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Uno: Cartas de lectores: Paro en escuelas de la UNCuyo: preguntas de un padre

Señor Director: La reivindicación salarial, consagrada por nuestra Constitución, es una lucha que emprenden los trabajadores bregando por un salario digno y por condiciones dignas de trabajo.

¿Cuál es la lucha si los docentes cobran todos los días de paro como si los hubieran trabajado? ¿Cuál es su sacrificio? ¿Cuál es su aporte para esta lucha?
¿Por qué nadie habla de este tema? ¿Por qué no se debate?
¿Por qué mis hijos de 12 y 14 años deben compulsivamente convertirse en los únicos aportantes en esta lucha? Ellos ya llevan entregados más de 35 días de clases. ¿Cuánto más deben “luchar”?
¿Es ético basar el reclamo de un legítimo derecho solamente en el sacrificio de un niño? ¿Y en el de 5.400? ¿En qué otro sacrifico o esfuerzo, o riesgo personal se basan?
Dice nuestra Constitución Nacional que a igual trabajo igual salario. Los docentes universitarios no gozan de esta igualdad frente al resto de los docentes, que perciben mejores salarios. Es verdad.
Pero también es verdad que al momento de proceder a una huelga, los docentes no cobran los días no trabajados y los universitarios sí. Por otra parte, esta igualdad tampoco alcanza a los docentes universitarios que sí van a dar clases. Ellos cobran por un servicio que dan, sus colegas en huelga cobran igualmente, sin proveer ningún servicio.
¿La ética no es una opción? Dice en Clarín del 11/08/2005 Mario Ackerman (profesor titular y director del Departamento de Derecho del Trabajo y Seguridad Social. Facultad de Derecho (UBA): “... la doble excepcionalidad del derecho de huelga radica en que su reconocimiento supone admitir al mismo tiempo que los trabajadores no cumplan con su obligación de trabajar y que tal omisión tenga por objeto causar un daño al empleador.
“Bien entendido que tal eximición de trabajar implica la pérdida del derecho al salario. Porque así como el empleador debe aceptar ese daño transitorio y reversible que le provoca la huelga –normalmente en el contexto de un conflicto y una negociación colectiva– y no podría contratar a otros trabajadores para remplazar a los huelguistas, simétricamente los trabajadores que adhieren a ella sacrifican su derecho a la retribución que persiguen cuando trabajan para otro.
“Por eso, el pago de los días de huelga es una ofensa a la dignidad de los trabajadores”.
Aquí su dignidad se ofende cuando el Gobierno nacional no propone la totalidad de lo que reclaman, pero no se ofende al pasar por el cajero a cobrar los días que el Estado les paga por educar a mis hijos, a pesar de no haberlos trabajado.
¿Qué es digno? ¿Hacer paro cobrando? ¿Declamar que luchan en defensa de la educación pública, mientras hacen perder un año lectivo a sus alumnos? ¿Perder horas de clases hablando a sus alumnos del paro? ¿Ofreciendo a mis hijos como moneda de cambio para lograr su objetivo? ¿Qué otra cosa están ofreciendo?
Se esgrime en todos los ámbitos un singular argumento: Hay conflicto de dos derechos constitucionales, el derecho a huelga versus el derecho a la educación.
¿Acaso los Derechos del Niño, entre ellos el de la educación, no están consagrados en la Constitución argentina por sobre el resto?
Veo asambleas, veo negociaciones que van y vienen, veo marchas, veo tomas de facultades en apoyo, veo declaraciones y discursos... Lo que no veo es sacrificio ni aporte.
Se ha intentado por todos los medios deslegitimar nuestra preocupación, nuestra búsqueda de mecanismos que lleven a los chicos otra vez a las aulas. Somos de repente los “padres disidentes”, “un pequeño grupo de padres”, “padres que no respetan el derecho a huelga”... Siempre minimizando, siempre. Jamás hemos cuestionado el legítimo derecho a reclamar sus reivindicaciones. Sin embargo, ya somos objeto de insultos telefónicos, críticas despiadadas e interesadas y de parte de nuestros dirigentes provinciales, “inexistentes”.
¿Aunque no pongamos en duda la justicia de sus reclamos, no tenemos los padres derecho a cuestionar la metodología?
