Y el interés debe estar no en los docentes, muchos de los cuales han perdido el rumbo hace rato arrastrados por dirigencias gremiales que viven de los conflictos y no de las soluciones, sino en los alumnos. ¿Qué puede pensar un adolescente que ve a quien debería ser su autoridad y su guía teniendo actitudes tan dudosas, reñidas con la naturaleza de su tarea? No hay que olvidar que muchos alumnos han visto deteriorada su educación por este conflicto, pues han tenido muchos días sin clases, de allí que el ofrecimiento de la UNCuyo para devolver los días no trabajados tenga un alto contenido moral. Piénsese que cuando las horas de algunas materias han caído en los días de huelga, que en general han sido siempre los mismos, esas asignaturas prácticamente no han sido dictadas. Es decir, que habrá alumnos que aprueben o desaprueben materias que casi no han tenido.
Los planteos salariales pueden ser legítimos, pero cuando los rehenes son los alumnos y su enseñanza se debería tener mucho cuidado de cuál es el modo de llevarlos a cabo. Muchas veces hemos dicho que los docentes deberían tener mejores salarios, mejor formación, mejores condiciones de trabajo, pero no se puede dejar de decir también que cuando su accionar huelguista afecta el objeto de su tarea, que son sus alumnos y no su salario, hacer paros eternos como los de este año son de muy dudosa legitimidad.
La educación y la condición laboral docente no se arregla no trabajando. Todo lo contrario.