Marcado profundamente por la impronta de Emilio Ramón Vázquez Viera, su padre, el abogado y decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Mendoza, Emilio Vázquez Viera hijo (57) decidió que él, al igual que su progenitor, le dejaría a su descendencia una enseñanza valiosa: que los privilegios son una ilusión temporal que jamás debe ser creída ni aceptada.
Conocido también como “el conjuez que votó en contra de la indexación salarial de los jueces”, Vázquez Viera afirma que jamás se retractaría de la decisión, pese a que ésta le aparejó “gestos duros” por parte de algunos magistrados en su tarea diaria en los tribunales.
Sin embargo es la docencia y no el ejercicio de la profesión lo que más despierta su entusiasmo. De hecho, habla con devoción de la Universidad de Mendoza, donde se abrió la primera carrera de Derecho que tuvo la provincia y de la que él es, además, decano.
–¿Qué número de matrícula es la suya?
–Cuando me gradué me dieron el número 1.925.
–¿Y la de su hijo?
–Le ha tocado la matrícula 6.267. Algo que me preocupa mucho.
–¿Le preocupa el exceso de profesionales de la abogacía?
–Muchísimo. En este momento tenemos cinco facultades de Derecho y dos facultades a distancia. Me preocupa que el universo de la profesión esté sobresaturado.
–¿Habría que regular el ingreso a las facultades de Derecho?
–Opino que el país debería establecer una política educativa seria. El tema no pasa sólo por la cantidad de facultades, sino por saber si esas facultades tienen la estructura para educar adecuadamente a los futuros profesionales.
–¿Pero debería existir un cupo?
–Sí, regulado en función de las exigencias sociales y en función de la capacidad de cada universidad. Creo que el compromiso de cada facultad es dotar a los futuros profesionales de las mejores armas posibles; en el contexto actual podrá haber muchos abogados, en lo personal, trato de que los que salen de mi facultad sean los mejores.
–¿Qué elementos de la formación universitaria previenen la existencia de actitudes amorales en la profesión, o la proliferación de lo que se conoce como “abogados pasilleros”?
–Dos respuestas. La facultad debe enseñar ética desde el primero hasta el último día. A mis alumnos de primer año suelo decirles que las mismas caras que están viendo en el aula serán, en el futuro, las de embajadores, ministros, diputados, gobernadores y fiscales. La ética no se agota en la actividad litigiosa, se extiende a todo el mundo profesional. Sobre los abogados pasilleros, en particular, hice una denuncia pública y el tema tuvo repercusión en el Colegio de Abogados.
–Que es la entidad responsable de juzgar conductas no éticas en los matriculados ¿le parece poco riguroso su accionar?
–Creo que la actividad del Colegio de Abogados en este sentido es positiva, pero no alcanza. Es necesario poner más empeño.
–¿Tiene militancia política?
–No, la tuve durante mi juventud en el Partido Demócrata y llegué a ser candidato a convencional constituyente en la Reforma de 1994. Cuando me incorporé al decanato entendí que ambas actividades eran incompatibles y dejé la política.
–En el conflicto Gobierno-jueces por la indexación salarial a usted le tocó actuar como conjuez y votó a favor del Gobierno ¿cuáles fueron las consecuencias de esta decisión?
–Yo no fallé en contra de los jueces. Ni a favor del Gobierno. Emití un voto del que estoy absolutamente convencido porque entendí que en la administración de Justicia es lo que corresponde. La devaluación deterioró los salarios de todos y creo que todos, incluidos los jueces, debemos soportar simultáneamente la situación dolorosa que nos toca atravesar.
–Vuelvo a preguntarle por las consecuencias ¿cómo impactó esta decisión en la tarea que usted desempeña en los estrados judiciales?
–En mi profesión todo continuó igual. Seguí creciendo. Lo que no puedo negar es que he recibido gestos de disconformismo de algún magistrado. Algunos saludos se volvieron más adustos, aunque también he recibido algunos elogios. Confieso que la comisión como conjuez de la Corte fue un honor. Si tuviera que volver a hacerlo, lo haría.
–Si lo pusiéramos en términos deportivos ¿quién le gustaría que gane en esta disputa?
–Me gustaría que ambas partes arribaran a un acuerdo satisfactorio, pero como mendocino no quisiera que en ese acuerdo salga perdiendo la Provincia.
Gabriela Malicia / gmalizia@diariouno.net.ar