En la Nave de la Universidad tuvo lugar la charla abierta que protagonizó el escritor y guionista Alejandro Parisi. Asistió un centenar de estudiantes de 4º y 5º año de las escuelas preuniversitarias de la UNCUYO. El encuentro se organizó con la intención de generar conciencia sobre xenofobia, racismo, bullying y antisemitismo desde la transmisión de la memoria del Holocausto.
El escritor compartió sus saberes, producto de una investigación realizada para escribir sobre la temática, con jóvenes del Colegio Universitario Central, la Escuela de Comercio Martín Zapata, el Liceo Agrícola y Enológico, la Escuela del Magisterio y el Departamento de Aplicación Docente.
“Tuve el privilegio de que los protagonistas del holocausto me contaran su historia”, dijo Alejandro Parisi ante la atenta mirada de los estudiantes, quienes tras su disertación realizaron preguntas contextualizadas en la actualidad que enriquecieron la exposición.
De la charla participaron María Ana Barrozo, directora General de Escuelas Secundarias de UNCUYO (DIGES), Luciana Moschel, becaria del área de Derechos Humanos de UNCUYO, y Roberto Lask, presidente de DAIA Mendoza, quien ofició de mediador entre los estudiantes y el autor.
“Les agradezco mucho el tiempo de escucha. Nuestras escuelas tienen como eje prioritario la formación en Derechos Humanos. Le ponemos mucha energía, es parte central en la formación de los jóvenes”, explicó Barrozo, quien contextualizó la charla en el marco de los 40 años de la recuperación de la democracia.
Roberto Lask resaltó que este encuentro con los estudiantes es una manera de recordar a quienes vivieron el Holocausto: “Es una forma de rendir homenaje a las personas que vivieron el Holocausto. Que su sacrificio no fue olvidado”.
Tres libros para reflexionar
Parisi presentó en su charla El Ghetto de los 8 puertas, La niña y su doble y Hanka 753. Hizo un recorrido por las historias de tres sobrevivientes del Holocausto, el genocidio llevado adelante por el gobierno de la Alemania de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Con testimonios desgarradores, el escritor contó cómo construyó estos textos nacidos de la palabra de sus protagonistas.
“Fue una responsabilidad enorme. Sentía que las obligaba a contar lo peor de su vida. Había momentos en que me costaba contener las lágrimas. Pero sentían la necesidad de contar sus historias”, dijo Parisi y aclaró que en muchos casos las víctimas del Holocausto eran personas de la misma edad que los estudiantes preuniversitarios.
Contó también que haber escuchado el relato de estas tres mujeres le hizo reflexionar respecto del silencio: “Todo esto me sugirió que el silencio no es excusa de nada. Quedarse callado te convierte en cómplice. Me parece que el antisemitismo y la xenofobia tienen una base en común, que es la ignorancia”.
Por último, planteó que siempre se debe buscar la verdad y que no hay que dejarse llevar por los discursos de odio. “Cuando uno no conoce a otro le tiene miedo. Y ese miedo a veces se vuelve violento y busca destruir a otro. Ojalá ustedes puedan hacer mejor las cosas de las que lo hemos hecho nosotros”, aseguró el autor.
En la palabra de las estudiantes
Concluida la exposición, los y las estudiantes de los colegios de UNCUYO participaron de un debate en el que reflexionaron sobre lo que sucede dentro de las escuelas y en la sociedad en general, respecto del racismo, la xenofobia y el resto de las temáticas propuestas para la jornada.
“Acá en Argentina se replica mucho recordar esto con el Nunca Más, pero debe venir acompañado de verdad y de memoria. Creo que el hacer debe venir de la mano del saber. Si yo conozco mis derechos puedo exigir y por eso es muy importante la educación cívica que recibimos. Si sabemos, compartimos lo que sabemos y porque vamos a excelentes colegios debemos enseñar al resto lo que también pueden hacer”, remarcó Joaquina Quiroga, estudiante de quinto año del Colegio Universitario Central.
Una estudiante del Liceo Agrícola y Enológico (LAE) dijo que habitualmente se siente observada y juzgada, lo que considera como un ataque a su autoestima. “Siempre me enfrento a situaciones, por mi color de piel, en la que me señalan. O por mi pelo. Y eso me intimida. Siempre pienso que hay muy poca empatía hacia los otros”, relató.
Otra estudiante del LAE dijo que hay personas que son tan obstinadas que “obligan” a los demás a relegar sus ideales. “Creo que no hay que perpetuar ideologías que hablan de muerte. Es difícil luchar con la ideología que no quieren cambiar los mayores, que pueden saber mucho de algún tema, pero no de todos, y sabés que vas a tener que pelear todo el tiempo”, concluyó.