Es muy difícil despedir a un amigo, más cuando esa amistad se fue consolidando en la lucha permanente por los ideales como la defensa de la democracia; la Paz; los derechos humanos y los grandes temas que agobian a la humanidad como la pobreza; el hambre; la discriminación; las problemáticas de género; los excluidos, etc.
Al referirnos a Luís, preferimos hablar del “Maestro” no del profesor, pues a un militante de la vida como él el título de cátedra le quedó siempre pequeño. Efectivamente fue profesor universitario, siempre con una mirada puesta en la sociedad, constituyéndose así en un intelectual comprometido con el mundo que le tocó vivir.
Con él, en el Foro “Corriente de Opinión Ciudadana” aprendimos a consolidar la idea de convivir en las diferencias en la medida que teníamos coincidencias en lo filosófico e ideológico, más allá de las distintas vertientes partidarias. Era un hombre que enseñaba a romper con el dogmatismo que muchas veces nos restringe la mirada. Un intelectual crítico y honesto que defendía vehementemente los principios de la justicia y sobre todo, era uno de esos amigos que describía
Atahualpa Yupanqui: “Un amigo es uno mismo en la piel de otro”.
La sociedad mendocina le debe un reconocimiento, no sólo por haber sido el primer rector de la Universidad Nacional de Cuyo en la primera etapa después de la última dictadura, sino y fundamentalmente por su trayectoria de vida, sin dobleces, sin respiros y sin claudicaciones en la búsqueda de crear otro mundo erradicando la miserias humanas.
Creemos que las sociedades se nutren de hombres como Luís Triviño y esperamos –de ser posible- que alguna escuela, instituto, calle o espacio público lleve su nombre para que los jóvenes que no lo conocieron al pasar alguna vez por ese lugar, se pregunten quién fue este hombre como una forma de impedir que toda su lucha de pensamiento y palabra por el bien común, no quede en el olvido. Hay tantos nombres inscriptos por ahí que creemos justo que se recuerde a quienes sembraron ideas e ideales sin haber usado sables o dogmas. Su último libro “El Ateísmo”, lo muestra sabiendo que aun en contra de la mayoría, es necesario mantener y defender lo que uno cree que es correcto.
El dolor nos embarga a quienes fuimos y somos sus amigos/as, aunque físicamente no esté, pero su recuerdo vívido nos acompaña y nos acompañará cuando una injusticia nos lastime y en la medida que persistan tantas aberraciones humanas como las guerras; genocidios y hambrunas.
Triviño era un indispensable amigo que guardaremos siempre con la misma coherencia con que él militaba con alegría y pasión las grandes causas de la humanidad.
Por el Foro “Corriente de Opinión Ciudadana”
Dr. Roberto Chediack – Dr. Roberto Follari – Dra. Esther López – Prof. Olga Ballarini – Prof. Elsa Pizzi – Cont. Oscar Santarelli – Arq. Ennio Fattiboni – Dr. Jorge Barandica – Lic. Walther Marcolini – Cont. Pedro López – Gabriel Conte - Mag. Pedro Zalazar.