Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Uno: Profeta en su tierra

Arístides Vargas. El destacado dramaturgo estrena hoy su obra Donde el viento hace buñuelos, en el aula-teatro de la UNCuyo

29 de abril de 2005, 15:07.

La amistad entre dos mujeres, sostenida a través de los años y las distancias, es la historia de afectos –como estructura de la obra y de la vida misma– que esta vez viene a contar en su tierra el destacado dramaturgo Arístides Vargas.

Donde el viento hace buñuelos, la obra teatral en cuestión, se estrena hoy en Mendoza con los alumnos de Artes y Diseño de la UNCuyo. Se trata del seminario que los estudiantes realizaron bajo la dirección de Vargas, recientemente declarado Ciudadano Ilustre de San Martín.

Esta es la segunda experiencia académica en la provincia de Vargas, quien hace un par de años estrenó de la misma forma su obra Jardín de pulpos.

El autor reitera el tema del exilio que él mismo encarna desde hace tres décadas y del cual –dice– “no se puede salir”.

Pero en Donde el viento hace buñuelos, su pluma se posiciona en la de un silencioso narrador inspirado en la relación de amistad entre su mujer, la actriz española Charo Francés y la puertorriqueña Rosa Luisa Márquez.

–¿En qué se basó para escribirla?

–Esta basada en dos amigas actrices: una española, Charo Francés, y una puertorriqueña, Rosa Luisa Márquez. Es la historia de su relación de amistad y también de sus países. Mi presencia allí sería como “escribidor” de este testimonio afectivo.

–…que, imagino, vivís de cerca, tratándose de tu mujer.

–Sí. Pensé en ella para escribirla. Las dos me fueron contando la historia en diferentes lugares donde nos íbamos encontrando. Fue muy curiosa la construcción de la obra. Como no vivían en los mismos países, durante tres años convenimos en juntarnos en diferentes lugares: en Berlín, Madrid, San Juan de Puerto Rico y Quito. En esos encuentros, ellas iban improvisando y contándome fragmentos de sus vidas. Al cabo de tres años, les dije: “Acá está, esto es lo que escribí”.

–¿La pieza está dedicada a ellas?

–Sí, por supuesto. Es más, en una edición que se hizo de esta obra en España hay una dedicatoria a estas dos grandes actrices y amigas que son muy queridas para mí.

–¿Cuándo fue publicada Donde el viento hace buñuelos?

–Hace dos años. Ha sido estrenada en Buenos Aires, en México, en Cuba, en España. Es una obra subjetiva y es sorprendente que la gente la represente. Tiene algunas claves a las que no es fácil acceder, pero parece que esto de la historia afectiva es lo que mueve al público a que la interprete con sus propias vivencias.

–¿Cómo es la historia?

–Es una obra sobre la amistad y la solidaridad. Dos amigas se van encontrando en diversos momentos de sus vidas. En un comienzo, aparece una gran desorganización, momentos e imágenes vividas pero sin ningún orden lógico. Poco a poco, de ese desorden va surgiendo un orden afectivo, que es el que va quedando en el público. Porque es el público el que va organizando la historia a través de lo que afectivamente van demostrándose estas dos amigas.

–¿Cuál sería el mensaje final?

–La reflexión es que la única historia posible del gran desorden que presupone vivir es el orden de los afectos. Esto es lo que le da sentido a lo que puede ser una perturbación terrible como la vida misma. No son los años sucesivos y la lógica de la crónica, sino lo anacrónico de los afectos lo que ordena la verdadera historia de una persona.

–¿Cómo fue esta segunda experiencia con el seminario?

–Ha sido muy bonito, porque a mí me gusta mucho trabajar en Mendoza. No sólo porque es un lugar de trabajo sino además porque es un lugar de trabajo donde me nutro para mi escritura posterior. Me encanta trabajar con este nivel de entrega y decisión creativa, puedo jugar más intensamente con mi arte. Fue un gran equipo hecho desde la práctica escénica al mundo de la especialidad.

Contenido relacionado