El programa consiste en que se beca a los chicos. Pero no se trata solamente de la entrega de dinero. El programa brinda un año de formación preuniversitaria, con gran parte de los gastos cubiertos. Es decir, realizan una adaptación durante todo el año. ¿Por qué se trabaja así? Por la experiencia: no alcanza con darle un banco en una facultad. Eso se hizo en 2003, y no resultó del todo: muchos no lograron ingresar a la universidad. El chico que viene de una comunidad rural debe aprender antes otras cosas, que aparecen como obvias para un habitante de la ciudad. Por ello, durante ese año, los chicos conocen la Universidad, se acercan a las carreras que pueden gustarles, comienzan a desenvolverse en la Biblioteca Central, aprenden a conocer y a manejarse en Mendoza… 

Te proponemos profundizar esta primera parte del informe. Escucharás a Carla Rosales, coordinadora del programa, y de algunos de los chicos que están realizando el preuniversitario especial para huarpes y para egresados de escuelas-albergue en general –es decir, son chicos que aún no ingresan formalmente a la UNCuyo–.

Prepararse

Sobre el choque cultural, nos cuenta Rodolfo Palma, de Las Catitas, Santa Rosa. Tiene 18 años.

–En la universidad tenemos mucha responsabilidad en el estudio, con los horarios. Hay que decir “no” cuando te invitan a salir… Allá nos encontramos siempre en el centro. Nos conocemos todos. Acá, nadie te saluda.

Y además, deben prepararse cognitivamente, para adquirir conocimientos básicos, algo que no siempre logran sus escuelas de origen.

Actualmente, hay 30 alumnos en la UNCuyo, en diferentes carreras, que provienen de comunidades huarpes. Vienen ingresando desde 2003. Desde 2006, hay gente de otras zonas rurales.

Nuevos estudiantes

Este año, se realizó una modificación sustancial, en chicos egresados de escuelas-albergue. Primeramente, no ingresaron sólo miembros de comunidades huarpes. También participan del programa otras zonas rurales, de Lavalle, La Paz, Santa Rosa, Malargüe y San Juan.

En segundo lugar, los chicos no entran directamente a primer año. Realizan un preuniversitario que dura… un año completo. Hay 15 chicos participando del programa de “ambientación” preuniversitaria. Seis de ellos, son huarpes. “Conocen los recursos con los que cuentan, y, sobre todo, sus beneficios y sus derechos como estudiantes”, indica Carla Rosales.

Todos reciben la misma beca y la misma formación y realizan las mismas actividades.

Se trata siempre de zonas rurales, alejadas de la villa cabecera, con poco acceso a servicios básicos, de educación, vivienda, salud.

–Allá nos conocemos todos. Hay una casilla del ferrocarril, el centro de salud, dos negocios, el registro civil, la policía, casas, la escuela, nada más, comenta Beatriz Mayorga, de San José, Lavalle.

Casi todos provienen de escuelas-albergue. Para un joven de la ciudad, lo que proponen estas escuelas, puede resultar raro. Por ello, lo explicamos, por las dudas: como se trata de chicos que suelen vivir lejos de la escuela, el método de cursado es diferente. Cursan menos días por mes. Esos días, duermen en la misma escuela. Luego, regresan a sus casas.

Germán Fernández
Para ¡en contActO!, boletín de la Secretaría de Bienestar Universitario
2006

(Continuará la semana próxima)