El ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, explicó que el promedio de graduación es bajo. La retención del estudiantado, la necesidad de reformular carreras para otorgar títulos intermedios y los mecanismos para graduarse en término, en debate.
“El promedio de la tasa de graduación en el país es bajo, llega al 20 por ciento. Con un buen diagnóstico podemos evaluar de qué manera continuamos enfrentando esta problemática”, aseguró a PáginaI12 el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco. Tras el seminario internacional “Diagnóstico y experiencias para la disminución de la deserción estudiantil”, enfocado en el nivel universitario, dejó razones, fundamentos y proyectos para modificar la tendencia de extensión en el tiempo de graduación y la alta tasa de deserción, que llega al 60 por ciento.
“Se evaluaron posibles soluciones, como rediseñar o introducir cambios en los planes de estudio para otorgar títulos intermedios. Esto no quiere decir achicar carreras, sino otorgar una certificación de lo cursado por el estudiante”, apuntó Tedesco como una de las formas que se evalúan para disminuir el margen de deserción estudiantil en el nivel superior. El encuentro, en el que participaron funcionarios de Venezuela, Colombia y Chile, junto a representantes de las universidades nacionales de todo el país, se concentró en el intercambio de experiencias para la búsqueda de alternativas que favorezcan la permanencia de los estudiantes, observando las posibles causas que producen el fenómeno.
En el discurso de apertura del seminario, Tedesco remarcó que “una parte importante del problema se debe a factores externos al sistema: nuestros jóvenes muchas veces están obligados a trabajar, porque sus familias no están en condiciones de mantenerlos a lo largo de su formación”. Para ello se desarrollan los planes de becas como el Bicentenario, que está en vigencia y reparte 30 mil becas a aspirantes de carreras como Ingeniería e Informática, por dar un ejemplo. El sentido del encuentro era apuntar “no sólo a los factores externos. Allí es donde debemos reflexionar, desde el punto de vista pedagógico, de las estructuras de los planes de estudio, de la dinámica de transición entre el nivel medio y el superior”.
En el Congreso Regional de Educación Superior que se realizó en junio en Cartagena de Indias, Colombia, los datos recabados por la Unesco mostraban una alta tasa de deserción como una situación generalizada en Latinoamérica y el Caribe. Aun así la Argentina lograba una gran tasa de cobertura universitaria para la población, cercana al 60 por ciento, en contraste con otros países de la región. Por ello el secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern, planteó que la retención pasó a ser un tema puntual para abordar “con políticas públicas. Para mejorar la retención es fundamental establecer una mejor articulación con el nivel secundario. La idea es trabajar a través de los Cpres (centros universitarios regionales) y a partir de allí vincularse con las escuelas medias para fortalecer el diálogo sobre la base de lo que serían los contenidos mínimos necesarios para la vida universitaria”. Este trabajo ya se realiza en la provincia de Buenos Aires desde hace un año. Gran cantidad de universidades integraron a su ciclo académico un curso nivelatorio en algunas de sus facultades para dotar a los aspirantes de los conocimientos básicos para ingresar en la vida universitaria.
En ese mismo sentido el funcionario estimó que había “que mejorar las condiciones de educabilidad en los primeros años”. Por eso entre las distintas alternativas que surgieron para enfrentar el abandono de la universidad se evaluó la posibilidad de que en carreras donde el primer año el estudiante tiene que cursar cuatro materias de ciencias básicas o duras “se espacien y sean dos en un año. La idea es que el estudiante no choque de frente con los contenidos duros de la carrera en el primer tramo”, agregó Dibbern.
El pase de la educación media a la universitaria suele ser traumático para quienes ingresan y por eso gran parte de las propuestas fueron dirigidas hacia allí. “El salto de la secundaria a la universidad es muy duro y a veces los estudiantes no lo aguantan. Las condiciones suelen ser bastante críticas, como las aulas colapsadas y la falta de atención más personalizada para quien recién comienza a estudiar”, explicó el ministro. Los programas de tutorías para ingresantes ya funcionan en algunas universidades, como la de Buenos Aires o la de Cuyo. El sistema se basa en la designación de alumnos avanzados en su carrera que son preparados para asumir el rol de tutores de estudiantes de los primeros años. En este mismo plan se reforzaría la tarea de la orientación vocacional para que “el estudiante pueda elegir cabalmente lo que va a estudiar. Hay casos en los que comienzan una carrera enfocada a las ciencias duras y luego no resulta como pensaban. Con una mayor orientación pedagógica esto se reduciría”, estimó Dibbern.
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20 de noviembre de 2024