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Uno: Buen día: El progresismo retrasa

El cronograma de paros de docentes de la Universidad Nacional de Cuyo, que afecta tanto al nivel universitario como a los colegios secundarios, merece una reflexión similar al de los trabajadores de la salud.

Sin entrar a considerar la justicia de los reclamos, que según los dirigentes de FADIUNC responden a un conflicto nacional, es importante ver quiénes son los únicos perjudicados con la medida: los alumnos.

Una vez más se hace necesario reflexionar, más allá de la retórica revolucionaria de la dirigencia sindical, que le están haciendo paro a una patronal que no sufre ningún daño económico por la acción de los trabajadores. Los únicos que reciben un daño son los jóvenes estudiantes que pierden días de clases, no sólo con el consiguiente deterioro en su educación, sino también con el pésimo ejemplo, por parte de sus docentes, de generar una situación más donde triunfan la vagancia, el desinterés, la desidia. Es el fracaso de la educación.

Hasta hoy, los conflictos de este tipo nunca se han zanjado con paros, que han servido sí para afectar a los alumnos en el doble sentido apuntado, pero nunca han sido el camino para el mejoramiento de las condiciones laborales.

Realmente se hace difícil pensar en la grandeza de un país que paga mal a sus docentes, pero mucho más en la de un país donde esos docentes toman de rehenes a sus alumnos para presionar a las autoridades educativas.

Una vez más hay que decir que un reclamo que podría contar con un amplio apoyo popular, el de los padres y los alumnos, se transforma en una pesadilla para esos padres y un regocijo para la peor parte de esos alumnos que ven concretado su ideal de falta de esfuerzo y dedicación. Es una suerte de premio perverso para ese joven que, sin advertir la importancia de la educación, prefiere no poner todo lo suyo y vegeta en las aulas. Los alumnos dedicados son castigados por docentes que creen que está bien no cumplir con su tarea, como modo de queja. Estos argumentos son obvios, pero como los analistas de estas ideas suelen ser nostálgicos de revoluciones nunca sucedidas, creen que con esta dañina acción de no dar clases son progresistas. Es el curioso caso de ese progresismo que no ha producido ningún progreso, sino que, añorando un pasado ideal nunca ocurrido, siempre retrasa.

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