Del 8 al 12 de marzo se celebra en todo el mundo la Semana de la Sensibilización sobre la Sal, con la premisa de concientizar a la sociedad en la reducción del consumo de sal como aporte para la mejora de la salud de la población mundial, recordando que consumirla en exceso produce hipertensión arterial, y conduce a infartos y a enfermedades cerebrovasculares. Es una iniciativa que fue instituida en el 2005 por la World Action on Salt and Health (WASH).
En el ámbito de la UNCUYO, la coordinación de Salud Integral de la secretaría de Bienestar se suma a esta campaña repasando algunas acciones puntuales y ofreciendo datos que alertan a la comunidad universitaria sobre las implicancias del consumo excesivo de sal.
En primer lugar, en el 2016 el Comedor Universitario incluyó entre sus proveedores a comercios certificados por el programa “Menos Sal Más Vida”, que regula la incorporación de sodio en las preparaciones y trabaja en forma sostenida campañas de prevención y promoción para propiciar hábitos más saludables en la población.
Un año antes, en el 2015 y hasta la actualidad, comenzó a ofrecer el programa “Ponete en Movimiento”, enfocado en la prevención, promoción y educación para la salud de su comunidad. Gracias a este circuito integral, estudiantes y trabajadores pueden hacerse chequeos primarios y recibir recomendaciones sobre alimentación, actividad física y ambientes saludables. En otras cuestiones, se los informa para prevenir factores de riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, entendiendo que la hipertensión, según los últimos informes nacionales, se encuentra en incremento.
Este tipo de acciones, a su vez, forman parte de un proceso que le permitió a la UNCUYO certificar como “Universidad Saludable”, es decir, como ambiente de trabajo y estudio comprometido con la salud individual y colectiva de sus miembros.
El camino para una alimentación sin exceso de sal
Los cambios en los estilos de vida, las altas exigencias laborales y académicas, la urbanización, la producción creciente de alimentos han modificado los hábitos alimenticios de la población, jerarquizando el consumo de productos ricos en energía que contienen muchas grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal.
El sodio es indispensable para la vida, ayuda a mantener el cuerpo hidratado, colabora en la transmisión de los impulsos nerviosos y ayudar a la relajación muscular, sin embargo, el organismo sólo necesita pequeñas cantidades de este mineral. Se recomienda que el consumo de una persona adulta sea inferior a 5 gramos diarios, ello ayudará a disminuir la tensión arterial y el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, padecer accidentes cerebrovasculares o infartos.
Es sabido que el sodio de la dieta proviene en parte de la sal que se utiliza para cocinar y que se agrega con el salero en la mesa. Sin embargo, en los últimos años la mayor parte del sodio es aportado por alimentos procesados, incluyendo panes, galletitas, carnes, etc. Los alimentos pre elaborados tienen un alto contenido de sodio, que casi obligan de manera diaria al consumo excesivo.
Es muy importante promover la reducción del consumo de sal en la rutina diaria de cada persona para reducir la importante carga sanitaria que representan las enfermedades cardiovasculares, incluidas dentro de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles, responsables éstas del 60% de las muertes a nivel mundial según la Organización Mundial de la salud, y que año a año van en incremento.
Cabe señalar que en 2013 en Argentina se sancionó la Ley Nacional 26.905, cuyo principal objetivo es promover de forma integral la reducción del consumo de sodio en la población y promover hábitos saludables. En ella se establecen, entre otras cosas, valores máximos de sodio según grupos de alimentos, plazos a la industria de alimentos para reducir el nivel de sal en los productos y, además, obliga a la inclusión de etiquetas de advertencia en productos, limita el tamaño de los paquetes de sal y establece sanciones en caso de incumplimiento de las normas.