El agua es el preciado líquido de nuestra existencia, no sólo para nuestra vida sino también para la obtención de alimentos industrializados. De allí que el cuidado para evitar su contaminación sea un tema muy delicado y prioritario para el desarrollo de nuestra economía.
Es que las industrias de base agrícola generan residuos que alteran el medio ambiente, pero existen métodos de tratamiento y recuperación durante su uso industrial, que son con los que trabaja un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria de la UNCuyo, comandados por María Balanza, directora de un proyecto científico para recuperar componentes orgánicos de aguas contaminadas en acuíferos del sur de Mendoza.
En esta nota cuenta acerca de las investigaciones que vienen realizando sobre cómo separar sustancias que contaminan las aguas residuales de algunas industrias para volverlas a reutilizar. Es un proyecto de investigación subsidiado por la secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado del Rectorado.
“Desde hace seis años trabajamos en dos líneas de investigación que están relacionadas con el estudio de la calidad del agua. Analizamos la agresividad de las aguas que circulan por las instalaciones industriales o domiciliarias. En otra línea focalizamos la contaminación del agua, separando de ella algunas de las sustancias que la contaminan, por medio de la utilización de membranas líquidas emulsionadas (MLE)”, explica la especialista.
La tecnología MLE permite la recuperación de diversas sustancias que se encuentran en los residuos acuosos generados por las industrias olivícola y vínica, con una estructura química de fenoles y polifenoles que en los alimentos tiene propiedades antioxidantes. “En la industria olivícola estos fenoles quedan en la parte de agua que fue separada del aceite, con lo cual hay un desaprovechamiento de estos compuestos antioxidantes, ya que no se recuperan para el consumo –dice Balanza-. A su vez, esto trae aparejado inconvenientes de contaminación medio ambiental del agua, ya que los fenoles son difíciles de degradar. Por lo tanto, para impedir la contaminación hay que eliminar estas sustancias antioxidantes”.
En ese sentido, están trabajando en la separación de los fenoles y polifenoles de las aguas para poder volver a reutilizarlos. Es decir, además de limpiar un efluente, también recuperan las sustancias nutritivas para darles otros usos.
Aguas más blandas
Otro aspecto abordado por los investigadores es la agresividad del agua, algo muy importante para Mendoza. La provincia tiene aguas superficiales que son muy duras (alto contenido de calcio y magnesio). En el caso de los departamentos del sur como General Alvear y San Rafael, por ejemplo, la dureza de las mismas es mayor que en la zona norte. Por otro lado, las aguas de origen subterráneo son aún más duras que las anteriores. Esto último es muy importante para pensar el desarrollo de la industria, ya que el agua subterránea es la empleada por las fábricas.
“Por ejemplo, cuando calentamos agua y vemos que en la tetera se depositan capas de sarro, esto es debido a las características de dureza del líquido. En su uso industrial ella produce fallas, roturas o mal funcionamiento de los equipos y máquinas, dificultando la transmisión del calor y provocando obstrucciones. Para evitar estos deterioros y pérdidas económicas se la debe corregir: más allá de usar un ablandador de agua –método muy costoso– hay que observar qué composición salina tiene. Y a partir de ello y de su pH, determinar qué capacidad tiene esa solución acuosa de formación de depósitos (agua incrustante) o de ataque a las instalaciones (agua corrosiva) y luego prever un modo de corrección”, expresa Balanza.
El método más económico es controlar el pH del agua, en función de la temperatura con que se trabaje, según la especialista. “Esto debe realizarse cuidando no sobrepasarse al polo opuesto, es decir, en vez de formar depósitos de sales, generar un agua ácida que produzca corrosiones en las instalaciones industriales”.
Finalmente, explica Balanza, la etapa que viene es de docencia y transferencia de los resultados obtenidos en esta investigación, es decir, volcar los conocimientos para el beneficio de las industrias locales.