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Un elixir con sabor mendocino

23 de marzo de 2009, 17:27.

Esta noche se estrena otra de las producciones propias de nuestra sala mayor. En este caso es la obra de Gaetano Donizetti: “L’elisir d’amore”, una pieza exquisita que está íntegramente realizada por artistas locales.

Hay un pacto que nunca podrá romperse: el que existe entre el espectador y el espectáculo, y que determina que dentro de la sala, todo lo que allí suceda, tendrá valor de verdad. En nombre de esta primera y primitiva sentencia un espectáculo se adueña (o no) del corazón de su platea.

Para disfrutar de esta versión de “L’elisir d’amore”, de Gaetano Donizetti, hay que entregarse a la probabilidad de que exista un imposible, a lo inverosímil, a los ingenuos juegos de la infancia, a la apariencia inexplicable de la lógica inconsciente.

Al menos desde esta deliciosa proposición es que la regisseur Marizul Ibáñez ha fraguado la puesta en escena. “Vendría a ser como el relato de un cuento infantil para adultos -detalla- porque habla de un elemento mágico que aquí está asociado con la infancia. La propuesta es la de entregarnos a algo que no es racional pero que hace bien. Es por eso que la obra tiene despropósitos propios de un cuento que, aún así, se pueden ver reflejado en lo cotidiano”.

El amor, en dosis

Con todos estos guiños en torno de qué veremos. Es preciso que nos ubiquemos en la acción.
Principios del siglo XIX; un pequeño pueblo; la joven, adinerada y hermosa Adina; sus dos pretendientes: Nemorino (un campesino pobre y tímido) y Belcore (un militar de evidentes encantos).

Allí, en ese lugar y tiempo, es que llega con su carromato misterioso Dulcamara. Él es un vendedor ambulante, de aquellos que eran tan habituales en los pequeños pueblos de Europa: el proveedor de las novedades y exotismos de otras tierras, materializados en peines, afeites y enseres de toda laya. Entre esa multiplicidad de bagatelas, Dulcamara trae un mágico brebaje que, asegura, puede conseguir el amor de la más furtiva flor.

En esta historia, ¿quién sino Nemorino podría ser el inocente y tierno comprador del sueño para acceder a la felicidad romántica?

Hasta aquí, en términos generales, la historia de “L’elisir d’amore”, la ópera de Gaetano Donizetti con la que el Teatro Independencia vuelve a jugar una carta en favor de la autogestión y la producción propia.

“No es una ópera bufa -nos aclara, convenientemente, Marizul Ibáñez-, porque los personajes no son caricaturescos sino humanos. Esta es una pequeña/gran maravilla de la ópera romántica y cómica”.

Esta “pequeña/gran maravilla”, como la define Marizul es una ópera que Donizetti estrenó en mayo de 1832, en el Teatro della Cannobbiana (Milán). Y tiene, como obra de repertorio operístico, varias particularidades. “La considero una joya y, además, es una ópera de transición y precursora del romanticismo -continúa describiéndonos-. Es la primera opera de la gran etapa de mayor calidad de creación de Donizetti “.

En “L’elisir d’amore” Donizetti combinó el “belcanto” (estilo desarrollado a partir de fines del siglo XVIII y principios del XIX, que persigue la belleza vocal y melódica y requiere de la destreza técnica y la ligereza de los intérpretes) con elementos de comedia y romance.

“Donizetti intervino activamente en la redacción del texto, a cargo de Felice Romani, contrariando las costumbres de la ópera italiana donde el oficio de compositor estaba rotundamente separado del escritor -se lee en algunos párrafos del programa-. Una de las mayores divergencias fue la inclusión de la romanza ‘Una furtiva lacrima’.

El hombre de letras que era Romani estaba convencido de que no la podía cantar un personaje como Nemorino, y el hombre de teatro que era Donizetti opinaba lo contrario”.

Como niños, hemos de mirarlos

Ya que el abordaje escénico que ha elegido la regisseur mendocina para esta pieza tiene a la magia y lo lúdico como elementos determinantes de la poética, parecía interesante saber cómo es que los personajes de esta historia transitan ese universo. Y, claro, se lo preguntamos.

-¿Cómo has trabajado los aspectos interpretativos de esta obra?

- Dado que no es una ópera bufa y por lo tanto los personajes son humanos, yo he llevado esa característica a un primer plano; que está muy unido a esos aspectos infantiles del juego. Estéticamente esto está resuelto desde un cuento, pero con un buen delineado de los personajes; sin caricaturizarlos.

