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Uno: Risas y música clásica

ERNESTO ACHER El ex Les Luthiers dirigirá a la Sinfónica de la UNC como parte del festival que comienza hoy 

Es arquitecto, humorista, músico, compositor y director de orquesta. Es el inefable Ernesto Acher y es uno de los invitados especiales de esta edición de Música Clásica por los Caminos del Vino.
 
El músico ofrecerá, junto a Jorge Navarro y su trío y la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo el concierto Gershwin, el hombre que amamos, el domingo 16 a las 21, en el teatro Independencia (Chile y Espejo, Ciudad).
 
El ex integrante de Les Luthiers, fundador de La Banda Elástica, de la Offside Chamber Orchestra y creador y protagonista de innumerables espectáculos en los que la música clásica ha salido de su batuta con grandes dosis de humor, habló en exclusiva con Escenario poco antes de llegar a Mendoza.
 
Radicado en Santiago de Chile desde hace cuatro años, con desbordante buen humor, Ernesto Acher comienza a hablar de su afán por la música sin titubeos. “Después de muchos años de tironeo y dudas, a principios de 1971 decidí dejar la arquitectura y dedicarme a la música. Los arquitectos aplaudieron y los músicos guardaron respetuoso silencio”, dice, y se le escapa la primera carcajada de las muchas que acuden al diálogo. En Ernesto Acher la risa parece ser el punto final de cada uno de sus dichos.
 
–¿Cómo es el espectáculo que ofrecerá en Mendoza?
 
– Es un homenaje a las canciones de Gershwin. Lo particular es el formato, porque es un trío de jazz respaldado por la Orquesta Sinfónica pero la orquesta no jazzea, la orquesta hace de orquesta, el que jazzea es el trío. Y responde a la idea de Gershwin, que es el primer compositor que se atrevió a mezclar los dos lenguajes. Estoy muy contento por volver a Mendoza porque tengo allí muy buenos amigos y por dirigir la orquesta de la Universidad, ya que antes había dirigido la Filarmónica.
 
–¿Cuáles son los ingredientes de humor que tiene el espectáculo?
 
–El humor no está en la música, claro. Pero sí en el clima de fiesta, de disfrute de lo que hacemos, en el placer para quien toca y para quien escucha. Esa es la idea central del concierto y cada vez que lo hacemos lo disfrutamos intensamente.
 
–¿Cómo es la experiencia de tener una batuta y 60 músicos mirándole a los ojos?
 
–¡Ja! Funciona fantástico. He hecho muchos conciertos de música y humor donde la pasamos muy bien, nos divertimos todos, yo, la gente, los músicos. Creo que en cualquier caso mi deseo es que los conciertos sean una fiesta.
 
–¿Y usted despliega todo su talento histriónico?
 
–Hago lo que puedo (risas). Trato, no me guardo nada en ese sentido porque aun en la situación más formal el humor viene bien. Y esto no hace menos a la música. Todo lo contrario porque ayuda a la comprensión de que la música es para disfrutar.
 
–¿Cuáles son los temas de Gershwin que van a interpretar?
 
–Hay de todo. La Obertura es una composición mía que recorre los temas más conocidos de Gershwin. Después hacemos They can’t take that away from me, But not for me, Someone to watch over me, Our love is here to stay, Fascinating rhythm, una selección de la ópera Porgy and Bess, Rhapsody in blue y The man I love. Alternamos la orquesta con el trío con temas del trío solo. Algunos temas son con el piano de Jorge y orquesta, otros con bajo y orquesta. Hacemos varias combinaciones.
 
–A la hora de sentarse a componer, ¿cómo es su proceso creativo?
 
–Depende del objetivo. Si estoy componiendo música sinfónica o popular. Por ejemplo, con Gershwin mi intención era homenajear los formatos originales, tal como lo pensó él. No en versiones jazzeadas. Vos sabés que Gershwin abastece hasta hoy el jazz, pero él no era jazzero. Sus temas eran más bien de comedia musical. Por eso mi trabajo fue orquestar sus grandes temas respetándolo como músico. Es un lindo trabajo el de arreglador. Es como una relectura.
 
–Después de todo lo que usted ha hecho, ¿por qué decidió volcarse de lleno a la música clásica?
 
–Es que soy muy inquieto (risas). Me gusta seguir investigando, seguir probando cosas nuevas. Hace menos de un mes debuté como profesor universitario (carcajadas) en dos facultades de Santiago de Chile y estoy raro, pero contento.
 
–¿Cuáles son sus compositores preferidos, además de Gershwin, claro?
 
–(risas) Nunca son pocos. Depende de muchas cosas. Mis gustos van de Mozart a Richard Strauss, en el campo de la música culta, para ponerle un nombre. Pero además está el jazz y el tango y el folclore. Para mí Richard Strauss y el Cuchi Leguizamón son igual de buenos en campos diferentes. Para mí la música se divide en dos: buena y mala. No importa el género.
 
–¿Y el rock está en su catálogo?
 
–(risas) No. Por la edad (carcajadas). Yo me formé en otra época, entonces me resulta un poco extraño. Pero hay gente que me gusta mucho. El Flaco Spinetta me parece supertalentoso, y de afuera, Mark Knopfler, Pat Metheny, Elvis Costello. Son talentosos y excepcionales.
Patricia Rodón prodon@diariouno.net.ar

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