El funcionario nacional pasó brevemente por Mendoza para disertar en las Segundas Jornadas Anuales de Investigación, organizadas por la Universidad del Aconcagua.
En su visión, la falta de plan es una de las principales causas –no la única– por la que el país sufre desde hace tiempo la conocida “fuga de cerebros”.
La otra razón, argumentó, está vinculada al nivel salarial de los investigadores.
“No podemos seguir pretendiendo mantener un sistema de investigación científica con los niveles salariales que se están pagando en la actualidad”, advirtió.
Además mostró su preocupación por el creciente deterioro en los equipamientos de investigación, la mala distribución territorial de los investigadores (el 78% de los 30.000 que trabajan bajo la órbita del Estado o en universidades privadas está concentrado en el Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe). El otro 23% está “desparramado” en el resto del país. A pesar de esta iniquidad en la distribución de los científicos, Del Bono ponderó el trabajo que en la provincia desarrolla desde hace años la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
Como una señal de cambio hacia el futuro, el funcionario adelantó que se está trabajando para fortalecer la capacidad de investigación en todo el país y que uno de las principales objetivos que se ha trazado el Gobierno nacional es duplicar el número de investigadores en el mediano plazo. Tampoco dejó de señalar como un hecho grave la “descoordinación” que existe en las dependencias de investigación de la Nación.
“En cinco años, la Comisión Nacional de Energía Atómica ha cambiado tres veces la dependencia a quien responde”, ejemplificó, y reconoció que situaciones como éstas a veces son difíciles de explicar. Todo ello trae como consecuencia mala asignación de los recursos y duplicación de los esfuerzos.
Otro de los temas que preocupan al secretario de Ciencia y Tecnología es el “desfasaje” de la balanza tecnológica. “Da pavura”, sentenció. Para ejemplificarlo, relató que en el 2000 la Argentina pagó en concepto de derechos de autor y patentes (importación de tecnología) 2.000 millones de dólares y que el Estado nacional invierte anualmente en el desarrollo de ciencia y tecnología tan sólo 400 millones de dólares.
Como conclusión Del Bono dijo que la Argentina no está en condiciones de influir en el cambio que está viviendo el mundo con el paso de la sociedad industrial a la del conocimiento, pero aclaró que se cuenta con la capacidad necesario para intuir hacia dónde van los cambios y “así lograr una mejor posición en el futuro”.