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UNO: Editorial: Aprendices de brujo

El oasis mendocino ha llegado hasta aquí, con un desarrollo muy importante, merced a la acción humana sobre el desierto.

30 de septiembre de 2004, 10:34.

En el pasado se desarrolló un concepto muy importante y que fue de gran utilidad. Cuando el oasis no contaba con la persona o personas adecuadas para llevar a cabo una tarea, se traía a un especialista de afuera para ejecutarla.

Fue así que vinieron personalidades notables como el hidrólogo César Cipolletti o el higienista Emilio Coni, entre muchos otros, o los prestigiosos profesores que llegaron cuando se inauguró la Universidad de Cuyo.

¿Cuál era el criterio? Que además de los conocimientos que traían esos personajes era necesario juntar información y trabajarla para saber dónde se estaba parado, para poder actuar.

El caso de Coni, quien vino traído por Emilio Civit a fines del siglo XIX, es paradigmático, pues el científico llegó a Mendoza y en 24 horas ya había presentado un informe preliminar sobre lo que había encontrado en materia de la higiene de la ciudad. Un año después, la provincia recibía un libro, que todavía se puede consultar, con el más rico informe de datos para la acción. Y, como en todo trabajo de este tipo, apenas una o dos carillas de conclusiones destinadas a poner en marcha una estrategia higiénica. El Parque General San Martín, por ejemplo, es una de las sugerencias de aquel trabajo.

Mendoza está ahora frente a la reforma de la Constitución. Un tema, en última instancia, tan técnico como la higiene. Pero resulta que cada uno que anda por ahí opina terminantemente, como si fuera un constitucionalista. Y es así que el proceso de reforma está empantanado. Es por esto que se debe celebrar y aplaudir el trabajo encarado por la Universidad de Congreso “Estudio sobre la iniciativa de reforma de la Constitución de Mendoza”, encabezado por Rodolfo Díaz, con la colaboración de distintos departamentos de esa casa de estudios.

Allí está compendiada toda la información que los protagonistas serios del proceso reformista deberían conocer. Una oportunidad para que los aprendices de brujos dejen de decir macanas y los que saben se pongan manos a la obra.

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