El nuevo film de Anderson vuelve a explorar el tono a la vez cómico y nostálgico de sus dos anteriores (Rushmore -estrenada en Argentina como Tres son multitud- y Los excéntricos Tenenbaum).En un descabellado homenaje a Jacques Cousteau y a Moby Dick que es, en el fondo, un homenaje a la dorada edad de la infancia, Anderson se mete otra vez con las relaciones familiares, lo sueños y la soledad, en el reducido espacio de un barco en alta mar.
La gran quimera de Vida acuática es el cine mismo. Steve Zissou (Bill Murray) es un émulo de Cousteau que recorre el océano en busca de aventuras que registrar (o más bien, inventar) con su cámara. La relativa armonía cinematográfica en que conviven sus tripulantes se ve alterada, sin embargo, cuando la realidad -o la idea que los hombres se hacen de lla- irrumpe en la ficción. Y esta realidad tiene tres caras bien definidas: amistad, amor, filiación.
La desaparición del antiguo compañero de emprendimientos de Zissou, presuntamente devorado por un tiburón jaguar, impulsa la primera línea de una historia que Steve presume tan cinematográfica como sus anteriores episodios. La nueva expedición está animada, en un primer momento, tanto por el deseo de venganza -ecológicamente incorrecto-, cuanto por el amor propio de un cineasta caído en desgracia.
Sin embargo, lo que prometía ser un viaje como los anteriores, se ve modificado por la presencia de varios intrusos: el espía de la compañía de bonos, que deberá ser rescatado de un embate, no de la naturaleza sino de unos piratas muy humanos. Esto le permitirá a Steve probar que sí es capaz de salvar a un amigo (aunque no lo considerara tal). La escena del enfrentamiento con los piratas en la isla devastada por el monzón es uno de los momentos de velados homenajes en el film (aquí, al cine clase B).
La segunda presencia, tan inhabitual como inquietante, es la de Jane Winslet, la periodista encarnada por Cate Blanchett, quien con su embarazo, su cuaderno de notas y su micrófono despierta en el viejo Steve a la vez odio y algo que se parece al amor. En la vida del oceanógrafo se han entrecruzado tres mujeres: la madre de Ned Plimpton, a quien conoció circunstancialmente y que ha quedado olvidada en el pasado; Eleanor Zissou, encarnada por una magnífica Anjelica Houston, el "cerebro de la operación Zissou", dueña de la isla Pescespada y accionista dispuesta a salvar los emprendimientos que se hunden cada vez más. Su papel de ex-esposa poderosa y autosuficiente contrasta con la emotiva debilidad del capitán caído en desgracia. Es por eso, tal vez, que la tercera mujer, la periodista, le da a Zissou la posibilidad de pensar en el futuro, en la juventud perdida, y en probarse que a pesar de todo, aún puede amar.
Pero el tercer intruso en la expedición es quien altera todos los planes y, a la vez, le demuestra a Steve que la realidad empieza donde uno quiere, y no donde la cámara la registra. Ned Plimpton llega al barco en busca de Steve, a quien ha admirado de niño y a quien cree su padre; y se une a la tripulación cambiando así los traslados aéreos por los marítimos. Para Ned, la vida a bordo significa el descubrimiento del amor junto a Jane, la periodista; la búsqueda de una relación padre-hijo y, en última instancia, el viaje hacia la propia identidad y destino.
Es en la relación Steve-Ned donde Wes Anderson ha puesto el acento: como todo en las películas que filma Steve, no hay ninguna certeza -en este caso, acerca de la filiación entre los dos personajes. Pero la voluntad, el deseo de encontrar un padre y un hijo, respectivamente, se va profundizando a medida que la forzada convivencia en medio del océano lleva a Zissou y a Ned a medir fuerzas en al vida y en el amor. Cuando, luego de aventuras que han resultado más verídicas que las de todas las expediciones anteriores, desde el submarino por fin avistan al tiburón jaguar, queda en claro que por sobre todas las cosas y sentimientos, lo que prevalece es la belleza. El tiburón jaguar es una gran metáfora luminosa de todos los sueños que el tiempo devora, pero que la imaginación y la memoria pueden rescatar para salvaguardar aquello que nos hace humanos.
Por eso, la última película de Steve Zissou es un éxito: porque esta vez, aunque no se vea nada (como en las anteriores), lo que no se ve está ahí de todos modos, y se percibe: la materia luminosa de quee stá hecho el cine (también el de Anderson): los sueños, la memoria, el amor, las familias -hasta las más disfuncionales. "Esto es una aventura", cocnluye Steve, y es la vida misma que empuja a los tripulantes, maltrechos pero sobrevivientes, a embarcarse en el primer viaje del resto de sus vidas, que puede ser tan cinematográficamente real como este, en el que la belleza y el amor han derrotado a la venganza.
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28 de noviembre de 2024