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Se fue un compañero

El lunes 14 de noviembre falleció Alfredo Guevara, dirigente político, militante incansable y defensor de los derechos humanos.

15 de noviembre de 2005, 00:16.

Por Ernesto Espeche

Agencia Taller

agencia@uncu.edu.ar

Alfredo Guevara fue un fiel exponente de su generación. Fue un luchador incansable por las causas justas, un irreverente, un provocador, un militante de esos que no dejan espacio en su vida para nada que no esté atravesado por la política. Formó parte de la tendencia revolucionaria en los duros años setenta y abrazó de allí y para siempre la causa del peronismo de izquierda. Tuvo que exiliarse en México luego de recibir varios atentados contra su vida durante la última dictadura militar. “Las Madres demostraron, durante la dictadura, tener el valor que muchos de nosotros no pudimos tener” reconoció alguna vez con su ronca voz quebrada. 

De regreso en Mendoza acompañó a las Madres de Plaza de Mayo y se envolvió en la bandera de los derechos humanos. El Dr. Guevara fue el abogado de todos, de los detenidos por luchar, de los perseguidos por pelear, de los marginados. Convirtió su profesión en una herramienta tenaz y punzante, capaz de construir memoria, verdad y justicia para sus compañeros desaparecidos, y de hacer tambalear al poder represivo que criminaliza a los excluidos del sistema. 

“El Gordo” fue un francotirador; así lo demostró en su paso por la banca del senado provincial entre 1999 y 2003. Desde allí denunció corrosivamente  los acuerdos de los partidos del sistema, la “menage a trois”, según gustaba denominar a los tres partidos tradicionales de Mendoza, para sostener su hegemonía y puso a disposición ese espacio para el campo popular. Apuntó sus misiles más potentes contra la oligarquía mendocina y contra quienes gobiernan en su nombre. Estuvo de pie contra las políticas represivas del “ministerio de in-justicia e in-seguridad” que según él es lo que existe en nuestra provincia.

Era un tipo polémico, incluso en su relación con quienes nos reconocemos del mismo lado de la trinchera. “Alguna izquierda a firmado un pacto de no agresión con la realidad”, decía. Y agregaba “ellos no se meten con la realidad y la realidad no se mete con ellos”. No dejaba pasar la oportunidad para “chicanearnos” con eso de “ustedes, la izquierda gorila”. Por alguna razón eso no nos molestaba, ni siquiera nos fastidiaba. Era “el Gordo”, no te podías enojar con él; era un compañero.  . 

Me despido del compañero Alfredo con un “¡Hasta la victoria siempre!”.  Y por qué no (así él lo hubiera querido) con un “¡Unidos triunfaremos!”

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