Si algún policía hacía algo fuera de ley, la corporación de uniforme solía actuar de inmediato para tapar todo.
La obra cumbre de esa perversidad fue la cadena de encubrimientos que se produjo tras el crimen del joven Sebastián Bordón y que llegó hasta los más altos niveles de la oficialidad.
Es casi seguro que esa metodología quedó marcada a fuego desde la época de la dictadura militar en la que a la Policía de Mendoza le tocó actuar en sucesos aberrantes e ilegales.
Con otras variantes (menos delictivas, claro) pero también preocupantes, la manía de tapar o esconder no ha dejado de reaparecer, aquí y allá, aplicada ahora por algunos de los numerosos civiles (harto numerosos) del Ministerio de Seguridad.
Durante la administración del ministro Roberto Grillo, pero, sobre todo, desde que llegó Alfredo Cornejo al frente de esa cartera, se hizo todo un culto para esconder y retacear información sobre los delitos.
La razón es que ellos creían que la difusión detallada del número de hechos delictivos no sólo desfavorecía al Gobierno sino que insuflaba en la comunidad la más temida de las sensaciones: la de la inseguridad. Es decir que la anomalía se realizaba bajo la certeza de que se le estaba haciendo un bien a la comunidad.
Lo más llamativo es que eso lo pensaba gente salida de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNCuyo o de otras instituciones universitarias.
En ese ministerio solían afiebrarse porque los medios no seguían “la agenda” de seguridad que los asesores y funcionarios pergeñaban. No olvidemos que Cornejo incluso contrató un experto en publicidad para “instalar temas”, lo cual fue un fracaso absoluto.
En los últimos días surgieron sospechas, y luego denuncias, por un supuesto ocultamiento de información tendiente a aquietar y sacar de los registros oficiales el escándalo que involucró a dos asesores del ministro Tello. Cuatro uniformados los denunciaron por abuso de autoridad en un pub de esta capital adonde habrían llegado alcoholizados.
Antes tapaban a los policías, ahora a los civiles. Algo huele mal muy cerca nuestro.
Uno: Hoy por hoy: Tapar, esconder
Hasta hace no mucho tiempo, la inmoralidad de encubrir o esconder delitos cometidos por efectivos policiales fue parte de la “cultura” de esa fuerza.