Cualquiera que haya tenido el privilegio de abordar un avión para viajar a otro punto del planeta sabe que la sensación de volar es fantástica... lástima las turbulencias.
A veces, uno siente más o menos lo mismo cuando lee el diario o escucha los programas de radio en los que los políticos pelean "todos contra todos": como un feo presagio de algo que no sucede... pero que podría llegar a suceder.
El balance de fin de año que ayer presentaron la doctora Marta Rovira, presidenta del Conicet, y sus colegas del directorio fue en este escenario algo así como "el mundo al revés": un equipo de funcionarios que tomaron la posta del anterior elenco y siguieron avanzando. Nada más, pero nada menos.
Rovira pasó revista de los progresos que permitió esta suma de esfuerzos coordinados con otras áreas.
Siguió aumentando el ingreso de investigadores (este año se aprobó el ingreso a la carrera de 382 residentes en el país y 114 provenientes del exterior, con lo que se llegó a los 6000, lo que representa un aumento del 55% con respecto a 2004), de becarios (se presentaron 3998 aspirantes y se calcula que en 2009 se superarán los 7600 becarios activos, lo que representa un aumento de 150% con respecto a 2004) y de personal de apoyo (este año se crearon 100 nuevos puestos técnicos, un área particularmente crítica y que debería seguir creciendo). Con todo esto, el organismo está llegando a los 15.000 integrantes.
También continuó expandiéndose la cooperación internacional, que ya abarca convenios con 20 países y que, por ejemplo, promete para el año próximo (más allá del Centro Max Planck, que se construirá en la nueva sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en las ex bodegas Giol, que ya está en marcha) la creación de tres unidades binacionales en conjunto con su par francés, el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS).
Se implementó un sistema de gestión informatizado que permitirá mayor agilidad y transparencia en el financiamiento, las solicitudes de becas, los subsidios y las promociones, entre otros. Una innovación de la que los integrantes del directorio se sienten particularmente satisfechos es la implementación de la firma digital, que ahorrará tiempo y dinero -y papel- invertidos en los 10.000 dictámenes que todos los años generan las comisiones asesoras.
Hay otras áreas en las que los avances vienen siendo más trabajosos y todas tienen que ver con la vinculación entre el sistema científico y el resto de la sociedad. Una de ellas es el patentamiento de innovaciones, que arroja apenas 36 patentes registradas en la Argentina y 16 en el exterior. Otra, la inserción de investigadores en empresas, un proceso todavía tímido, pero que en los próximos años debería absorber una parte sustancial de los doctores formados en el país.
El diálogo entre científicos y sociedad civil es, más que una asignatura pendiente, una verdadera obsesión para quienes están planificando el desarrollo de la ciencia local.
"Nuestro propósito de aquí al Bicentenario es lograr que la ciencia y la tecnología dejen de ser conceptos abstractos para el ciudadano y poder acercar el Conicet a la gente", dijo Rovira. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue aún más lejos al afirmar que "no apuntamos a otro premio Nobel, sino a mostrar que lo que hacen los investigadores tiene una utilidad".
Ahora, sólo resta esperar que el año próximo se cumpla con el presupuesto previsto (casi mil millones de pesos) para que la maquinaria científica siga en movimiento. Para que, como alguna vez murmuró Galileo, de este Conicet pueda decirse eppur si muove...
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22 de noviembre de 2024