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Todos Tus Muertos

La muerte como principio y fin .El cementerio que nace como un espacio para depositar los cuerpos a través de una ley que garantizaba a todos por igual, el  ingreso al mismo. En algún tiempo fue un espacio de sociabilización. En la necrópolis capitalina hoy se intenta que -a través de visitas guiadas- se recupere su valor histórico, artístico y patrimonial. Agencia Taller hizo el recorrido en el marco del Día de los Muertos que se celebra por disposición católica el 2 de noviembre. Aquí algunos detalles de una experiencia mortal.

08 de noviembre de 2005, 01:11.

Por Natalia Bulacio

Agencia Taller. Editora Departamento de Cultura

nataliabulacio@hotmail.com

La muerte entendida como principio y fin, como la gran demoledora de la vida. Concebida como gran salto en las tinieblas o como aquella luz extinguida de una vida, tuvo su apogeo en un caluroso miércoles 02 de noviembre, fecha que se estima como el  día señalado por la Iglesia para pedir de una manera especial por los difuntos.

Ariel  y Fabián Sevilla, hermanos y periodistas son los encargados de relatar las historias de las tumbas y mausoleos del cementerio ubicado en la calle San Martín de la capital mendocina. Desde hace 2 años que se lleva a cabo esta iniciativa cultural y es la expresión de 4 años de investigación.

Más de cien personas escucharon las historias, y los mitos y que comentaron los guías mientras recorrían el cementerio, ya de noche en 2 grupos con la sola compañía de una luz  y un megáfono. Se observó la presencia de turistas, niños y jóvenes mayoritariamente.
Los guías del paseo pidieron a los presentes respeto hacia los muertos .La idea era apreciar de noche la arquitectura de los mausoleos y de las tumbas.

Según se contó, era costumbre enterrar a los muertos en la Iglesias como centros de concentración de devoción  hasta que estas –lógicamente- se saturaban de cuerpos. La necesidad  resultó evidente y en 1828 surge la ley de cementerios públicos. Se eligió  la actual zona que ocupa hoy el “camposanto” pero  no se sabe por qué razones.

Finalmente y después de idas y venidas, el 1 de  agosto de 1846 se habilita con el entierro del cuerpo de un niño que murió por causas desconocidas. Aunque hecha la ley, hecha la trampa ya se había depositado 12 cadáveres en 1843. Llega el año 1911 y el cementerio capitalino empieza a crecer.

 En la actualidad, hay zonas del osario que están desprovistas de cualquier tipo de cuidado. A partir de calle Mitre se considera el cementerio nuevo, lo restante se lo califica como fundacional o antiguo.

Llega el 20 de marzo de1861, y el terremoto mas fuerte y catastrófico que padece la historia de la provincia hace estragos en el lugar. Se calcula que Mendoza en esa época vivían 11.000 habitantes de los cuales fallecieron 5400.Un número aterrador, tan temible como el fenómeno que lo causa.

Nadie se preocupo porque el cementerio quedó desvastado, simplemente porque Mendoza era una ciudad muerta.

En 1884, el Intendente Luis Lagomaggiore (considerado un progresista de la generación de los 80) se concentró en urbanizar la ciudad y  reformar “la ciudad de los difuntos”.Pensar en enterrar un cuerpo en cualquier otro lugar en 1910 era casi imposible. Atrás habían quedado viejas costumbres. Dos años antes se había creado ya el cementerio del departamento de Godoy Cruz con importantes demandas.

Es difícil imaginar que el cementerio haya sido un lugar de sociabilizacion .Un lugar que está poblado de tumbas y nichos. Mitos populares al pie del cañón. Estatuas de ángeles repetidas casi por series. Tumbas profanadas, sectores sin luz ni limpieza. Y ese olor nauseabundo a flores “de cementerio”.

Recorrido:”El cielo puede esperar”

“El Gauchito”: mausoleo imponente que pertenece a los Lencinas. Se cuenta que Carlos Washington Lencinas (gobernador, e hijo de “El gaucho” José Néstor, también gobernador de la provincia)  fue sepultado con el corazón extraído y puesto en un frasco por órdenes del yrigoyenismo. La leyenda cuenta que por las noches se escucha que alguien cuenta monedas.

