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Uno: Docentes aprenden a usar la voz

Debido al plan para prevenir la disfonía en las maestras, en los dos últimos años bajaron del 22% al 5% las cifras de cambios de funciones de educadores por problemas en las cuerdas vocales. 

El plan de prevención de disfonías que está llevando a cabo desde 1999 la Dirección General de Escuelas ha permitido que en dos años (desde el 2003 hasta el 2005) las cifras de cambio de funciones de docentes por problemas en las cuerdas vocales cayeran de 22% a 5%.

En el 2003 hubo un total de 1.254 maestras en cambio de funciones, el 22% fue por afecciones vocales.

En el 2005, de un total de 1.736 cambios de funciones (se sumaron 490 en dos años) solamente el 5% se dio por esta afección. “Sabemos que nos queda un largo camino por recorrer, porque hay 37.000 docentes y tenemos 5.000 capacitadas, pero un cambio importante ha sido la detección precoz de estas patologías”, señaló la titular de Salud Laboral de la DGE, Valeria Fausti.

Algo importante: entre las 5.000 maestras que fueron a los cursos de capacitación, sólo una pidió cambio de función por esta patología.

 

A fin de profundizar esta tarea han comenzado los talleres para el buen uso de la voz que lidera la fonoaudióloga Silvia Castillo.

El trabajo partió de un estudio realizado en 1999, en el que se detectó que más del 70% de las docentes hacían mal uso de su principal instrumento de trabajo: la voz. Desde allí se desarrolló un plan de trabajo de tres meses, que se dicta en las escuelas y desde este año en edificios prestados por OSEP.

En los talleres se les enseña a los docentes a terminar con sus malos hábitos de respiración y de postura, a través de ejercicios que buscan mantener el cuerpo en equilibrio a fin de que la laringe esté recta.

 

También se les enseña a colocar la voz. Castillo explica que “el objetivo es que utilicen las cavidades óseas del pecho, de la cabeza y de la cara al respirar. Nuestro cuerpo es como un instrumento musical, el aire entra y pasa por distintos lugares, la boca, la nariz, la cabeza, la laringe. Por eso les damos pautas para que el aire entre bien y salga bien; se hacen ejercicios de relajación, de respiración, de oratoria, de impostación de la voz, para que los docentes vayan notando todas las posibilidades que tienen”.

Algo que las fonoaudiólogas no olvidan es que las maestras, en general, están sometidas a un gran estrés en el aula.

“Sabemos que cuando están muy nerviosas se olvidan de todo, por eso trabajamos mucho la parte corporal, para que haya un equilibrio. Estos cambios deben trabajarse con paciencia, por eso los talleres duran tres meses, totalizan 30 horas presenciales y 10 horas no presenciales con tareas para hacer en la casa”, señaló Castillo.

Gabriela Malicia gmalizia@diariouno.net.ar

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