Una huelga supone un daño transitorio y reversible para el empleador. ¿Cómo vamos a calificar el daño a mis hijos? ¿Transitorio? 34 días de huelga a lo que se les suman 9 días más en esta nueva programación de paros de Fadiunc. ¿Reversible? ¿Cómo puedo revertir un ciclo lectivo perdido?
¿No debo sentir la medida tan prolongada como altamente agresiva, cuando toda su estrategia de lucha se está basando en lo que mis dos hijos entregan: días y días sin clases?
Por qué reaccionar ante este hecho, me pone en situación de “contrario a los reclamos de justicia salarial para los docentes”, si yo les estoy cuestionando simplemente la metodología? Esa basada en “yo no pongo nada de mi parte, todos lo ponen mis alumnos”.
Escuelas dependientes de la Universidad de La Plata, Córdoba, Rosario, San Luis, Litoral, Mar del Plata: con clases. Qué tan “nacional” es esta metodología, qué tan efectiva?
En Mendoza, el CUC y Martín Zapata tienen sólo 30% de acatamiento. En los otros polimodales el acatamiento es mucho mayor. En el DAD, donde acuden los más pequeños, el acatamiento es del 100%.
Y los padres somos los malos de la película. ¿Yo, uso a mis hijos de rehenes en este conflicto? ¿Yo, debí haber salido a reclamar el segundo día de clases, y no el día número 30? ¿Esto me descalifica? ¿Haberlos apoyado tanto tiempo sin quejarme, me descalifica? ¿Yo, les falto el respeto a los profesores? ¿Yo, no puedo controlar su labor porque no les pago el sueldo? Oh sí..., sí les pago el sueldo... en una escuela pública el sueldo lo paga el ciudadano.
Estas últimas tres preguntas surgen de una charla que en horas de clases, después de 30 días de paro, les dio una profesora a sus alumnos de 7º año en el DAD (chicos de 13 años), el día lunes 12 del corriente. Estamos atrasadísimos y en lugar de recuperar el tiempo perdido al máximo, se toman un tiempo que no les pertenece, que le pertenece a mi hijo, en “explicarles” sobre sus reivindicaciones salarias y sobre los errores de sus padres.
Estuvimos reunidos con la rectora de la Universidad por más de dos horas el día 2 de setiembre en el ámbito del Consejo Provincial de Educación. La rectora se mostró muy preocupada y afligida por el perjuicio que se está produciendo en los chicos de las escuelas dependientes de la Universidad, donde los acatamientos han sido mayores que en las facultades. “Pero no puede hacer nada para evitarlo porque los docentes no están paritando con ella, sino que lo hacen a nivel nacional”.
En estos días, declara que los chicos están al borde de perder el año y les pide “por favor” que regresen a dar clases. Agrega también en declaraciones que los padres no le hemos realizado ningún reclamo.
Si esa reunión de más de dos horas no hubiera existido, el hecho de no realizarle ningún reclamo, ¿implica que el derecho a la educación de los chicos es un tema de segundo orden para el Consejo Universitario de la UNC?
Somos simplemente papás. Papás que trabajan, día a día, para sacar adelante a sus familias. Tenemos que sacarle tiempo al tiempo para reunirnos, para buscar salidas, para debatir, para peticionar. Porque todos nosotros, si no trabajamos, no cobramos. Nos cuesta reunirnos, encontramos, no podemos coincidir todos porque no podemos dejar nuestras obligaciones diarias. Todo implica un enorme esfuerzo, y no encontramos eco ni apoyo en ningún lado. La educación de 5.400 chicos no es un tema en nuestra sociedad. El Gobierno de Mendoza financia al DAD (EGB3 Departamento de Aplicación Docente) en 100%, pero no hay nada que puedan hacer al respecto ya que no poseen el rol de patronal en el conflicto. Así que “ni juegan ni participan”, como dicen los niños en sus juegos.
La Justicia Federal ha sido nuestro último recurso: el día 30 de setiembre presentamos un recurso de amparo en la Secretaría Nº4 de la doctora Rabal (Expediente 31305/4). Expectantes esperamos escuchar qué tiene que decirnos la Justicia al respecto. Respetaremos esa decisión con la misma fuerza que esperamos la respeten las demás partes involucradas.
Todas estas preguntas flotan en mi mente y no encuentro respuesta alguna en ninguna parte. ¿Será que en realidad no hay respuestas? ¿O será que las respuestas dan vergüenza ajena?
Ángel López, DNI 13.056.699

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