Los motivos por los cuales en este caso, y en todos los casos similares, no se ha accedido a una “prórroga extraordinaria” han sido:
1) El reglamento, que los alumnos conocen, no permite este tipo de prórrogas (aparte de la oportunamente dada al alumno Demateis y compañeros).
2) Solidaridad: un alumno que ha gozado de la inversión de los recursos de becas de la UNCuyo durante seis años y medio debería ser solidario para con aquellos pares que hoy, al igual que él en su oportunidad, necesitan de una preciosa ayuda institucional para comenzar a cursar los estudios superiores.
Cada beca “prorrogada extraordinariamente” significaría una beca menos para ayudar a los que hoy reclaman su ayuda. La lógica de financiamiento del sistema de becas presupone el remplazo de los actuales becados que concluyen su período máximo de beca (en el caso que estamos tratando: seis años y medio) por nuevos becarios. Acceder al planteo de una “prórroga extraordinaria” hubiera implicado dejar sin financiamiento a otros compañeros que iniciaron en el 2004 sus estudios.
Me preocupa y duele la falta de solidaridad y el marcado individualismo que expresa este tipo de reclamos, sobre todo proveniente de un claustro como es el estudiantil, que mayoritaria y cotidianamente da muestras de solidaridad y sensibilidad social.
Exigir una modificación reglamentaria (que debería ser aprobada por el Consejo Superior de la UNCuyo) para lograr la continuidad de una beca, luego de seis años de haber gozado de sus beneficios y sabiendo perfectamente (fue el argumento excluyente dado a la negación del plazo) que cada mes de “prórroga extraordinaria” implica que un compañero no acceda a ningún beneficio, es injusto y carente del mínimo sentido de solidaridad.
Creo que la respuesta fácil y demagógica hubiera sido acceder al pedido, fomentando un irresponsable manejo de los recursos, restando así posibilidades de respuesta a aquellos que hoy cotidianamente solicitan ayuda por parte de nuestra universidad.
No tengo dudas de que en un escenario social como el actual, de profunda desigualdad, no les será fácil al alumno Demateis y sus compañeros rendir sus últimas materias y así egresar. Menos dudas aún tengo de que este mismo escenario social es el que viven los ingresantes y alumnos que hoy solicitan una beca y desean acceder a una oportunidad, como el alumno Demateis y sus compañeros la tuvieron, de iniciar un camino de inclusión en el sistema universitario.
* Lic. Pablo Erreguerena DNI 20.336.468