“Hamlet, de 56 heridas”: tumba quecorresponde al segundo Coronel Ambrosio Sandes. Un militar uruguayo colaborador de Mitre. Considerado como un museo de cicatrices vivientes. Dicen que lo herían y al otro día se le curaban. Mucha gente se encomienda su fe a él cuando tiene lesiones o llagas.

“Vecinos en la eternidad”: en vida fueron enemigos íntimos, incluso compitieron por quien tendría el mejor sepelio. Hoy la eternidad lo avecina porque sus restos están en mausoleos aledaños. Adolfo Calle, creador de diario Los Andes se enfrentó políticamente a Emilio Civil ,quien fue gobernador de Mendoza 2 veces. A pesar de ser liberales ambos, diferían en la metodología de la práctica política, y utilizaban como herramientas los diarios que tenían en su poder.

“Alma en venta”: hermoso mausoleo con monumento en mármol  negro. Concierne a Angelino Arenas, un empresario y político de mucho dinero que -se comenta- le vendió el alma al diablo.

“Justicia divina”: Saturnino Salva fue considerado un Juez justo. Sobre su tumba había una urna donde  la gente depositaba los pedidos escritos en un papel con el afán de que se produjese el milagro y por poder celestial de este juez muerto se concedieran los pedidos populares. Sus placas fueron hurtadas.

“¿Monumento nacional?”: Juan Gualberto Godoy era un periodista unitario. Desde la prensa se opuso al federalismo. Creó diarios en Chile. Uno de los 2 monumento nacionales .El otro es Martín Zapata.

“Atendidos por sus propios dueños...”: Juana Azcona y JN Dávila. De sus vidas se sabe que fueron muertos por los Hermanos Leonelis. En 1916, estos  tuvieron una funeraria, pero además estafaron inmigrantes que luego mataban .Los cuerpos eran enterrados en la propia funeraria. Los hermanos Leonelis fueron condenados a muerte, pero un juez les perdono el castigo y los sentencio a estar presos de por vida.

“La escalera al cielo”: Concierne a Sotero Arizu Lavado, la familia bodeguera, que contribuyó ampliamente para que Mendoza sea considerada un polo vitivinícola. La historia cuenta que tres hermanos que vinieron de Europa  y construyeron este monumental mausoleo con el típico pensamiento que venían a América a afincarse y a tener una familia grande. Tan grande que este  lugar tiene un sótano con 106 nichos. Los cuerpos son trasladados con un montacarga eléctrico. También se  señala que hay 52 espacios  ocupados, aunque algunos  miembros de la familia Arizu ya expresaron su negativa a pasar allí “su eternidad”.

“El Gaucho Cubillos”: centro de fervor  por excelencia inundado de olor a cebo y velas quemadas. El Robin Hood chileno que le robaba a los ricos para darle a los pobres. Un delincuente que murió de manera trágica y que representa una devoción popular increíble. Lleno de flores, velas, ofrendas y la llamativa  simbología tumbera del dado de 5 puntos, que en la jerga significaría “muerte a la policía”. En el 2003 este santuario se incendió pero se desconocen las causas. Actualmente hay una señora que con extremo cuidado cada día, limpia y mantiene el sector considerado por ella como “el mas sagrado “.

“El más allá” del morbo

El recorrido empezó alrededor de la 20 10 y la noche asaltó el encuentro. A medida que se avanzaba en el camino el temor ganaba los huesos de quienes participaban de la visita. Los guardias del cementerio retoman la  leyenda que dice que en el mausoleo de los Giol en época de cosecha se siente olor a mosto, o que del nichero de los Nieto se respira olor a frutas.

La gente se alborotaba pensando en la existencia de fantasmas. Y hubo cara de desilusión cuando el guía solo contaba “mitos”.Quizas alguno asistió con la idea de ser sorprendido por alguna ánima en pena. Y alguna señora también conoció la tierra capitalina cuando se enterró de un golpe debido a la escasa luz.

La visita fue interesante, los relatos atractivos. Una manera sugestiva de recordar los muertos. Los nuestros y los otros .Y como conociendo esta parte de la Historia nos revela como sociedad. Y como un espacio nos habla de lo que somos.

 Es culturalmente apasionante saber que antes la gente iba a quedarse un rato en el camposanto, incluso se cuenta que la gente se conocía y se enamoraba en el cementerio. Algo casi impensable  en nuestros días.

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