Pero ocurrió lo peor. Al ver que desde el Gobierno se hacía un análisis similar, el titular del Círculo profesional se olvidó de parte de sus opiniones, acusó al funcionario de incapaz de detectar algo que él mismo había detectado y se circunscribió sólo a la queja gremial, centrada en los bajos sueldos y lo precario de la contratación laboral.
Este caso es modélico de nuestro funcionamiento social. Cuando tenemos un problema, es difícil encontrar quien lo quiera analizar con la verdad, pues siempre antes debe atender los intereses de grupo.
Mendoza tiene muchos médicos, muchos de ellos mal formados, muchos están mal pagos y tienen condiciones laborales precarias. Eso, en conjunto, es un hecho, lo diga quien lo diga. Sea el presidente del Círculo Médico o el funcionario del Gobierno. Y lo bueno sería que ambos interactuaran para, con esa realidad dada, generar cambios que favorezcan la salud pública de los mendocinos.
Pero no. Los dichosos compromisos corporativos lo ponen al conductor del Círculo Médico a responder al grueso de sus bases, a esos que están mal pagos, mal formados y con condiciones precarias porque son muchos.
Y en la medida en que no busquemos soluciones, el problema seguirá creciendo hasta transformarse en algo irresoluble, como en muchos otros casos.