En el Campus de la UNCUYO la comunidad universitaria de la facultad de Filosofía y Letras disfrutó de la presentación de la recuperación, restauración y puesta en valor de la obra "Somos el Principio" de la escultora Patricia Aisum.
Del acto de reinauguración participaron el decano y vicedecano, Adolfo Cueto y Víctor Zonana, respectivamente, acompañados de varias autoridades, docentes, estudiantes y personal de apoyo académico de la Unidad Académica.
En su discurso, Cueto resaltó la importancia de haber contactado a la artista Patricia Aisum. “Fue tocar el cielo con las manos, ver la posibilidad de que la reparación y restauración del mural fueran hechas por la propia artista que creó lo creó”, sostuvo el Decano, al tiempo que destacó su “loable espíritu”. “Todos recordamos haberla visto en los días más difíciles de frío, tirada en el piso, rascando pintura, raspando restos de material, trabajando duramente para recuperar la obra”, añadió.
A continuación, el funcionario procedió a la lectura de la interpretación de la propuesta artística que ofreció Patricia Aisum, y a su término coincidió con la sentencia de la escultura acerca de que el mural sintetiza la energía del espíritu humano, que fluye en los claustros de la Facultad: “Aquí está internalizado el arte, la expresión del hombre como tal, en su búsqueda permanente del origen, el ser y el saber; el hombre sentido creado y vivido”.
“Recuperamos un bien artístico muy sentido para toda la Facultad”, cerró Cueto en el contexto de una actividad que se desarrolló a propósito de los 80 años de vida de la Unidad Académica.
También expresó algunas palabras el secretario de Gestión de Gobierno y Administración de la Facultad, Alejandro Darío Sanfilippo, quien dio detalles del proceso de recuperación, restauración y puesta en valor de la obra. Explicó que estaba “precedida de una platina recubierta en cerámico que participa de la estética de la obra y está rodeada de un sistema de aislamiento. La idea es que quien la observe pueda hacerlo a una distancia que le permita tener una perspectiva integral de la propuesta estética, evitando además una excesiva cercanía que podría dañarla a ella o a su entorno”.
“El mural -continuó Sanfilippo- fue preparado para soportar los efectos de permanecer a la intemperie, ya que fue restaurado con productos especiales”. A su vez, el Secretario indicó que se incorporó la iluminación para que de tarde-noche también se pueda apreciar la obra, y que aún restan trabajos de mejoramiento, "como la instalación de una placa de referencia, que indicará detalles de la obra y que se encuentra en diseño, puesto que debe resistir a la intemperie, ser colocada en un pedestal e instalada en un lugar que la incorpore a la visión integral de la propuesta”.
La obra
A la artista plástica Patricia Aisum le demandó dos años de labor su creación, que tiene siete metros de ancho por tres de alto. La propuesta realizada en mármol reconstituido (cemento blanco con marmolina) se compone de nueve esculturas distribuidas a lo largo y ancho de la superficie, que a su vez está trabajada con texturas y diferentes modelados.
Entre otras cosas, se destacan dos esculturas que representan al ser humano en su integridad: el hombre central inmerso en su pensamiento y el escritor que se nutre de la riqueza humana ancestral y procura sintetizar esta energía en el papel. Las fuerzas inspiradoras y musas simbolizan el conocimiento, motivación, voluntad, sentimientos y raciocinio, que permiten al ser humano crecer. Se los representa con formas humanas, pero con un tamaño menor al de los dos hombres.
Las figuras no tienen ninguna vestimenta a fin de evitar la identificación con alguna época o lugar, porque lo que se procura es representar al ser humano en su esencia. Precisamente la obra se denomina “Somos el principio”, porque el hombre muchas veces busca en su exterior, en lo material, las respuestas que están en su interior. El mural intenta expresar esta búsqueda permanente del origen, el ser y el saber.
En definitiva, el mural “Somos el principio” propone sintetizar la energía del espíritu humano, que fluye en los claustros de la Facultad.