Se impone armonizar las exigencias ya, no resignando el nivel universitario; la universidad debería dar cursos intensivos de 1 o 2 años, dada la desnudez de los alumnos, y para los docentes secundarios ofrecerse desde el Gobierno la posibilidad que aprobando exámenes voluntarios consigan un “Certificado de excelencia” si alcanzan por lo menos ese nivel docente y que se vea reconocido en su sueldo. Esto se puede empezar ahora mientras se decide la reforma educativa, que llevará años.
Cuando el colapso es tragedia, como en el Titanic luego del icberg, cuando en diez minutos se cayeron todas las jerarquías y todos pasaron a ser grumetes, porque el único valor era sobrevivir.
Hoy todos los sectores involucrados en esta tragedia educativa deberían convertirse en grumetes por amor a nuestro país y nuestros hijos y remar para superar este estancamiento mediocre.
* Roberto Dansey, Docente de Pre