Quienes estuvieron en esa megamuestra compararon el despliegue que hicieron otras provincias menos dotadas que la nuestra y pusieron el acento en que la vidriera mendocina no fue todo lo generosa y creativa que podría haber sido para “vender” mejor a los escritores y artistas en general de la provincia.
 
La Feria del Libro de Buenos Aires es un escenario que excede lo meramente literario y que, por lo tanto, debería ser aprovechada mucho mejor por quienes tienen la misión de posicionar a la provincia fuera de sus límites.
 
Mendoza posee una reconocida Facultad de Diseño y una vasta legión de diseñadores gráficos e industriales. Esa masa de conocimiento debe tener un cauce para que estas instituciones y esos profesionales puedan demostrar lo que aprendieron.
 
¿Qué mejor que una exposición de las características de la Feria del Libro para que Mendoza se luciera con un stand llamativo y con la mayor cantidad posible de oferta sobre los artistas locales y nuestra industria editorial?
 
El Gobierno provincial debería tener materia gris trabajando todo el año para aprovechar todas esas posibilidades que ofrecen las ferias, tanto en el país como en el exterior.
 
La “marca Mendoza” debe estar impresa no sólo en productos industriales tradicionales sino también en los bienes culturales que esta provincia es capaz de generar.
 
Pero ese tipo de posicionamiento no puede hacerse a “la que te criaste” ni a las apuradas.
 
La industria del turismo nos está enseñando muchas cosas a los mendocinos. Pero todavía nos falta mucho por aprender si queremos ser una opción seria para viajeros e inversores.
 
Lo del stand de la Feria del Libro puede parecer una cosa menor. No lo es. Cuando mandamos un quiosco escuálido a un lugar donde van miles de personas estamos demostrando que aún nos falta mucho por aprender.