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Uno-Lunes 25: Sólo tres bibliotecas públicas cuentan con dinero para libros

Son 14 entre municipales y la provincial General San Martín. Las que tienen computadoras las usan para funciones administrativas y no brindan el servicio de internet. El número de usuarios es estable

A pesar de los avances tecnológicos, las bibliotecas estatales de Mendoza no se encuentran en el ocaso, pero sí presentan varios déficits. La mayoría carece de presupuesto específico para comprar libros. Por caso, la biblioteca más emblemática de la Provincia, la San Martín, no adquiere nueva bibliografía desde 2002. A la vez, son muy pocas las que tienen computadoras para el uso de los lectores, con lo cual no suman internet a sus servicios.

La falta de recursos, y de atención de parte de los funcionarios comunales, también derivó en que muchas bibliotecas municipales hayan pasado a ser mixtas. Esto quiere decir, convertirse en bibliotecas populares, con lo cual se aseguran recursos de la Provincia y la Nación, ya sea para su funcionamiento como para munirse de nuevos libros.

Sobrevivir de donaciones

En Mendoza hay una biblioteca provincial y varias públicas, pero que pertenecen a ministerios o poderes y por lo tanto son muy específicas.

Sólo 10 municipios cuentan con estos establecimientos bajo su órbita; en el resto nunca hubo, fueron cerradas o han pasado a ser populares. También hay bibliotecas nacionales y de entidades educativas o intermedias.

Por ende, la realidad de cada una es bien diferente.

La Biblioteca Pública General San Martín es un caso referencial. No sólo por sus 183 años y la magnitud de su colección, sino porque no cuenta con presupuesto específico para su funcionamiento, el cual es parte del gasto global de la Subsecretaría de Cultura, de la cual depende.

En consecuencia, no hay dinero establecido para la compra de libros. Su colección de libros hoy es de 120.000 volúmenes, aumentada por las donaciones particulares ya que la última adquisición fue en 2002, cuando se compraron 54 libros con un subsidio externo, no con fondos de Cultura. Algo muy grave si se tiene en cuenta que una biblioteca funciona con libros y sin bibliografía actualizada se pierden usuarios. A noviembre del año pasado, cuando se cerró al público debido a la remodelación, la San Martín tenía 11.500 socios y un promedio de 700 usuarios diarios, de lunes a sábado. Ese número es estable desde 1993, cuando se realizó la última gran actualización de material de lectura.

Al respecto, el subsecretario de Cultura Marcelo Lacerna explicó que “ahora está todo volcado a las obras de remodelación. Estamos estudiando la partida presupuestaria para una compra de libros una vez que la biblioteca reabra sus puertas”.

Sin embargo, a ese déficit se suma el de computadoras para el uso de los lectores y de internet, en la era en que las bibliotecas pivotean entre lo escrito y el inmenso caudal de información que se encuentra en la red.

Esta carencia es común a las bibliotecas municipales: de 13, sólo la Ricardo Tudela (Capital), la General San Martín (Tupungato) y la Custodio Jaque (Malargüe) ofrecen internet, pero en los dos últimos casos con computadoras que no son exclusivas para ese servicio.

También son pocas las que cuentan con fondos específicos para libros. La Hipólito Yrigoyen (Capital) percibe 1% del presupuesto del Concejo Deliberante, lo que en números se traduce en $1.200 al año. La de Guaymallén cuenta con 5% anual de lo que se recolecta por la tasa de infraestructura urbana, lo que en 2004 se tradujo en $12 mil para libros y material multimedial (videos o cd rom). Por su parte, la Manuel Belgrano (Godoy Cruz) recibe $300 mensuales para estos menesteres.

En cambio, el resto vive de compras esporádicas en base a la voluntad del Ejecutivo comunal, la cuota mensual, subsidios, o directamente de donaciones particulares y de instituciones o de cada nuevo socio que hacen, quienes entregan un libro al momento de inscribirse.

Histórica. La biblioteca de Guaymallén es una de las más antiguas y la que más socios tiene entre las comunales.

Actualmente, en la provincia funcionan 84 bibliotecas populares. La mayoría se ubica sobre todo en barrios carenciados. Se trata de un crecimiento notable si se tiene en cuenta que en 2003 eran 39 las oficializadas por la Comisión Provincial de Bibliotecas Populares (Coprobip).

