Una larga, larga historia
“Hay que señalar que el mensaje de Jesús es liberador”. La frase es de Rolando Concatti: escritor, ex – sacerdote y mentor, junto a Oscar Bracelis, de la Fundación Ecuménica de Cuyo. Difícil es en estos días separar a la Iglesia de connotaciones conservadoras. Concatti hace un relevo de la Teología de la Liberación, quizá es la excepción de la regla. “El evangelio es claramente subversivo ya que cuestiona el poder”. Luego, con Constantino, el cristianismo se institucionaliza y se “espiritualiza” de ese factor liberador, revolucionario.
En el marco de los años ´60 (mayo francés, rock and roll, hippismo) se actualiza el mensaje de liberación en la Iglesia católica. En el Concilio Vaticano II, 1962 a 1965, el término “opción por los pobres” cobra fuerza. En diversos encuentros de sacerdotes en América Latina se interpretan las conclusiones a la luz de la situación de dominación y bajo la fuerte expansión del capitalismo. Por impulso del obispo peruano Gustavo Gutierrez, la Teología de la Liberación alcanza una expresión teórica más sistemática. El movimiento crece, los postulados de una teología que asume la perspectiva del pobre adquiere una carácter universal y ecuménico.
Los ataques a la Teología de la Liberación tienen una linealidad vertical. En 1984 la revista del Opus Dei, 30 Giorni, da a conocer un documento en el que señala “la teología de la liberación constituye un peligro fundamental para la fe en la Iglesia”. El autor del documento es el, en ese entonces, cardenal Joseph Ratzinger, quien también redacta una “Instrucción”, firmada por Juan Pablo II, en la que cuestiona la dimensión marxista del movimiento.
Religión y revolución
Leonardo Boff, un teólogo brasileño, que tuvo que compadecer ante al actual Benedicto XVI, decía con respecto al marxismo: “La Teología de la Liberación hace uso de algunas categorías de la tradición marxista (Althuser, Gramsci) a partir de su uso práctico. El interés por Marx es que ayuda a comprender mejor la realidad de la explotación y apunta hacia posibles superaciones del sistema anti popular y excluyente que es el capitalismo”.
Concatti continúa: “Hay que reconocer que la conmoción en las estructuras de la Iglesia tiene una repercusión directa en el orden político. En un momento de cuestionamiento radical a la sociedad capitalista. Nosotros creímos en una revolución integral de la sociedad.”
El debate se acrecentaba, la pelea se daba en lo discursivo dentro de la teología. Surge un sector más práctico denominado Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo con una fuerte adhesión de curas en Argentina. En aquel entonces, Rolando Concatti residía en Francia “Fuimos próximos a la Teología de la Liberación. Volvimos a la Argentina, el movimiento de sacerdotes tercermundistas tenía una facción troskista y otra peronista. Nuestro reconocimiento explícito al peronismo nos llevaba por el lado popular.”
En el marco de los años ‘70, en el que quizá se buscaba una “liberación de la teología”, aparece este coqueteo cristiano-marxista. La Teología de la Liberación se convirtió en el discurso de la Iglesia de facción de izquierda, era más rupturista, revolucionaria. Había una desesperación por no perderse la revolución marxista.
Con respecto a Benedicto XVI , hoy Papa, Concatti afirma: “Ratzinger pertenece al sector que se atemorizó en los ‘60 y retrocedió. De joven incendiario, de viejo bombero.”
El avance de las políticas excluyentes traspasó el siglo XXI. Es evidente que el nuevo Papa pone más énfasis en las “fuerzas del mal” y concentra toda su energía en mantener el dogma romano que en revisar bajo otra perspectiva el devenir humano.
Mauricio Torres
Departamento de Cultura.
