En la búsqueda de su nuevo director titular, la Sinfónica, dirigida por el maestro Donald Portnoy, de Estados Unidos, presentará una nueva velada del ciclo de Grandes Sinfonías, en esta ocasión Scheherezade, de Rimsky Korsakov, una de las obras más populares del repertorio ruso. El programa se completa con la Barbero de Sevilla, de Rossini, y un concierto para saxofón y orquesta, de Dinos Constantinides, que será interpretado por el solista mendocino Diego Pérez, en este, su estreno nacional.
Las entradas tienen un valor de 8 pesos para el público en general y 6 para estudiantes, jubilados y personal de la UNCuyo.
Donald Portnoy, el director
Recibió su formación musical en el Conservatorio de Peabody y la Juilliard School. Director fundador del Instituto Nacional de Directores que sesiona en Columbia y Charleston (Festival Spoleto), Carolina del Sur y Xi´an en China, seleccionando participantes de todo el mundo.
En el pasado ocupó el puesto de director musical del Teatro de la Opera de Pittsburg, Opera Lírica de Columbia y Sinfónica de Pittsburg.
Se presentó al frente de las Orquestas Filarmónica de Buffalo, Sinfónicas de Baltimore y Pittsburg, Xi´an City Symphony (China), Savannah Symphony, Sinfónica Nacional de Seoul y de Daejon (Corea), Filarmónica Central de Beijing, Sinfónicas de Santa Fé y Rosario (Argentina), Filarmónica de Pomorska (Polonia), Sinfónica de Porto Alegre (Brasil), entre muchas otras.
Desempeña actualmente varios puestos: director musical de la Orquesta Sinfónica de Augusta, principal director invitado de la Orquesta Nacional de Opera y Ballet de Beijing, principal director invitado de la Orquesta de la Opera de Harbin (China), director de la Carolina Pops Orchestra y profesor de Arte Superior y director de la Orquesta de la Universidad de South Carolina.
En temporadas recientes dirigió los ciclos de música contemporánea de la Sinfónica de Charleston en el Festival Spoleto, siendo aclamado por la crítica.
Rimsky Korsakov (1844- 1908): \"Scheherezade\"
Scheherezade (1888) está concebida como una suite sinfónica de carácter programático, en la que asistimos en la relación musical de algunos de los más célebres cuentos de \"Las mil y una noches\". La atmósfera legendaria en que está envuelta la obra, su generoso material melódico con predominancia de giros de sabor oriental, y una ciencia de la orquestación depuradísima, directamente derivada de Berlioz, han hecho de esta la más popular entre las composiciones de Rimsky-Korsakov.
I- Una introducción lenta plantea los dos leitmotivs principales: el del pérfido Sultán, sombrío y amenazador, con su trino característico, y el de Scheherezade, una lírica línea melódica que el primer violín desgrana sobre arpegios del arpa. Sigue un largo desarrollo a partir del tema del Sultán, y luego la historia de Simbad el marino, evocada brevemente por un motivo en compás de 6/8.
II- La leyenda del Príncipe Kalendar se ve ilustrada por este dulce andantino, interrumpido no obstante por dos nuevas apariciones del Sultán, quien entra a escena acompañado por su leitmotiv característico (este motivo representa en cierto sentido el Destino, todo cuanto hay de inexorable en la existencia de los humanos, según un procedimiento que encontramos también en la Quinta Sinfonía de Beethoven, en las sinfonías Cuarta, Quinta y Sexta de Tchaikovsky y en varias de las monumentales concepciones de Mahler).
III- Un nuevo andantino evoca el idilio del Príncipe Kalendar con la bella Princesa Scheherezade.
IV- El tema del déspota abre nerviosamente este movimiento, como preparando al auditorio para convulsos acontecimientos. Un breve interludio lírico con el tema de Scheherezade precede a la “Fiesta en Bagdad” -página irresistiblemente orgiástica, y los dos momentos culminantes de la narración: “El Mar” (con sus glissandi del arpa evocadores del oleaje) y “El Barco se estrella contra las rocas”.
El final representa la paz luego de la tormenta, ofreciendo un diálogo reconciliador entre la Princesa y el Sultán. Los últimos acordes cierran la obra dentro del clima legendario de un “érase una vez…” lleno de la lejanía espacial y temporal de los relatos orientales. Basta escuchar algunos compases de esta obra incomparable para advertir la magnitud de la deuda musical de Stravinsky (en particular en El pájaro de Fuego) para con Rimsky Korsakov, su profesor en el Conservatorio de San Petersburgo.
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22 de noviembre de 2024