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Uno: Ciencia en lo alto del Aconcagua

Una antena de medición satelital y una estación meteorológica operan desde la cima del cerro más alto de América, a 6.962 metros de altura, algo que no tiene antecedentes en el mundo científico

La cumbre del cerro Aconcagua ya no sólo está en la mira de los escaladores. Desde el 22 de marzo también está en los ojos de los científicos de todo el planeta, a partir de la entrada en operación de una antena de GPS (medición satelital) y una estación meteorológica. Ambas sirven para diversas mediciones a 6.962 metros, lo cual no tiene antecedentes.
 
El Proyecto Sigma busca medir el avance de placas tectónicas en ese macizo mediante el Programa Sistema de Información GPS Mauma Aconcagua, pero los datos que recabará son amplísimos. Está a cargo del Ianigla (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, del Cricyt), la UNCuyo, la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la Provincia y la Universidad de Hawai (“mauma” en hawaiano significa montaña).
 
Mediante la llamada Estación Permanente GPS ACON y la meteorológica, que ya están operativas, se establecerán patrones de referencia GPS en la Argentina, especificar las variaciones de altura y desplazamientos de ese cerro y otras cadenas con fines sismológicos; también proveerá información sobre las reservas de agua que son los glaciales, como también información meteorológica mediante un método similar a la tomografía.
 
Mientras ya se recepcionan los primeros datos, ayer los científicos que lideraron este proyecto multiinstitucional e internacional, presentaron a sus pares detalles de lo que fue una verdadera odisea, digna de una película: la instalación de los aparatos, que demandó tres expediciones a la cumbre.
 
La primera arrancó el 1 de enero: el objetivo fue instalar las bases para las antenas de GPS y de radio y también reconocer el terreno. La cumbre se hizo el 11 de ese mes y como resultado dejó, al filo de la cima hacia el sur, una platina sujeta con tres tornillos para nivelar la antena GPS, y el soporte para la de radio. Además, se descubrió que las herramientas y las antenas podrían ser enterradas en posteriores ascensos. Las antenas fueron ubicadas de modo que desde donde está la cruz que indica la máxima altura del cerro, no se ven y por ende no afectan la panorámica. Mientras, en los laboratorios del Cricyt se sometían a arduas pruebas las antenas: en una cámara frigorífica se comprobó su resistencia a las bajas alturas. A la par, en la Facultad de Ingeniería se desarrollaba la caja para subir un total de 60 kilos de equipo, que ascendieron en la espalda de un miembro de la expedición.
 
La segunda subida arrancó a mediados de febrero, cuando ya el clima en la zona no era el más favorable. En total 9 personas llegaron a la cima el 17 de ese mes para instalar el equipo. Pero no todo salió como se esperaba: el soporte para el equipo de radio había sido arrancado. Ante eso, a miles de metros debieron discutir y decidir dar marcha atrás y no instalar nada.
 
En marzo se volvió a intentar el ascenso, objetivo más complicado debido a que ya en ese mes las temperaturas en el cerro son inclementes. Si la instalación de un nuevo parante para la antena de radio y el resto de los aparatos fracasaba, todo el programa debería esperar hasta la próxima temporada. Fueron tres quienes el 22 de marzo en la tarde llegaron al punto y mientras caía aquella tarde, cumplieron con el objetivo.
 
La antena en el punto más alto del planeta
 
Hoy, una computadora instalada en Horcones ya recibe y procesa los primeros datos emitidos por la antena de radio desde las alturas.
 
El logro de la Estación GPS Acon es significativo y va más allá de ser la más alta del planeta. Se estima que la información que provea e investigaciones que deriven de ella servirán para distintas ciencias, incluso aspectos inmediatos como el ordenamiento del Parque Provincial Aconcagua.
 
Los antecedentes
En el cerro Aconcagua ya había tres antecedentes de aparatos de medición, pero dos eran estaciones, una temporaria y una fija, ubicadas en el 2004. En cambio, la del Proyecto Sigma subió para quedarse y lo hizo sobre la espalda de uno de los miembros de la expedición. Se trata de un equipo de GPS que cuesta U$S20.000 y fue donado por la empresa Trimble.
 
Por su parte, la estación meteorológica fue “prestada” por tiempo indeterminado por la empresa Mercobrás.
 
Un gran aporte para el éxito de esta primera campaña fueron los helicópteros de la Dirección de Recursos Naturales Renovables que facilitaron el ascenso, pero sólo hasta Nido de Cóndores, a 5.565 metros.
 
El resto debió hacerse como lo hacen aquellos que desafían la cumbre del cerro Aconcagua por deporte o pasión: a pie. Sin embargo, además de alcanzar la altura total, había otros riesgos: saber si en la piedra se podrían atornillar los soportes para las antenas.
 
Resultó que sí, pero a 6.962 metros, con frío y viento contante, esa simple tarea demoró varios minutos. Esos contratiempos obligaron a tener un plan B: por ejemplo, el aparato para instalar tres paneles solares de la antena de GPS falló y éstos debieron ser alojados sobre la roca, apenas protegidos por una tela de gallinero, sostenidos por pesadas piedras.
Fabián Sevilla fsevilla@diariouno.net.ar

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