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Uno: Hoy por hoy: Desafío educativo

Hoy puede ser un día histórico, pues el presidente Néstor Kirchner anunciará la Ley de Financiamiento Educativo, a la cual adherirá el Gobierno de Mendoza (ver página 3). De movida, en el 2006, la Provincia recibirá $100 millones más de presupuesto, en un plan por el cual el país llevará del 4,6% al 6% de su PBI la inversión en educación.

Esta es una pata fundamental, pues se sabe que sin dinero no se puede hacer una revolución educativa en serio, pero tampoco se la llevará a cabo si no se tiene en claro qué educación se quiere y para qué.
La Argentina necesita redefinir su perfil educativo a partir de tener en claro qué es lo que quiere conseguir para el bien de la nación. Con mayor presupuesto pueden pagarse mejores sueldos, puede tenerse mejor infraestructura, puede incorporarse tecnología, en función de modernizar el sistema, todo lo cual tiene que mejorar la calidad de la educación. Pero lo que no se puede garantizar es que se produzca la totalidad del mejoramiento necesario, pues no se trata sólo de un problema económico.
Es preocupante que en nuestro país sólo se hable de dinero a la hora de hablar de educación. El debate está circunscripto a una problemática salarial que hay que atender, pero nada se oye sobre los contenidos de la educación, sobre los objetivos del sistema, sobre las expectativas que hay de lo que se hace. Nadie pone en tela de juicio la calidad docente o la actualidad de los contenidos que se imparten en las escuelas y en las universidades. Ni hablar sobre los alumnos. No hay debate en el país acerca de sus fortalezas y deficiencias, de las necesidades que tienen como educandos, del perfil que se espera que adquieran, de la relación que tienen con las instituciones educativas y mucho menos de las exigencias que éstas tienen que imponerles para garantizarles un proceso educativo adecuado.
La agenda financiera de la educación comienza a aclararse en algo. Ahora falta que se ponga en marcha la agenda educativa de la educación. Esa donde el objeto debería ser el alumno y su aprendizaje y no el salario de los maestros. Donde debería importar, ante todo, no el cómo sino el qué y el para qué. El desafío es enorme y está frente a todos los argentinos. Ojalá sepamos encararlo.

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