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Una lucha sin corte

Muchas son las definiciones que pueden barajarse desde diferentes frentes al iniciar el debate sobre un movimiento integrado por desocupados que realiza su aparición en la escena nacional incorporando un nuevo concepto en materia de protesta. Una protesta popular y masiva mediante el corte de rutas realizadas por este nuevo agente social: el piquetero.

18 de mayo de 2004, 09:20.

En la orden del día la discusión política tiene más que presente este tipo de manifestaciones so pena de dirigir la atención sobre la metodología empleada más que por las razones sociales que la precipitan. Si esto demanda una solución no debe implementarse con medidas represivas e irracionales sino por comprensión del verdadero problema que hoy por hoy se entiende sin más rodeos: la falta de trabajo. Los piqueteros salen a la calle y comienzan su accionar desafiando al gobierno en la premura de soluciones que socaven a la desocupación e implemente medidas tendientes a lograr una sociedad sin desocupados, sin hambre, sin miseria.

Sin lugar a dudas, el origen de las organizaciones de desocupados - los piqueteros- está vinculado al desempleo estructural al igual que la precariedad de las condiciones socioeconómicas y el deterioro de las condiciones de vida. El fenómeno de los piqueteros de igual manera se presenta como la expresión de un profundo cambio en la estructura social del país, donde la protesta de los trabajadores sindicalizados se convierte ahora en la de los desocupados. Podemos afirmar que la emergencia del movimiento es producto, además, de los errores de la política social, y su utilización política.

En su lucha, los piqueteros reivindican los cortes de rutas como herramienta válida de protesta; Sin embargo, varias de las organizaciones que llevan adelante este tipo de luchas se replantean el método para hacer más visibles sus reclamos. Son conscientes de las dificultades que ocasionan los diferentes cortes de ruta, incluso de la posibilidad de las mismas de volverse un perjuicio hacia el propio movimiento, lo cual provocaría rupturas con otros sectores de la sociedad. A pesar de retroceder su imagen en la opinión pública – muchas veces construidas por poderes adversos- se mantiene firme la convicción de adoptar medidas que no pasen desapercibidas por el gobierno nacional y el conjunto de la sociedad.

La medida del corte de ruta es legítima y no es solamente de los trabajadores desocupados: La tomaron como herramienta los ahorristas y bancarios en su momento. Popularmente es un método válido, tanto que su abuso podría llegar a desgastarse. Amplios sectores de la sociedad se manifiestan en disconformidad con la operatoria de los piqueteros, incluso son poco disimulables las expresiones de antipatía y falta de solidaridad al momento de evaluar las causas de tal efecto. Aún así el corte de ruta está siendo revisado en el pensamiento que recorre la interna del movimiento piquetero tendiente a encontrar algún punto de coordinación entre las agrupaciones y así evitar situaciones conflictivas.

Entre las fuerzas que motivaron su origen se encuentra la Corriente Clasista y Combativa (CCC) que abrió el camino del movimiento piquetero a mediados de la década del ‘90. Sus dirigentes idearon la forma de unir a los desocupados y encontraron en las rutas su forma de protesta. Pero la aparición de los piqueteros en la sociedad adquirió mayor expansión en el inconsciente colectivo con los sucesos ocurridos en Cutral-Có en el ‘97 tras una protesta que se prolongó por un mes, año mismo que el gobierno les ofrece planes trabajar para desmovilizarlos. Aún así, el movimiento de los piqueteros se incrementa en el período de administración De la Rúa. Con el fin de afectar la estructura clientelista en la provincia de Buenos Aires y limitar el crecimiento de grupos de piqueteros, el Ministerio de Desarrollo Social a cargo de Graciela Fernández Meijide modifica la distribución de los planes asignándolos sólo a ONGs que se responsabilizaran de su ejecución. Esto en lugar de hacer su efecto logró institucionalizar y potenciar la estructura piquetera, con la creación ONGs propias de las organizaciones de desocupados. De esta manera el movimiento cobra organización con mayor poder de presión, administración económica propia, y con una práctica sistemática de cortes de ruta para conservarla. Pasaron de ser la expresión inorgánica de una protesta legítima, a un movimiento organizado y con capacidad de acción política.

Actualmente los piqueteros, se organizan en pequeñas agrupaciones zonales las cuales desembocan en organizaciones coordinadoras, nucleadas en tres bloques: Piqueteros de la CTA (nucleadas en la Federación por la Tierra y la Vivienda); La Corriente Clasista y Combativa (Brazo sindical y piquetero del Partido Comunista Revolucionario) y el Bloque Piquetero que posee menos convocatoria pero más ideología. Políticamente, existen dos tendencias dentro los piqueteros: una más afín al Frente Nacional contra la Pobreza (FreNaPo), del que participan Elisa Carrió, otros ex aliancistas y diversas personalidades, y que apoyan la FTV-CTA y en menor medida la CCC. Y la otra, la más contestataria, que confluye en el Bloque Piquetero y movimientos afines.

El movimiento piquetero está en ascenso en cuanto a quienes conforman sus líneas, pero en el aspecto político atraviesa una complicada realidad. Aún no se encuentra una metodología que resuelva el problema con otros sectores, entiéndase por esto: el recuperar las comisiones internas de los gremios, y en esta perspectiva el blanco es Rodolfo Daer al que intentarán disputarle la conducción del gremio de la alimentación. Lo cual abre un capítulo aparte: La CCC conduce hace diez años la comisión interna de Terrabusi, que es la principal fábrica del gremio de la alimentación; la conducción de Daer se partió mientras que la CCC ha conformado un frente amplio con delegados de Hugo Moyano y otros sectores de izquierda. Definidos políticamente como fuerza opositora al gobierno nacional consideran inoportuno romper relaciones con el mismo, al menos por el momento en donde consideran que hay tanto por resolver con el diálogo.

Desde la fatídica represión efectuada durante el gobierno de Duhalde que provocó la muerte de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, el periodismo pudo transmitir la verdad de lo sucedido no obstante desde atrás de los mostradores de algunos noticiosos (como los de un tal Feinman y un tal Hadad) se pedía mano dura hacia los piqueteros, mostrándolos como criminales. En un mundo de centelleos y extractos, como pocas veces ocurre: las imágenes humanizaron su lucha. Se comenzó a conocer a esos piqueteros a costa de la injusta y brutal muerte de Kosteki un joven que iba por primera vez a una marcha tan grande y de Santillán que trabajaba solidariamente en barrios en la construcción de casas para sus compañeros desocupados. Excepcionalmente la mayoría de los medios desempeñaron en su transmisión un papel desprovisto de algún propósito tendencioso o especulativo, pero no lograron disimular el sometimiento de la opinión pública, tan manejada y condicionada por los prejuicios y los miedos.

Por otro lado, sólo en la medida en la que este movimiento no consiga definir el carácter de sus manifestaciones, nos seguirán pareciendo irreflexivas algunas derivaciones de las mismas, como se manifestara en los acontecimientos ocurridos en el último y multitudinario corte convocado por los piqueteros. Aún así los movimientos sociales, como en este caso, no ceden en su lucha y sabiendo que la historia es la creación de los hombres y las mujeres que pelean, encaran con esperanza su porvenir y el de todo el pueblo argentino.

Andrea Cecilia Lamantia
ceci_lamantia@yahoo.com.ar

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