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Uno: Hoy por hoy: Inmoralidad

La rectora de la Universidad Nacional de Cuyo dice que ella no puede hacer nada para solucionar el paro en los colegios de la institución que conduce, porque los sueldos se deciden en Buenos Aires. La dirigencia gremial dice que no puede retornar a las clases porque la huelga ha sido decidida en Buenos Aires y no por Fadiunc (ver página 3).

13 de octubre de 2005, 13:56.

El notable escritor israelí Amos Oz reflexionaba en nuestro suplemento Señales del domingo pasado sobre la responsabilidad moral de los individuos y decía: “Las ciencias sociales modernas fueron el primer intento serio de eliminar el bien y el mal de escenario humano… ambos quedaron abolidos por la idea de que las circunstancias son siempre las responsables de las decisiones humanas… La culpa es de la sociedad… de la política, del colonialismo, del imperialismo, del sionismo, de la globalización. Así comenzó el gran campeonato mundial del victimismo”.
La situación de los docentes de los colegios de la universidad y de los de las facultades que no dan clases hay que entenderla en ese debate moral que plantea con lucidez Oz. Ellos están enojados con una sociedad que sienten, con justicia, que no los considera y han encontrado como método para quejarse ideal: no trabajar y cobrar a fin de mes como si lo hicieran. Situación que es de una inmoralidad manifiesta y que a todas luces está mal, desde el momento en que podrían hacer sus quejas contra esas circunstancias que los atribulan sin hacer un daño irreparable a sus alumnos. Pero como plantea Oz, con un justificativo de circunstancias han abolido la noción moral individual de lo que está bien y lo que está mal. En esa lógica se puede actuar mal y hacer un daño individual en nombre de una religión, una ideología, una reivindicación salarial o cualquier otra circunstancia.
Este planteo moral también abarca a las autoridades universitarias y a los sindicalistas que justifican su incapacidad para evitar el daño a las víctimas del paro, los alumnos, en que ellos no deciden. Milan Kundera plantea por ahí que el verdadero pecado de Edipo no era copular con su madre, sino no saber lo que estaba haciendo. Que en ciertas circunstancias el imperativo moral es saber que no se puede esgrimir desconocimiento. Mientras, las víctimas están a merced de la inmoralidad.

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