Si bien este tipo de voluntariado no es el primero ni el único en la provincia, la gran diferencia con el resto es que en abril de este año la UTN logró sistematizar ese trabajo a través del Programa de Responsabilidad Universitaria, en el cual se inspiró Julio Cobos para implementar pasantías solidarias en todas las universidades públicas para el 2005.
El trabajo de los universitarios, nucleados en la Asociación Mendocina de Estudiantes Tecnológicos de Ingeniería Química (AMETIQ,) consiste en asesorar a los chicos sobre diversas disciplinas.
El grupo se conforma de una veintena de jóvenes (no todos alumnos de la UTN) que ayudan gratis a los chicos del barrio Paraguay, en Guaymallén.
Allí, en el comedor Emanuel, se reúnen cerca de 30 alumnos –de 5 a 18 años– para despejar sus dudas.
“Vengo para aprender y aprobar las materias que no entiendo. Así voy a ser más inteligente cuando sea grande”, dice Matías (8), mientras ejercita matemáticas en un tablón del salón. Frente a él está Manuel, uno de los mellizos que asiste al merendero religiosamente para estudiar. “Acá puedo concentrarme mejor y aprender con las seño que nos explican todo”, afirma.
En otra esquina está Emanuel (17), quien tampoco falta ningún sábado. Para él la razón es sencilla: “Desde que vengo he mejorado en la escuela”.
Según Diego Talquenca, presidente de AMETIQ, en caso de concretarse la creación de un Departamento de Responsabilidad Universitaria en las universidades estatales sobrarían voluntarios para realizar tareas de este tipo. “Hay 4.000 alumnos en la UTN, sin contar posgrados o cursos paralelos. Si sólo 10 % de esa cifra participara en pasantías sociales, la realidad cambiaría mucho para los chicos”, afirmó el joven.
Para confirmar la hipótesis de su colega, la profe Yamila Millán, asegura: “No sabía que me gustaba la docencia hasta que llegué acá. Quería ser voluntaria, pero este trabajo me cambió. Los chicos me enseñan a mí”.
Norma, una gran mujer
El servicio social que brindan los chicos de la UTN se dificultaría mucho sin el apoyo del matrimonio Alfaro, dueños del taller de manualidades y merendero Emanuel, del barrio Paraguay.
Es que desde que se abrió esa sala, hace 14 años, los vecinos supieron que podían contar con diferentes cursos, organizados por su propietaria, Norma de Alfaro.
Hace dos años, Norma abrió un comedor y merendero con ayuda de un banco de alimentos, a través del cual comen más de 170 personas, entre niños, ancianos y embarazadas.
“El comedor surgió por la desnutrición que había en el barrio. Aunque no puedo abrir el local sólo para dar leche, sino que los chicos se acercan para estudiar también”, cuenta la mujer.
Entre las necesidades que tiene el comedor, Norma explica: “Hace falta psicólogos y toda persona que pueda seguir ofreciendo conocimiento como los chicos de la UTN”.
Para informarse sobre el proyecto estudiantil de la UTN o colaborar con la sala Emanuel, llamar a esa universidad al 4-239119.