Hay dibujos memorables de Quino donde el artista mendocino deja constancia de esta realidad.
Hoy la profesión médica está en la picota. Las desaprensivas políticas universitarias que durante años hemos dejado pasar, esas que han permitido la profusión de facultades de Medicina y la matriculación excesiva, han terminado por darnos más médicos de los que necesitamos, y, para colmo, mal preparados.
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, tuvo hace unas semanas la valentía de tirar sobre la mesa pública esta temática.
El asunto fue rescatado por funcionarios de Mendoza, los que no sólo remarcaron que hay muchos médicos sino que son malos.
Desde hace mucho que se venía escuchando en las conversaciones familiares y en las reuniones sociales los casos de pacientes que se mostraban disconformes por la falta de humanidad y la escasa preparación cultural de los profesionales de la salud que les habían tocado en suerte.
“¡Son tan limitados!”, era una de las frases con las que se solía concluir la diatriba.
La discusión que este asunto ha despertado entre políticos, corporaciones médicas y ciudadanos en general debe ser bienvenida.
Nos merecemos los mejores médicos, no los que salgan como en una cinta de fábrica