Son asociaciones con personería jurídica creadas por los vecinos de una localidad o barrio para brindar información, recreación y animación socio–cultural mediante una colección bibliográfica y multimedial. Por caso, la biblioteca Pablito González, del barrio La Gloria, acaba de lanzar su propia FM, cuya programación está a cargo de algunos vecinos.

Estas deben ser reconocidas por la Coprobip para recibir subsidios. Son $300.000 anuales, de los cuales quedan $259.000 para repartir entre todas ya que la comisión se queda con 16% para su funcionamiento. Hasta 2003, los fondos salían de Juegos y Casino, pero para 2004 –que ya se asignaron pero aún no se entregaron– derivaron de un porcentaje de Ingresos Brutos.

El monto a entregar a cada una se hace según una categorización y se otorga para gastos de funcionamiento. En muchos casos, se ayudan con el cobro de una cuota social y las comunas colaboran con el pago del sueldo de quienes las atienden así como del local. Por ello, muchas son mixtas, es decir bibliotecas municipales han pasado a ser populares ya que el subsidio libera a las comunas de lo que para ellas es un gasto.

En cuanto a los libros, pueden determinar un porcentaje del subsidio para su compra, pero a la vez la Conabip hace envíos de este material cada tres meses.

No todas la comunas apuestan al saber

Las 13 bibliotecas municipales que funcionan en la provincia suman un total cercano a los 10.400 socios. Es decir que cuentan con servicios diferenciales, como lo es el préstamo a domicilio. En total, diariamente son visitadas por unas 700 personas.

La de Guaymallén data de 1915 y es una de las más antiguas y es la que posee mayor cantidad de socios: 4.800. No obstante, tiene un porcentaje bajo de usuarios diarios en relación con otras: 100. Por caso, la Juan Bautista Alberdi, de Luján de Cuyo (creada en 1911), posee 900 asociados y es visitada por unas 200 personas promedio al día.

Si de la magnitud de sus colecciones bibliográficas se trata, estas entidades no se quedan muy atrás en relación con la General San Martín. Por ejemplo, la del Museo Municipal de Historia Natural (San Rafael) tiene en sus estanterías 50 mil libros; la Julio Fernández Peláez (Maipú) acredita 31.900 volúmenes; le siguen la Manuel Belgrano (Godoy Cruz), que posee una colección de 30 mil libros; y la de Guaymallén con unos 25 mil.

General Alvear, Junín, La Paz, Rivadavia, San Carlos, Santa Rosa y Tunuyán no poseen bibliotecas municipales. En los casos de La Paz y San Carlos, alguna vez las tuvieron pero ahora se proyecta reabrirlas convertidas en mixtas, es decir con fondos de la Conabip y Coprobip.

En tanto que en Lavalle está a punto de iniciar sus actividades, con fondos comunales, una biblioteca en los distritos de San Francisco y Asunción.

La más moderna, la de la UNCuyo

La Biblioteca Central de la UNCuyo fue creada en 1939, junto con esa casa de estudios. Hoy es una de las más modernas tecnológicamente de la provincia ya que ofrece material a través de internet y cuenta con computadoras para los usuarios.

Solamente en libros, posee unos 60 mil ejemplares, además del Archivo Histórico de toda la Universidad y una videoteca. Atiende a un número indeterminado de usuarios ya que ahí asisten los estudiantes de todas las facultades de la UNCuyo.

Cada una de ellas posee una biblioteca, pero todas conforman el Sistema Integrado de Documentación (SID), una red que las vincula con la Central. Así, el usuario de cualquier biblioteca del sistema accede a las existencias bibliográficas y documentales, libros y revistas de las demás. También, quienes están a cargo del sistema guían y asesoran en el manejo de los recursos científicos de internet, como bibliotecas virtuales, bases de datos y revistas electrónicas.

El SID informa sobre las alertas bibliográficas, hace una diseminación selectiva de la información y permite integrarse con fondos bibliográficos de universidades de América Latina y de la ONU. Además, brinda servicios para discapacitados visuales con magnificadores de pantalla.

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