Años de malformación salarial, tolerada por el sindicalismo, pues cuando se producía el descalabro no había mayores reclamos, han llevado a que la composición del salario sea muy irregular y los montos estén llenos de ítem no deseables, que virtualmente implican cifras en negro. Recordemos que arreglar esa situación para los docentes locales llevó a una suba del 200%, de la cual sólo pudo ir al bolsillo de los trabajadores una cifra pequeña. Es decir que la mayoría del dinero se la llevó el rellenar los huecos que los sueldos tenían en su composición. Ese es un aspecto, que los universitarios, por ejemplo, plantean con acierto, pero cuya solución no debería ser motivo de no dar clases perjudicando a los alumnos sino de un plan consensuado para dar una solución de fondo y definitiva.
Distinto es el reclamo del monto salarial. En ese punto es necesario que de una buena vez por todas se dé una dirección al tema estructural, que es hacer una nueva plantilla salarial provincial, que tenga en cuenta a todos los sectores, que salga del consenso y que permita, por ejemplo, revisar la composición del empleo público. Ese trabajo no puede ser hecho en un marco de conflicto, sino que necesita de buena fe y calidad técnica para hacerlo. Así, se podrá dejar de hablar en el aire y se podrán apreciar cifras reales y concretas.
Lo que no puede ocurrir es que cada sector pelee por cuerdas separadas o que la desconexión sea tan grande como para que las autoridades provinciales den un aumento que ya querrían recibir muchos privados y éste sea caracterizado por la dirigencia de “miserable”.
El tema del empleo estatal en la Argentina ya es un problema que excede a una u otra gestión. El servicio que brinda el Estado no es bueno, en muchos casos es caro y encima no se lo da porque los agentes hacen huelga. Para tener un Estado fuerte y eficaz hay mucho trabajo por hacer y por ahora no se lo hace.
Uno-Sábado 27: Hoy por hoy: En problema eterno
Los reclamos que están haciendo los distintos sectores estatales muestran al menos dos fenómenos que habría que separar y distinguir, incluso dándoles un tratamiento diferente a pesar de que son utilizados indistintamente por una dirigencia sindical que apela a unos u otros aspectos para mantener vivos los conflictos.