CHICAGO.- Después de una semana de clima inusualmente benévolo para estas latitudes en esta época del año ("apenas" cero grados o algunos grados bajo cero) y al cabo de cinco días de actividad febril, el lunes último un pequeño ejército cuidadosamente organizado levantaba stands, desmontaba decenas de computadoras de la sala de prensa, volcaba toneladas de material impreso en enormes cajas de cartón y ponía punto final a una nueva edición de la Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, un encuentro que se renueva nada menos que desde 1920.
Los subsuelos del gigantesco y laberíntico complejo del hotel Hyatt Regency de esta ciudad se iban sumiendo lentamente en el silencio mientras se despedían los últimos asistentes a este multitudinario show de la ciencia, convocado en esta oportunidad bajo el lema "Nuestro planeta y su vida: orígenes y futuros", en honor al bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y al 150° aniversario de la publicación de El origen de las especies.
Para hacerse una idea de las dimensiones de esta fascinante feria de la ciencia, en la que ya puede uno aclarar sus dudas sobre el cambio climático con, por ejemplo, el premio Nobel Al Gore, conocer información actualizada sobre los desesperados esfuerzos para volver a poner en marcha la "máquina de Dios" de boca de su factótum, Lyn Evans, o saber cómo imaginan el comienzo y el fin del universo cosmólogos como Lawrence Krauss o Alan Guth, todos nombres estelares del escenario científico mundial, basta con tener en cuenta que sólo en esta edición participaron casi 10.000 científicos y 800 periodistas y se realizaron unos doscientos simposios, seminarios, talleres y conferencias.
A los asistentes desprevenidos, una de las cosas que más nos llama la atención es que logra reunir en un mismo ámbito a "superestrellas" de la ciencia, familias y estudiantes.
Contrariamente a lo que podría pensarse, los salones en los que se realizaron los Family Science Days, como se llama a estos encuentros en los que confluyen investigadores y personas no entrenadas, estuvieron atestados.
Lo que sugiere que, más allá de trabajar 12 horas por día y siete días por semana, de tener que luchar por subsidios para sus investigaciones y de competir, a veces ferozmente, con sus colegas, los científicos de esta parte del mundo no descuidan sus vínculos con el resto de la sociedad. Una actitud conveniente y realmente saludable. Para todos.
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22 de noviembre de 2024