Nuestra columnista María Fernanda Ceccarini analiza la crisis por la que atraviesa el sistema educativo en general.
Sabida es la crisis por la que atraviesa el sistema educativo en general hoy. Parte de ello tiene que ver con la distancia, o brecha entre la universidad y la realidad, o la legitimación y valoración (o no) que construye el imaginario social. Habría que preguntarse para qué elijo una carrera y para qué la universidad la ofrece. Una primera y elemental respuesta estaría dada porque la sociedad, en base a determinadas necesidades, produce diversas demandas y las instituciones ofrecen lo que serían las posibles respuestas a dichas demandas.
Entonces, podríamos decir que, la sociedad demanda en base a necesidades que se cubren con diversos bienes y productos. Para generarlos hace falta mano de obra profesional y especializada. Es aquí donde la universidad responde brindando formación en distintos campos científicos a través de un determinado espectro de carreras universitarias. Hasta aquí estaría mediado por las reglas de mercado y por intercambios entre sociedad e instituciones.
Pero, por otro lado, son las personas quienes deciden y movilizan a formarse en determinado campo y por ello realizan una carrera universitaria. He aquí una motivación personal, inclinación, que si bien parte, por deseos e intereses, está influenciada por factores contextuales.
Uno de ellos tiene que ver con el desarrollo histórico del conocimiento que da lugar a las invenciones del hombre y los avances tecnológicos, y que a su vez, en la búsqueda de nuevos horizontes, vuelve sobre el conocimiento para profundizarlo, para ampliarlo. Pareciera una búsqueda y movimiento que nadie ni nada pueda detener. Entonces el conocimiento pasa a ser un bien cada vez más preciado.
En otro aspecto, y en los últimos años surgen una serie de carreras que responden al funcionamiento del capitalismo neoliberal, es decir, se construye en el mercado la intersección de oferta y demanda. Estas últimas nominaciones entendidas como reglas no solo van a regular el mercado, sino que lo hacen con las relaciones sociales, y en este caso particular, hasta con decisiones personales. Pero más que regular, existe una influencia en la toma de decisiones de los jóvenes al momento de optar por una carrera.
Ofertas ligadas al éxito en la salida laboral, carreras cortas que responden al modo de vida propio de la posmodernidad, prometiendo pronto empleo estudiando rápido, publicidades elaboradas con marketing propio de la venta de cualquier producto, inciden a la hora de elegir ser profesional.
No olvidemos que la trayectoria intergeneracional también puede convertirse en un condicionante para la elección y proyecto profesional (abuelo abogado, padre abogado, hijo abogado).
Es decir, la vocación, como interés, elección y parte de un proyecto de vida personal, es también construcción social. Tener en claro esto puede significar una mejor orientación para distinguir cuánto hay de predisposición y aptitud hacia determinado quehacer profesional y cuánto de influencia del mercado. Claro que, a veces, en el mundo capitalista prima la rentabilidad por sobre el interés y habilidad.