En primer lugar, quiero insistir en que el aborto es un problema complejo, que necesita de una discusión seria, de políticas públicas y acciones privadas que posibiliten el cuidado de la vida sin atropellar la libertad.
En segundo lugar, me referiré a las paredes pintadas, no porque no existiesen otras agresiones (más despreciables aún), sino porque es aquella de la que soy testigo. Me pregunto: ¿qué necesidad había de ensuciar las paredes de un edificio en el que se educan jóvenes? ¿No hay otros canales de expresión, no alcanzaban los afiches, las pancartas? ¿Se convence desde una pared? Quienes actuaron así, convencidos de su verdad, olvidaron que la verdad no se impone sino que se demuestra y acepta, y que las convicciones no se declaman, se viven.
Se dice defender la vida. Se habla de la vida como derecho y valor fundamental. Como católica veo que se invoca a Dios para cometer una agresión ¡Qué contradicción! ¿Cuándo Jesús condenó, en qué momento impuso sus ideas? Todo lo contrario, Jesús escuchó, perdonó si era necesario e invitó a la conversión a quienes se creían santos y a los que se reconocían pecadores.
En este sentido quiero invitar a quienes pintaron las paredes (entre otras muchas agresiones) a revisar sus actitudes. Me atrevo a sugerirles algunas acciones positivas a favor del cuidado de la vida:
Acompañar a las mamás que en su desesperación piensan en realizar un aborto.
Escuchar en lugar de condenar a quienes no desean que sus hijos vengan a este mundo.
Buscar a los papás de esos niños para que se hagan cargo durante el embarazo y luego del nacimiento.
Ofrecerse de “padrinos” de los niños por nacer para colaborar con su crecimiento. Ganarían así, amigos en lugar de tener enemigos.
Realizar una cola para pedir turno en algún centro de salud u hospital público, para que un chico sea atendido.
Comprar leche y ayudar a los niños desnutridos. 4 Llevar pañales al hospital público más cercano a su domicilio.
Promover jardines maternales que ayuden a las familias a criar a sus hijos.
Ofrecer trabajo a varones y mujeres con niños, etcétera.
Seguramente estas acciones evitarían más abortos que las publicidades costosas y los sucios graffiti. Además, harían creíble y elogiable la opción por la vida de los cristianos en general y de los católicos en particular. En fin, una multitud de acciones orientadas a cuidar la vida. Ya que la vida no se defiende, se cuida y protege. Cuidado y protección que nada tienen que ver con la agresión y son indisociables del respeto.
Por último, quisiera pedirles a los que pintaron mi escuela, que se acerquen y se responsabilicen como adultos de lo que hicieron, que pidan disculpas y reparen el daño limpiando nuestras paredes. No es una mera cuestión de limpieza, es una cuestión de respeto por quienes en ese edificio ejercen su derecho a educarse.
*Profesora Cecilia Tosoni DNI 17.417.544
Escuela Martín Zapata