro de esta macro categoría, ubicó una subcategoría: las competencias globales y las competencias internacionales.
Comentó que las competencias globales aparecen en distintas regiones y contextos, e incluso en distintos planes de estudios, pero que sin embargo son recurrentes. Para explayarse, se valió de una serie de estudios comparados en los que participaron más de 500 universidades de 90 países, a lo largo de 12 años, y que involucraron la opinión de académicos, estudiantes, graduados y empleadores. Allí se lograron identificar competencias genéricas, transversales y comunes a cualquier titulación universitaria (“lo que debería tener un estudiante universitario”), con un total de 27 en el caso puntual de América Latina.
Asimismo, Beneitone rescató 10 competencias globales que se repiten en todos los estudios. A saber, la capacidad de aplicar conocimiento en la práctica; de abstracción, análisis y síntesis; creatividad; de aprendizaje permanente; comunicación oral y escrita; compromiso ético; capacidad crítica y autocrítica; trabajo en equipo; resolución de problemas, y compromiso con el medio ambiente.
Haciendo una valoración del grado de importancia que tienen y el grado de realización de las mismas, se vislumbró que –con algunos matices- los académicos son más críticos a la hora de valorar el grado de alcance, de desarrollo de estas competencias. Mientras que los estudiantes y graduados parecen más positivos en términos de la brecha que existe entre la importancia de éstas y el grado de realización.
Dentro de un ranking de las cinco competencias globales más importantes, en todos los grupos y en todas las regiones, se destacan tres: la capacidad de abstracción, análisis y síntesis; la capacidad de aplicar el conocimiento en la práctica; y resolución de problemas.
La otra subcategoría que analizó el académico argentino fueron las competencias internacionales. Manifestó que éstas, a diferencia de las anteriores, se promueven dentro del plan de estudios para contribuir al perfil internacional de los estudiantes. Es decir, con el objetivo de que incluyéndolas dentro del plan de estudios, el futuro graduado va a tener la posibilidad de desarrollarse en contextos diversos y diferentes al contexto en el cual fue formado originariamente.
En base a los estudios ya mencionados, especificó como tres de las más importantes: la habilidad para trabajar en contextos internacionales, la habilidad para comunicarse en un segundo idioma; y la apreciación y el respeto por la diversidad y multiculturalidad. Poniendo la lupa en la región, fueron los estudiantes los que le otorgan la mejor posición a estas tres competencias, dentro del abanico de las 27 competencias genéricas identificadas.
A su vez, mirando cada una de estas competencias, y en referencia al grado de importancia y realización, expresó que América Latina presenta las diferencias más significativas en cuánto a la habilidad para trabajar en contextos internacionales, en términos de cómo se valora su realización.
Al cierre de su exposición, remarcó algunas consideraciones. Por ejemplo, que las competencias internacionales no aparecen reflejadas en todas las regiones; y también que la comunicación en un segundo idioma es una excepción, ya que para algunos grupos y países, se ubica entre las 10 competencias más importantes por encima de muchas competencias globales. En este sentido, además de reflexionar sobre qué es relevante para un contexto regional/nacional/institucional, dejó abierto el debate y la discusión acerca de cómo avanzar en la implementación de estas competencias en el currículo, y por ende en el aula.