Más de siete mil ejemplares y tres mil documentos de archivos podrá consultar la comunidad mendocina en una sala vidriada especial, separada de las estanterías de la Biblioteca Central de la Universidad. Los usuarios sólo podrán acceder al material a través de ese espacio. La colección del filósofo se trasladó íntegramente desde su casa en la Ciudad de Mendoza.
En el armado de este espacio se respetó el orden y la distribución que Arturo Roig dispuso para su colección de libros y revistas sobre filosofía, historia, literatura y otros temas que eran de su interés, con especial orientación al pensamiento argentino y latinoamericano. Se encuentran también libros y publicaciones de su autoría, manuscritos y trabajos en versión original. Además se procuró recrear el espacio de estudio y trabajo del filósofo en un escritorio con sus artículos y objetos personales.
En el acto que se celebró en las instalaciones de la Biblioteca y al que asistieron autoridades y personal universitario, miembros de la comunidad Huarpe, bibliotecarios, familiares, colegas y amigos del intelectual mendocino, el actual director del Sistema Integrado de Documentación (SID), Horacio Degiorgi, dio la bienvenida y se mostró orgulloso de la propuesta.
“Leyendo un poco las cartas y notas de prensa tras el fallecimiento de Roig quiero destacar algunas palabras recurrentes: legado, discípulos, reconocimiento, humildad, coherencia y generosidad. La generosidad de su familia de entregarnos un espacio de casi 7000 volúmenes y de todo una vida que pondremos a disposición del público. Esperamos ser buenos discípulos, defender su coherencia y reconocer siempre su humildad para continuar con su legado”, expresó Degiorgi.
Por su parte, el rector Daniel Pizzi destacó que el mayor homenaje que podemos hacerle a Arturo Roig responde a aquello que se vincula con “el ADN de la Universidad, que es ni más ni menos que la búsqueda de la verdad, aquellos que nos hace libres. Queremos honrar la vida de Don Arturo por sus aportes al conocimiento latinoamericano a través de este espacio”, manifestó.
“Arturo condujo una transformación, un cambio, fue un ejemplo en este sentido. Gracias a la familia por ofrecer este tesoro a la Universidad, e invitamos a toda la sociedad a visitarlo para poder recordarlo y tomar el ejemplo que nos dio impulsando su maravillosa pluma”, finalizó la máxima autoridad universitaria.
En tanto que, Elizabeth Roig, una de las hijas del intelectual mendocino expresó emocionada: “Hemos sido hijos de esta Casa de Estudios. La UNCuyo es parte de nuestra casa materna, y saber que la obra de nuestro padre está aquí es seguir sintiendo que está en su casa, y nosotros seguiremos trazando este espacio de afectos y de trayectorias que se vincula entre lo académico y lo personal.”
Por último, su hija Beatriz, sostuvo casi en llanto: “He puesto mi corazón en este proyecto y no tengo como agradecerle a todo el equipo de trabajo de esta biblioteca”. Y a continuación leyó unos párrafos de un trabajo que su padre presentó durante una donación de libros de autores mendocinos a la Fundación Ecuménica de Cuyo (FEC). “En este escrito Arturo se preguntó ¿qué es una biblioteca? Y entre tantas respuestas expresó que una biblioteca es como un espejo en el que queda para siempre el rostro de quien le dio vida”, ponderó su hija.
Durante el acto también compartieron algunas palabras sobre la figura de Arturo Roig su hermano Enrique, la decana de la secretaría Académica Adriana García, la ex directora del SID Isabel Piñeiro, la investigadora y discípula del filósofo mendocino Marisa Muñoz y el coordinador del Centro de Documentación Histórico de la Universidad Pablo Agüero.
Luego del corte de cintas del nuevo espacio, y antes del brindis, se escuchó la música de Sandra Amaya, quien interpretó canciones latinoamericanas.
Roig y la UNCUYO
Desde el 2012 la Biblioteca Central lleva su nombre como reconocimiento a la extensa trayectoria académica del intelectual mendocino y su particular devoción por los libros y las bibliotecas.
Algunos meses después de su fallecimiento, la familia donó la biblioteca que Don Arturo formó en su casa de calle Vicente López de la Ciudad de Mendoza. A partir de ese momento personal bibliotecario del Sistema Integrado de Documentación (SID) realizó el trabajo de mudanza y catalogación de los ejemplares, con cuidado, respeto y profesionalismo.