La verdad es que lo interesante sería hacer un estudio razonado de las cifras universitarias, donde se evaluara desde la proporción en cada carrera de alumnos, docentes y no docentes hasta la composición del presupuesto, no sólo por carrera, sino dentro de cada una de las facultades. Este último punto debe ser analizado en articulación con la historia de la evolución del presupuesto de la UNCuyo, que viene de la Nación en gran medida y cuyo incremento se ha producido en distintas etapas con criterios variados.
También habría que estudiar en profundidad quiénes son los que llegan a la universidad, para comprobar que sólo quienes tienen bienestar económico tienen posibilidades, pues el desgranamiento nada tiene que ver con capacidades para estar en el nivel universitario, sino con aspectos de tipo económico. ¿Qué políticas de Estado existen para subsanar esto y detectar a los jóvenes talentos que no tienen capacidad económica?
También se debería hacer esa evaluación razonada dentro de cada carrera, interpretando las cifras que arroje el estudio sobre la cantidad de alumnos que se inscriben, los que entran y los que egresan, analizando los tiempos que se tarda en completar las carreras y a su vez cruzar la historia personal de cada uno de los alumnos con sus condiciones personales, tanto de aptitudes intelectuales como de capacidad económica. Nos podríamos llevar muchas sorpresas, y así como seguramente habría que poner algunas medallas al mérito se podría detectar el modo en que el Estado dilapida fondos en personas que no lo merecen.
La UNCuyo es la gran caja de resonancia académica que tiene nuestra provincia. De allí salen buena parte de nuestros profesionales y dirigentes. Es por ello que sus cifras son esenciales para entender mucho de lo que nos pasa. Pero no bastan los números pelados y no razonados. Es imprescindible que los mendocinos, en todos los campos, no sólo en lo universitario, volvamos a pensar la provincia.