-¿Y cómo es ese delineado?

- Tal como está planteado en la ópera hay dos personajes bufos: Belcore y Dulcamara. Pero, de cualquier modo, yo amo introducir en las óperas las otras manifestaciones artísticas, entonces, por ejemplo, los soldados en nuestra puesta son actores. También he puesto una pareja de bailarines clásicos y los ayudantes de Dulcamara son bailarines contemporáneos. He buscado la resolución de esos personajes en su acompañamiento.
 
También estará el Coro de Cámara de la UNCuyo, que está prácticamente todo el tiempo en escena. Ellos encarnan a ese pueblo, muy inocente, que rápidamente se entrega a todo y que también rápidamente cambia de parecer: el que antes era feo y pobre, luego se ve rico y hermoso (ríe). Verás que hay algunos temas que son muy actuales. Ha sido todo un desafío tener a esa masa de gente tanto tiempo en escena.

-¿Cómo están planteados los personajes principales?

- Dulcamara es un personaje extraño, indefinible, porque es el vendedor de ilusiones -en el buen sentido.; de esas ilusiones que uno pierde en la vida. Él vende algo que no es verdad y, por eso, termina vendiendo una ilusión.
 
Por eso es que es un personaje que maneja varios elementos mágicos (entre los que, claro, se reservan sorpresas). Adina es una mujer inteligente e informada: es fría y calculadora hasta que conoce el amor y lo acepta. Nemorino es tímido; al punto de que uno llega a preguntarse: “¿de qué se enamora Adina?”.

Pero a lo largo de la obra uno va viendo la ternura de Nemorino, la devoción que siente por ella. Nosotras, mujeres, sabemos que la ternura nos conmueve y enamora.

Una apuesta romántica

“L’elisir d’amore” es una de las jugadas fuertes de la nueva gestión del Independencia; que se inició el año pasado con la obra infantil dirigida por Ernesto Suárez y continuó este año con “La mala Malinche”. El proyecto de constituir a la sala mayor como una autogestora y productora de sus propios espectáculos y de conformar equipos técnicos y artísticos propios para tal fin, parece estar tomando cuerpo.

La cantidad de artistas que está trabajando a las órdenes de Ibáñez -y, por supuesto, junto con la Orquesta Filarmónica de Mendoza, que es la que tiene el comando musical- se reunió en diciembre de 2008, para hacer “Madame Butterfly”. Y aunque esa idea no prosperó, las ganas de estrenar no cedieron. “Hemos armado un equipo interesante: convoqué a distintos profesores de canto de Mendoza para las audiciones -cuenta Marizul-.
 
De ahí surgieron estos chicos que son fantásticos y la idea de formar un equipo interdisciplinario. Se incluyó Pepa (se refiere a la expertísima Fenicia Cangemi): ella los preparó vocalmente, aún cuando cada uno de ellos tiene su maestro. No quiero dejar de destacar la gran colaboración, disponibilidad y disposición que ha tenido el Coro Universitario; que está reforzado por alumnos de canto de la Universidad”.

Con estos más de cincuenta artistas locales sube hoy al Independencia un orgullo que sienten propio: esta preciosa fábula en la que el amor anida en los corazones con artilugios tan engañosos como eficaces.

La ficha

L’elisir d’amore”
Con: Orquesta Filarmónica de Mendoza y Coro de Cámara de la UNCuyo.
Solistas: Griselda López, Mariano Leotta, Fernando Lázzari, Marcelo Da Cortá y Mariana Rodríguez.
Bailarines: Priscila Resca y Gonzalo Cano.
Figurantes: Diego Nogara, Cristian Lucero, Francisco Molina, Emmanuel Gauna y Pablo Rodríguez.
Director de la Orquesta: Pablo Herrero Pondal.
Directora de escena: Marizul Ibáñez.
Director del Coro: Fernando Ballesteros.
Preparadora vocal: Fenicia Cangemi.
Diseño de escenografía y utilería: Victoria Fornoni y Darío Herrera.
Diseñador de Vestuario: Omar Díaz.
Vestuario: Fundación Opera de San Juan.
Días y horario: Hoy y mañana; y el 24 y 25 de marzo. A las 21.15.
Sala: Teatro Independencia.
Entradas: $40, platea baja y palcos bajos; $30, platea alta y primera fila de Tertulia; $20, Tertulia (resto) y Paraíso.

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