Nunca me hubiera imaginado… Jamás hubiera pensado que el profundo vacío quemara. Jamás hubiera creído que éste convierte y deja hecho trizas todos los recuerdos y aspiraciones, cual lava sedienta, busca incesantemente mis alegrías, para digerirlas como si fueran desperdicios desdeñables.
El vacío es soledad y la soledad, frío. Ella es una apasionada amante que se escabulle entre tus sábanas frescas, para abrazarte. Y cuando te abraza, cuenta te das de que es el frío el que cala tus huesos, y gracias a esto tus músculos quedan sin sostén y la asfixia se transforma en tu único destino.
En el espejo me miro y no me encuentro, o no encuentro lo que busco, o no busco lo que encuentro.
La vida es rara, es confusa, la vida es… Un día ordenado donde me levanto estoicamente todas las mañanas, estudio mis libros, hablo con mis parientes sanguíneos y dejo nadar mis neuronas en mi masa encefálica. Pero al momento de reposar, miro mi almohada, miro mi colchón y el terror resucita. Terror de dejar mi cabeza sobre ellos y permitirme una retrospectiva en la cual descubra, que lo que estoy haciendo no tiene sentido. No sólo no es trascendente, sino, que no tiene sentido.
Toda mi vida, mi corta vida, he sido un convencido de que no hay nada más pernicioso que no tener objetivos, que no tener una meta para alcanzar. Cuando tienes objetivos, tienes un horizonte al cual dirigir tus energías, tienes en la mañana un motivo para levantarte, el cual te motivará para lograrlo.
En cambio cuando no tienes objetivos ¡pobre de ti! En las mañanas abrirás tus ojos, mirarás el techo de tu habitación y buscarás una razón para levantarte. Y cuando no la encuentres, pobre de ti… Tus energías empezarán a ser acumuladas como el polvo en mis viejas alpargatas y esas energías comenzarán a pesar. Primero en tu corazón y después en tu cuerpo. Y de tu cuerpo pasarán a tu círculo social, y de repente empezarás a negarte a salir –“Porque en realidad no tengo muchas ganas”, dirás a tus conocidos. Donde tu risa se convertirá en sonrisa y tu sonrisa en amargura, de labios caídos y de ojos medio abiertos. Tus alegrías durarán cada vez menos, tu paciencia para contigo y para con los demás será cada vez más escasa y la felicidad no será otra cosa que un recuerdo.
Nunca me hubiera imaginado… Jamás hubiera creído, que el profundo vacío matara… Pero lo viví…
Gastón Burlot
Estudiante Ciencia Política