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Uno-Domingo 28: Ayer niña prodigio, hoy médica abanderada con pasaje a Suecia

Alejandra Daruich, de 22 años, viajará a ese país a terminar su carrera. Su vida en San Martín estuvo signada por los éxitos estudiantiles. Incluso llegó a ser distinguida por el Concejo Deliberante

29 de agosto de 2005, 15:27.

SAN MARTIN– A los 22 años, Alejandra Daruich pagó con creces el crédito que le abrieron cuando la consideraron niña prodigio y le permitieron empezar la escuela primaria un año antes de lo establecido por la ley. En 4º grado quería ser monja y más tarde, modelo; pero a los 15 ya sabía que sería médica.
Fue la mejor en la primaria y la secundaria, a los 17 entró a Medicina en la Universidad Nacional de Cuyo y en cinco años rindió todas las materias de forma brillante, obteniendo un 9,26 de promedio final. Hoy, a las 11, se va becada a Suecia a terminar la carrera en el Instituto Karolinska, de Estocolmo, junto a otro mendocino: Ezequiel Petra, de 24 años, quien le gana por 26 décimas en el promedio.
Ayer, Alejandra abandonó un par de horas los preparativos del viaje para permitirle a UNO hurgar en retazos trascendentes de su historia. Además, ofreció su visión sobre las posibilidades de crecimiento profesional que ve en la provincia y, decidida a especializarse en Ginecología y Obstetricia, dio su parecer respecto de un tema que divide aguas tanto entre los científicos como en la sociedad toda: la despenalización del aborto.
Cuando Alejandra tenía cuatro años, sus padres –Marta, contadora, y Jorge, médico– advirtieron cualidades de prodigio en la niña. La directora de la escuela primaria confió en ellos y permitió que ingresara al jardín, obviando la reglamentación que lo impedía. La diferencia de edad con sus compañeros no fue obstáculo para ser abanderada en la primaria y medalla de oro en la secundaria.
–¿Qué resignaste para destacarte?
–Lo más duro fue no hacer el viaje de egresados para no interrumpir la preparación del ingreso a la facultad. Todos me decían que era una locura pero para mí, aunque me hubiese gustado ir, no significó un precio tan alto porque estaba muy convencida que quería estudiar Medicina. La verdad, no siento que haya resignado nada; son elecciones de vida.
–¿Ser estudiante precoz te obligó a hacer cosas diferentes a otras chicas?
–No lo viví como algo extraordinario, soy absolutamente normal (risas). Por ejemplo, todos los años me fui de vacaciones, salgo a bailar con mis compañeras de facultad, no todos los viernes y sábados porque no es algo que me pinte, pero cuando tengo ganas no me privo.
–¿En qué momento de la carrera te diste cuenta de que eras de las mejores?
–Desde el principio tuve muy buen rendimiento, pero hay un grupo importante de alumnos que está por encima del nueve de promedio, en un nivel muy parejo.
–¿Es una presión ser sobresaliente?
–No me había dado cuenta hasta que salí abanderada, a mitad del 2004. Me faltaba rendir Clínica Médica, una de las dos materias más duras de la carrera, y sentí que había muchas expectativas. Por suerte, la mesa pasó rápido y todo salió muy bien.
Javier Polvani  jpolvani@diariouno.net.ar
  

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