"Hay que demoler las casas que están en la ribera", aseguran funcionarios de la municipalidad local, que piden una reconstrucción de la zona; sin embargo, muestran cautela a la hora de creer en las promesas del Gobierno; lanacion.com recorrió la zona de la tragedia
TARTAGAL.- Son las doce y el termómetro del centro de la ciudad de Tartagal ya marca 46 grados. Pasaron quince días desde que un alud provocó el desborde del río y la muerte de dos personas, y hoy, del agua y del barro que invadieron las calles, sólo queda un polvo tenaz que lo cubre todo.
Todavía hay más de 300 personas evacuadas. Decenas de operarios, vecinos y voluntarios trabajan incansablemente para reparar las consecuencias de la tragedia. Una marca de barro sube hasta un metro y medio de altura desde el puente destruido y por la cintura de todas las casas que se suceden más allá de las diez cuadras de lo que siempre habían sido las márgenes del río.
El barro se metió por todos lados. En las cloacas, en las cañerías, en los caños de electricidad, en los placares, en los sofás y en el cuerpo de los tartagalenses. Durante estos quince días se sucedieron anuncios de gobiernos provinciales y nacionales, una conmovedora ola solidaria hacia los afectados, la preocupación por la aparición de casos de dengue y la desazón de que todo lo que se conocía como propio, de un minuto para otro desapareció para siempre.
"Es necesario refundar Tartagal", dice a lanacion.com Rolando Alvarez, que estuvo coordinando las acciones de Defensa Civil desde la municipalidad local. Está sentado detrás de un escritorio vidriado, en una oficina en la que el aire acondicionado parece un milagro de la tecnología y donde la maldición del polvo del río no logra penetrar.
Alvarez es literal. Dice que hay que demoler las casas afectadas localizadas en la ribera.
"Por seguridad hay que erradicar las viviendas en las márgenes. A muchos vecinos no les gusta eso, porque hay que entender que tardaron toda una vida en construir su casa en lo que era una zona segura. Quizás la vivienda era de 150.000 pesos y el fruto de años de trabajo y de pronto, sí, se les va a otorgar una vivienda, pero en un barrio con un costo muy inferior y muy lejos de donde ellos habían construido". Y reflexiona: "Claro es mejor que nada, pero hay que reconocer que el vecino tiene parte de razón en esto."
En esa refundación pensada, hay obras proyectadas, nuevamente, para las márgenes del río, un nuevo puente y la reparaciòn de una gran parte del trazado de las cañerías arruinadas por el barro. "Es una ciudad que creció de una forma bastante caótica y muchos de los problemas que tiene son por la falta de previsión. Muchas de las zonas donde se ha construido son inundables o poco aptas para edificar. Hay barrios donde las casas están 20 centrímetros por debajo del nivel de la calle y 30 centímetros de las bocas de tormenta. Creo que si se hubieran hecho las obras correspondientes antes del 2006 esto nunca hubiera ocurrido", acusa.
Olvido, desidia, negligencia y corrupción. Todos, asegura Alvarez, son parte de la historia reciente y lejana de la ciudad.
En un mapa catastral apoyado sobre el escritorio, Alvarez marca las grandes franjas que quedaron tapadas por el barro. Sobre esa superficie cuenta 200 casas perdidas, pero aclara que son más de 600 familias afectadas y que si bien "las obras solicitadas, y que la Nación otorgó, son suficientes para reconstruir Tartagal de una forma satisfactoria, la ciudad sufrió muchos desastres naturales en los últimos 10 o 15 años. Y siempre se hicieron promesas, que jamás se cumplieron. Por eso aunque los vecinos quieren creer en los anuncios, recién van a confiar cuando vean las casas constuidas y las obras realizadas".
Aún así, Alvarez se entusiasma en la enumeración de lo proyectado. "Entre las obras solicitadas está la remodelacion de todas las escuelas existentes, la creación de establecimientos secundarios, un terciario. Se ha pedido que se sume en la sede de Tartagal de la Universidad de Salta la especialidad de ingeniería en petróleo, geología y otras afines para tener carreras que sean adecuadas a las necesidades de la zona", detalla.
Y enfatiza: "Lo que se ha pedido es lo que no se hizo en muchísimos años. Es lo que Tartagal está necesitando hoy"
Los tartagalenses sobrellevan la tragedia en un clima de sospechas cruzadas. La intendencia actual señala la falla de la gestión anterior. Otros apuntan al gobierno provincial -al actual y al anterior-. A los piqueteros "que se adueñaron de los caminos". A los que practican desmontes en forma furtiva. A las empresas petroleras que con nombres foráneos rodean la zona de influencia. A las ONG que defienden "en forma bucólica" la causa contra los desmontes. A los "aprovechados" que sacan ventaja de las donaciones que llegaron en forma masiva?
Mientras tanto, los vecinos esperan. Que vuelva el agua, que desaparezca el polvo, que se recomponga de alguna manera ese pasado que el río les arrancó de sus casas definitivamente. Y que se aclare cómo fue que sucedió tanto, tan rápido, y aparentemente, sin ningún aviso previo.
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22 de noviembre de 2024